
Entre el 28 y el 31 de mayo se celebró una edición muy especial del Camino MICE, una iniciativa organizada por OPC Galicia con el apoyo de Turismo de la Diputación de A Coruña bajo el lema “A paisaxe que sabe”. Concebido como una experiencia de familiarización dirigida a profesionales del sector MICE y medios de comunicación, la propuesta combinó durante cuatro días lo mejor de dos mundos: la riqueza paisajística, cultural y gastronómica del Camino Inglés, y la infraestructura disponible en Galicia para reuniones y eventos corporativos.
Si una cosa quedó clara durante el itinerario es que el Camino de Santiago, en su variante inglesa, puede integrarse como complemento experiencial a la actividad MICE, incentivando nuevas formas de conectar, fidelizar y motivar a los asistentes en un entorno único.
 El viaje comenzó en A Coruña, con alojamiento en el NH Collection Finisterre, un establecimiento cinco estrellas con vistas al mar que alberga espacios versátiles para eventos y acceso a las instalaciones deportivas del Metropolitan La Solana. La ciudad ofreció el primer recorrido experiencial del Camino MICE a través de su emblemático Paseo Marítimo, donde se suceden joyas patrimoniales como las Galerías de la Marina, el Dique de Abrigo, con su Torre de Control Marítimo, y la icónica Torre de Hércules, el faro romano en activo más antiguo del mundo.
El viaje comenzó en A Coruña, con alojamiento en el NH Collection Finisterre, un establecimiento cinco estrellas con vistas al mar que alberga espacios versátiles para eventos y acceso a las instalaciones deportivas del Metropolitan La Solana. La ciudad ofreció el primer recorrido experiencial del Camino MICE a través de su emblemático Paseo Marítimo, donde se suceden joyas patrimoniales como las Galerías de la Marina, el Dique de Abrigo, con su Torre de Control Marítimo, y la icónica Torre de Hércules, el faro romano en activo más antiguo del mundo.
La agenda profesional se combinó con una visita al MEGA (Museo Estrella Galicia), un espacio multifuncional muy apropiado para eventos corporativos, que ofreció a los participantes una inmersión en la cultura cervecera de la familia Hijos de Rivera, culminada con una cata de cervezas.
 Paradas con alma
Paradas con alma
La parte central del programa estuvo dedicada al peregrinaje propiamente dicho, que ocupó dos jornadas del itinerario. Con mochilas, gorras y credenciales personalizadas del Camino MICE entregadas por OPC Galicia, los asistentes partieron desde A Coruña rumbo a Santiago de Compostela, siguiendo las antiguas rutas por las que llegaban los peregrinos procedentes de las islas británicas y otros puertos del norte de Europa.
La logística fue diseñada para combinar comodidad con autenticidad. Las maletas fueron trasladadas en furgoneta de etapa en etapa, lo que permitió caminar con total ligereza. Además, se organizaron puntos de avituallamiento con productos locales, refrescos y sorpresas como una master class de cócteles improvisada por uno de los participantes.
 Durante los intensos pero gratificantes tramos del Camino surgieron momentos de auténtica conexión, vivencias compartidas que superaron lo estrictamente profesional. Desde un masaje improvisado para aliviar un tirón muscular hasta charlas al ritmo del caminar, la experiencia demostró que el entorno natural puede favorecer la creación de lazos que van más allá de los objetivos empresariales.
Durante los intensos pero gratificantes tramos del Camino surgieron momentos de auténtica conexión, vivencias compartidas que superaron lo estrictamente profesional. Desde un masaje improvisado para aliviar un tirón muscular hasta charlas al ritmo del caminar, la experiencia demostró que el entorno natural puede favorecer la creación de lazos que van más allá de los objetivos empresariales.
El Camino MICE incluyó paradas cuidadosamente seleccionadas que permitieron conocer de cerca la hospitalidad gallega. Entre ellas, Casa Graña, en Bruma, donde María relató con emoción su historia de superación personal; o Casa Avelina, en As Travesas, regentada por dos hermanas que también cuidan la capilla de San Roque; sin olvidar el Café Bar Uzal en Ordes, cuya colección de esculturas en piedra impresiona a quien se detiene allí.
El descanso también fue parte clave de la experiencia. Las pernoctaciones se realizaron en encantadoras casas rurales, como Antón Veiras, en Poulo, y Doña María, en Ordena, lugares donde el confort, el entorno natural y la buena mesa crearon un equilibrio perfecto entre desconexión y encuentro.
 Santiago, meta emocional y profesional
Santiago, meta emocional y profesional
El tramo final, desde Sigüeiro hasta Santiago de Compostela, incluyó el paso por el evocador Bosque Encantado antes de desembocar en la emblemática Plaza del Obradoiro. Allí, entre abrazos, lágrimas y sonrisas, los participantes celebraron su llegada frente a la imponente fachada de la catedral compostelana. El esfuerzo físico se tradujo en una recompensa emocional que sólo el Camino sabe ofrecer.
La experiencia concluyó con una estancia en el hotel Oca Puerto del Camino y una cena de altura en Horta d’Obradoiro, un espacio gastronómico con zona ajardinada a pocos pasos de la catedral. Ya al día siguiente, una visita guiada por el casco histórico permitió a los asistentes comprender el profundo simbolismo de la concha del peregrino y descubrir rincones llenos de historia, como el Mercado de Abastos, donde Ramón y su equipo ofrecieron en Nave 5 una muestra de la mejor cocina gallega acompañada de buenos vinos de la tierra, como el godello.
La última parada fue en Casa da Ría, una joya arquitectónica rehabilitada por David Chipperfield que se ha convertido en un centro cultural para exposiciones y eventos. Allí, en su restaurante A Cantina, se cerró un viaje que fue mucho más que una ruta de familiarización.
El Camino MICE no solo muestra una Galicia llena de atractivos para las reuniones, eventos e incentivos, sino que subraya el potencial de crear vínculos entre los asistentes a través de experiencias auténticas. El contacto con la naturaleza, el descubrimiento del territorio, la hospitalidad de sus gentes y el componente simbólico de la ruta generan una vivencia emocional y profesional única. Una propuesta que invita a repensar cómo se organizan los eventos corporativos, integrando el alma del viaje en la estrategia empresarial. Buen Camino… y mejor networking.
 
 


