
La irrupción de Starlink, de SpaceX, ha revolucionado el mercado de la conexión a bordo a través de satélites. Alta velocidad, estabilidad, precios bajos o directamente gratuidad hacen que la experiencia haya ganado una altura inimaginable, especialmente para los que trabajan dentro del avión. Las compañías aéreas compiten por ofrecer el mejor servicio, y eso siempre beneficia al viajero. Pero no todas las batallas se libran en los cielos: nuevas aplicaciones, servicios móviles y procesos en línea, tanto de compra como operativos en el aeropuerto, hacen de la conectividad un factor fundamental para ganar cuota de mercado.
El sector aeronáutico fusiona como ninguno ingeniería y tecnología. De forma paralela a las mejoras de diseño y equipamiento, los avances técnicos han permitido mejorar enormemente la conectividad y el acceso a internet, pero también la seguridad, además de optimizar los distintos procesos, tanto en tierra como a bordo, desde la misma compra del pasaje por una aplicación hasta la recogida del equipaje antes de abandonar el aeropuerto de turno.
Optimización de rutas, ahorro de combustible, eficacia operativa… Sí, pero también experiencia global del cliente en la búsqueda, compra o reserva del vuelo, acceso y disfrute del viaje, facturación o peticiones especiales. Hasta la valoración y recomendación, o no, de la experiencia con la compañía, todo pasa cada vez más por el nodo tecnológico de cada una de las aerolíneas. Es internet al servicio de la aviación.
Internet está en el aire
Qué lejos quedan aquellos tiempos en que en el avión se imponía un apagón tecnológico absoluto y los viajes constituían un intervalo vacío en la conectividad del viajero de negocios. Se ha pasado de la nada a poder mandar un email en medio del Atlántico. Y no se trata de precio, que también, sino directamente de tener la posibilidad de conexión, algo que ya es una realidad en prácticamente todas las clases de la inmensa mayoría de compañías áreas. Una cosa es la conexión wifi y otra la conexión a internet, como es bien sabido, pero ambas opciones han mejorado sustancialmente.
Las opciones son variadas, pero oscilan entre wifi gratis, aunque limitado, y distintos planes de pago, normalmente basados en paquetes de datos. Pese a las buenas noticias y los avances tecnológicos, hoy por hoy la conexión a bordo ofrece choca con algunas dificultades: la seguridad, al tratarse de un conjunto de conexiones a través de la misma red y al mismo tiempo; las restricciones que imponen algunas aerolíneas con determinados formatos y contenidos para no abusar de los datos, como los vídeos en streaming; y, finalmente, la velocidad y la estabilidad, que por ahora siempre varía en función de aspectos como la ubicación del avión, la congestión y el tráfico de la red o las condiciones atmosféricas, que afectan, y mucho, a la conexión.
Además, por si fuera poco, numerosas compañías, como Air France, permiten enchufar dispositivos propios al sistema de entretenimiento y de conectividad, lo que eleva las prestaciones, pero también incrementa la exigencia de una conectividad fiable y segura. Los datos del viajero están en juego en el momento en que se conecta al sistema.
Actores del mercado
A inicios de septiembre saltó a los medios el acuerdo firmado por una de las grandes aerolíneas mundiales, la estadounidense United Airlines, con SpaceX, que permitirá a la compañía ofrecer el internet satelital Starlink a bordo de su flota. La previsión es iniciar las pruebas a principios de 2025 y que esté operativo en sus aviones a finales de ese año. No es la primera compañía norteamericana en usar este servicio, pues Hawaiian Airlines lo ofrece a bordo de sus Airbus A321neo entre el archipiélago y el territorio continental del país, pero sí la primera ‘grande’ de Estados Unidos en hacerlo.
La idea es tener la capacidad de ofrecer internet para navegación, streaming y juegos en línea, lo que multiplicaría las opciones de entretenimiento y de trabajo. De paso, supondría una respuesta a su competidora tradicional, Delta Air Lines, que el año pasado comenzó a ofrecer wifi gratuito a bordo, suministrado en este caso por Viasat. No hay nada como la competencia para acelerar la evolución de los mercados.
