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TURISMO SOLIDARIO. Viajes que ayudan

TEXTO A. G.
FOTOS COOPERATUR / VIAJES TUMAINI / VIENTO NORTE SUR

Turismo solidario - Guatemala

El turismo solidario se ha expandido en los últimos años como una interesante opción que combina el viaje en sí con actividades en las que contribuir al desarrollo local. Existen agencias especializadas que facilitan al visitante, frecuentemente grupos de incentivo, dedicar su tiempo y esfuerzo a ayudar a aquellos que lo necesitan. Aunque no todas las voces se muestran de acuerdo con esta tendencia, en ocasiones tachada de paternalista, lo cierto es que en las acciones concretas todos ganan.

 

Tras un periodo vacacional, comienza la avalancha, especialmente en redes sociales, de fotos de exuberantes en bellos destinos. Pero entre playas, montes, hoteles de lujo y actividades de aventuras, también se cuelan imágenes de viajeros rodeados de niños de otras razas o religiones, o en pleno proceso de construcción de instalaciones, o repartiendo alimentos… Es el denominado turismo solidario o ‘volunturismo’.

Cooperatur, Viajeros Solidarios, Construye Mundo, Viajes Tumaini, Viento Norte Sur, Cerai, Setem, Camino Sur… Son solo unas cuantas organizaciones (no gubernamentales) que ofrecen esta posibilidad, un tipo de turismo que no ha dejado de crecer como la espuma desde antes de la pandemia. De hecho, la Organización Mundial del Turismo (OMT) fijó 2017 como el Año Internacional de Turismo Sostenible para el Desarrollo. Tras ese obligado parón, a la vez que se abren las fronteras, retoma su senda con mayor fuerza si cabe.

Las distintas organizaciones ofrecen a sus voluntarios y colaboradores desplazarse al terreno de trabajo y comprobar de primera mano las acciones que llevan a cabo, convirtiéndose así en embajadores de la causa que, a su vuelta, narran a su entorno todo lo que han conocido y hecho.

En líneas generales, este tipo de turismo se caracteriza por breves colaboraciones en proyectos solidarios en el extranjero, normalmente en países en vías de desarrollo o que han sufrido en el pasado graves catástrofes y ya están estabilizados, aunque devastados, y durante no más de dos o tres semanas.

Los proyectos funcionan durante todo el año y van desde la ayuda en centros de rescate o refugios de animales hasta el trabajo en colegios, clínicas locales u hospitales. Durante unos días trabajan en estos lugares y luego disponen de libertad para conocer las gentes y culturas del lugar. Otros conjugan trabajo con actividades puramente turísticas, como safaris, rutas de trekking o visita a las ciudades y monumentos más representativos del destino.

Pero no se puede ir a pecho descubierto. Para hacer este tipo de turismo hay que ser mayor de edad y, a veces, tener un nivel medio de inglés. En la mayoría de las ocasiones, los voluntarios reciben una formación introductoria y la ONG también ofrece un curso de cooperación internacional opcional antes de viajar. Además, durante todo el viaje suelen estar acompañados en todo momento por coordinadores que guían sus tareas.

Cooperatour

Una ONG especializada en este tipo de viajes es Cooperatur, que tiene proyectos en casi una veintena de países de Asia, África y América. Los ejemplos son numerosos. En el continente africano, en concreto en Kenia, ofrece trabajar dando soporte médico en centros hospitalarios y sanitarios de la zona y en educación infantil, primaria y especial.

Precisamente un proyecto educativo fue lo que llevó a la familia de Puma —su marido, sus tres hijos y ella— a la localidad keniata de Gatanga. Durante la semana en la que se desarrolló, compartieron aventuras con cerca de una veintena de turistas solidarios más provenientes de España. Según esta voluntaria, viajar acompañada de la familia les permitiría compartir una forma diferente de conocer culturas, realidades y formas de vida, además de transmitir a sus hijos valores como la solidaridad.

Su destino era trabajar de lunes a viernes unas cinco horas, y entre sus principales tareas estaban involucrar a los niños en actividades de aprendizaje creativo y ayudar al personal docente local, juegos y deportes al aire libre, clases de inglés o matemáticas, manualidades y actividades creativas, ayudar al personal local a servir el almuerzo a los niños y preparar el plan de clase para cada día siguiente.

El resultado no pudo ser más positivo y gratificante, pues en esa semana crearon un fuerte vínculo con los estudiantes de la escuela en la que colaboraron. En su caso, su trabajo consistió en ejercer de profesores, lo que los acercó más a los niños: organizaron actividades académicas y lúdicas de todo tipo. Intentaron, como explica Puma, aportar alegría, potenciando la parte lúdica, pero sin descuidar las clases. La respuesta de los niños, recuerda, fue de simpatía, agradecimiento y curiosidad.

Es evidente que nadie sale de una experiencia como esta en las mismas condiciones que entró, y esta familia no es una excepción. Aseguran que esto marca y que les hace ver que en Europa no somos el centro del mundo y que hay gente que tiene más necesidades. En definitiva, una experiencia para repetir.

