Inicio TENDENCIAS PANORAMA CREANDO “EVENTLAND”. Un día en el país de los eventos

CREANDO “EVENTLAND”. Un día en el país de los eventos

José Luis García Lorente

¿Se imaginan poder acudir a todos los eventos que deseemos sin restricciones de espacio ni de tiempo? Ese ejercicio es la excusa narrativa utilizada para unir tres eventos independientes que, fantaseando un poco, se convierten en, simplemente, una jornada especial en un mundo ficticio: Eventland, el país de los eventos.

Bienvenidos a Eventland, un no-lugar inexistente en el que en cada momento y en cada rincón se lleva a cabo un evento. Y si nos perdemos algo, no pasa nada. Eso es lo mejor de Eventland. Sólo hay que cerrar los ojos y observar cómo transcurre… en nuestra imaginación

Pasemos esta tarde en Suiza

Iniciemos nuestro periplo en Suiza. Lejos, sí, pero ¿qué importa la distancia cuando se trata de disfrutar de un evento único? De todos modos, la ventaja de viajar con la imaginación es que resulta rápido y gratis…. Estamos en Bad Ragaz, ochenta kilómetros al sur de Zurich, en una zona conocida mundialmente por sus balnearios. Son las cinco y media de la tarde de un día cálido, que no bochornoso, de finales de junio.

El acto se inicia con un cóctel de bienvenida, amenizado por un grupo de percusión. Tras los discursos y la actuación de una banda de tambores militar, los participantes pasan al centro de masajes. A partir de ahí, libertad para recorrer el edificio, donde se hallan diseminadas sorpresas como coreografías acuáticas, magia, teatro o un action-painting visual.

Y esto no es todo, aún queda el fin de fiesta: un espectáculo pirotécnico con música, fuegos artificiales y danza aérea… Pero dejémoslo para más tarde. Porque, aunque es innegable que lo pasamos bien en Bad Ragaz, vamos a aprovechar la ausencia de límites espacio-temporales de Eventland para irnos a cenar a Granada y volver justo antes de la pólvora.

Y ahora, una pausa para la cena

El motivo para tan precipitado paréntesis es asistir a una cena cuántica organizada por NoName en un imponente cortijo granadino del siglo XIX. Se trata, en realidad, una experiencia sensorial, que se potencia prescindiendo de nuestro sentido más valioso: la vista. Nada más llegar, alguien te venda los ojos, te conduce al interior de la ermita del cortijo y te hace sentar. Una música relajante acompaña a una voz que habla de bacanales y banquetes míticos. Flota en el ambiente una mezcla indistinguible de aromas. Hay murmullos, algo de tensión, mucha curiosidad y una extraña sensación de indefensión. A continuación, un desfile inenarrable de sabores y aromas ante unos ojos inutilizados. Se come por intuición, al principio con cierto pudor, después dejándose llevar por el placer; utilizando las manos, permitiendo a la música, creada para la ocasión, enredarse con cada plato, olvidando que tenemos ojos y que comemos por costumbre. Y al final, al quitarnos la venda, descubrir que si el amor es ciego, esa cena era amor. Porque comer con los ojos es lo contrario de disfrutar comiendo.

Fin de fiesta entre piratas

Después de la cena, y de volver a Bad Ragaz para disfrutar del espectáculo pirotécnico,  finalizamos este ejercicio de ubicuidad extrema (no intenten hacerlo en sus casas) dirigiéndonos a la presentación del nuevo plan estratégico de la fuerza de ventas  de Schweppes para el año 2009 en el hotel Don Carlo de Marbella.

Sörensen lo ideó y Eventísimo lo creó. Reconvertido el logo de Schweppes en bandera pirata, el concepto creativo estaba claro: abordar el 2009, un año difícil, con las mayores garantías de conseguir el tesoro. Siguiendo con la metáfora, se recreó un escenario de fantasía con motivos piratas presidido por un barco del color de la marca desde donde se dirigía la convención. Una de sus dos velas era la pantalla en que se proyectaban los vídeos. Desde luego, la escenografía no pudo ser más impactante.

Aunque el plato fuerte de la convención fue el abordaje que tuvo lugar en mitad de ésta, cuando un grupo de sospechosos piratas con cuerpo de bailarín y una curiosa tendencia a los malabares y las acrobacias tomó el barco. En la batalla final con espadas, cómo no, fueron los trabajadores de Schweppes que formaban parte de la coreografía los que consiguieron la victoria.

 

¿Y SIN EVENTLAND FUESE REAL?

Los eventos de los que se habla en este artículo no ocurrieron el mismo día ni en el mismo lugar, pero ¿qué más da? Aún infrautilizado, el ser humano dispone del medio perfecto para manipular la realidad sin recurrir a drogas, religiones o medios informativos: la imaginación. Es lo que hemos empleado para dar uniformidad a estas páginas, aunque, eso sí con la imprescindible cautela y siempre dentro de los límites de lo legal: Eventland no es una revolución. Es una fiesta.

Y un experimento, del que, tras tanto viaje y tantas experiencias, toca hacer repaso. Gracias a Eventland hemos descubierto, en sólo unas horas, un hotel spa de lujo suizo, hemos cenado en un cortijo granadino con los ojos vendados y, finalmente, hemos presenciado en un hotel de Marbella un abordaje pirata (¡acrobático!, que es más difícil). Hemos viajado con nuestra mente, forzando nuestra capacidad de sorpresa al límite, para al final aprender (o, mejor dicho, reafirmar) que, en cuanto a eventos se refiere, todo es posible.

Partiendo de esta realidad, quizás Eventland no esté tan lejos…

(Sé que los lectores que hayan llegado hasta aquí pensarán que Eventland no existe, que es sólo un hilo narrativo, una excusa para dar forma a este artículo… En definitiva, un truco, una mentira, una estrategia. De acuerdo, lo entiendo: cada uno es libre de llamar a su mundo como prefiera. El mío es Eventland.)

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