Además de la actividad sanitaria y educativa, esta ONG ofrece en Kenia una auténtica «aventura solidaria». Se trata de viajes de mayor duración que recorren una zona del país mostrando los distintos proyectos que se llevan a cabo y permitiendo tomar parte en ellos. Como explican desde Cooperatur, este plan «puede regalarte una experiencia increíble en los proyectos educativos con los que colaboramos allí habitualmente, además de un recorrido por la sabana africana para conocer uno de los lugares más mágicos del planeta».

El programa tiene una duración de 14 días y 13 noches de alojamiento en régimen de ocupación compartida. Incluye trabajo en las escuelas de Gatanga los días laborales y un safari por el Masai Mara el fin de semana. Incorpora recogidas y traslados al aeropuerto de Nairobi, alojamiento y comida, inmersión cultural, safari con guía en inglés, asistencia permanente, coordinación local, cuota de inscripción y donativo para los proyectos. Cada voluntario interesado invierte cerca de un millar de euros, el 40 % desgravable. Normalmente en este tipo de viajes el vuelo no está incluido.

Viajes Tumaini

Otra de las numerosas ONG especializadas es Viajes Tumaini, que opera en Bolivia, Camboya, India, Indonesia, Kenia, México, Nepal, Perú, Tailandia y Cabo Verde. Precisamente a este archipiélago africano acudió Chelo, que hizo un viaje solidario en septiembre de 2021 y estuvo un mes apoyando dos proyectos de carácter educativo en Praia: Castelao y Achada Grande.

Esta viajera solidaria se muestra muy satisfecha, especialmente por la experiencia con los niños, que aportaban día a día grandes lecciones de humanidad y de valores como la solidaridad y la amabilidad. Por supuesto, recomienda este tipo de aventuras solidarias, que en el caso de la organización con la que trabajó estuvo todo muy bien organizado.

Tras una década de trabajo, esta ONG ha permitido que cerca de 1.200 personas hayan vivido una aventura solidaria inolvidable, y ha conseguido recaudar más de 56.000 euros para sus organizaciones colaboradoras.

Viento Norte Sur

Esta organización ofrece un amplio catálogo de proyectos, desde viajes solidarios, estancias solidarias, convivencias, campamentos ‘viejóvenes’… En este caso se centra en los periodos vacacionales y tienen programas en Nepal, Laos, India, Vietnam, Marruecos, Perú, Ecuador, Senegal… Además, apuesta también por la sostenibilidad y la experiencia en naturaleza, con propuestas como el trekking, los deportes acuáticos o actividades de relax.

Un ejemplo es su convivencia en Camboya, coordinado por Marta y Ale. El proyecto trata de apoyar a familias empobrecidas, becando a sus hijos para que puedan ir a la escuela, en concreto en la localidad de Battambang. Los participantes conocieron la capital, Nom Pen, y después se internaron en un circuito de trekking por la selva. Después llegarían a Siem Riep y, un día después, un plato único: los templos de Angkor, una experiencia que catalogan los participantes como simplemente impresionante.

Una vez en Battambang, dio comienzo el trabajo. Todos pudieron conocer las distintas ONG con las que colabora Viento Norte Sur, así como a las familias y a los niños que se benefician de este esfuerzo. Lo más destacado para ellos fue, sin duda, la alegría y felicidad que irradiaban los pequeños, llenos de curiosidad y de ansia por aprender. El viaje terminó en la zona de playas de Sihanoukville, totalmente paradisíacas, el mejor colofón a una vivencia redonda.

Los casos concretos son innumerables, pues cada vez hay más turistas solidarios. También las empresas recurren cada vez más a viajes responsables en el marco de su política de RSC, planteados en muchas ocasiones como ‘incentivos con propósito’. En estos tiempos de ansia por recuperar la libertad de movimientos y viajar, hacerlo con un fin, con un sentido más allá de la satisfacción propia, supone un plus realmente gratificante y una de las mejores fórmulas para avanzar en eso que se conoce como ‘crecimiento personal’.

 

 

LUCES Y SOMBRAS

Reza el dicho que el infierno está lleno de buenas intenciones. Esto deben de pensar aquellos que se oponen a este tipo de turismo, un importante número de asociaciones y profesionales de la cooperación. Entre los problemas aducidos destaca que el hecho de que ir varias semanas, hacer determinadas acciones y marcharse no soluciona ninguno de los problemas que sufre la población autóctona. Por otra parte, esa «intrusión» en la tranquilidad local puede suponer más de un problema, especialmente en los niños. A veces cogen apego por los visitantes y luego se sienten abandonados, por lo que pueden generar sentimientos de desconfianza. También está el peligro de que sus padres o familiares comiencen a utilizarlos como medio para conseguir donaciones, una forma de mendicidad. El extremo más radical son los casos detectados, sobre todo en Asia, de abusos infantiles por parte de supuestos voluntarios. Por suerte, son hechos aislados.

En lo que respecta a los adultos, una de las cuestiones más controvertidas es que se considera que esos voluntarios realizan trabajos que perfectamente podrían hacer trabajadores locales cobrando por ello. Según este argumento, es mejor aportar fondos sin ocupar el ya de por sí exiguo mercado laboral.

Finalmente, hay estructuras mentales y sentimientos encontrados, como el síndrome del salvador blanco, en una interpretación supremacista y racista de esta relación. También hay quien piensa que se trata de una actividad a la que acude el voluntario solo para su beneficio personal, su bienestar emocional, sin tener en cuenta dónde y con quién lo está haciendo. Para opiniones, los colores.