En este caso, la compañía norteamericana no ha sido pionera, en la Aircraft Interior Expo de Hamburgo, celebrada el pasado mes de mayo, Qatar Airways anunció ya la instalación, en el último trimestre de este año, de Starlink en tres de sus Boeing 777-300. Esto le permitirá ofrecer wifi de hasta 500 megabits por segundo, para poder navegar, visualizar vídeos y jugar, entre otras muchas opciones, sin interrupciones. Hacia estas propuestas se mueve el mercado.
Con estos anuncios, SpaceX ha cerrado la instalación de su sistema en más de 2.500 aviones que surcan los cielos, y su número no deja de crecer. Según las compañías, a diferencia de sus competidores es un sistema mucho más sencillo de instalar y gestionar en las aeronaves.
Mejoras evidentes
Los expertos coinciden en que en los últimos años se ha dado un salto de gigante en la conectividad a bordo, esencialmente en cuatro aspectos. En primer lugar, en la velocidad y la calidad de las conexiones. Esto permite tener internet de manera rápida, eficaz y sin cortes. Se ha pasado de la imposibilidad de enviar archivos minúsculos a disfrutar de películas en streaming, un auténtico salto de gigante.
Otro aspecto importante es la seguridad, la garantía de la privacidad y la protección de datos de los usuarios conectados a una misma red. Este aspecto resulta de vital importancia entre los viajeros de negocios. Es cierto que todavía se desaconseja entrar en webs personales con información sensible por los riesgos existentes, pero ya no es tan fácil como una conexión genérica simultanea de múltiples usuarios, como la de los aeropuertos o los establecimientos públicos.
El tercer aspecto que ha mejorado sin duda es la generalización, es decir, la democratización del servicio a todas las flotas y clases. Si antes era solo accesible de la cortina en adelante y en vuelos de largo radio, ahora se puede encontrar en rutas de corta y media distancia, y en todas las categorías de reserva, aunque entre ellas varíe el cobro o no y la cuantía por su utilización. No hay que olvidar que, en el caso del Business Travel, puede marcar la diferencia entre utilizar los servicios de una u otra compañía si el usuario necesita estar conectado para trabajar o comunicarse durante el vuelo.
Por último, un elemento clave: el precio. La competencia entre compañías áreas ha provocado auténticas guerras de precios, cuando no directamente su oferta gratuita. Las tarifas, antes prohibitivas, ahora son en muchos casos meramente simbólicas en comparación del coste del billete. Por un poco más, el usuario no duda en adquirir el servicio si le garantiza una conexión fluida y de calidad.
Una cuestión de precios
El wifi se ha extendido en la práctica totalidad de las grandes compañías, y en muchos casos es gratuito para determinados servicios que no conllevan un fuerte consumo de datos. No es lo mismo enviar un mensaje que ver una película de cualquier plataforma. A su vez, la conectividad a internet ha mejorado mucho.
En el caso de las compañías españolas, Iberia cuenta con wifi en la práctica totalidad de su flota, y ofrece el servicio de manera gratuita para acciones como, por ejemplo, utilizar las aplicaciones de mensajería solo con texto, tipo WhatsApp, Telegram y similares. No tiene coste en todas las clases, siempre que el usuario sea cliente de Iberia Plus. Dependiendo de ofertas, temporadas y otras circunstancias, ofrece los tradicionales paquetes de datos, que van desde 3,49 € por una hora de mensajería hasta navegar y usar streaming en todo el vuelo entre 5,99 y 24,99 €, en función del trayecto.
Su competidora Air Europa apuesta desde hace mucho tiempo por internet en sus vuelos, especialmente en los intercontinentales. Acciones como chatear, navegar, usar las redes sociales y consultar el correo son posibles con distintos paquetes de datos, que varían en función del tipo de vuelo. Así, en rutas inferiores a las 4 horas tiene tres tarifas por 2, 5 y 12 euros, mientras que en los desplazamientos de entre 4 y 8 horas varían de 6, 21 a 30 euros. Por encima de ese tiempo, el arco oscila entre 10, 25 y 35 euros. Las tarifas más bajas sirven para usar mensajería instantánea, mientas que las intermedias y las superiores ya permiten la navegación convencional por internet hasta un determinado volumen de datos.
En el caso de Vueling, el rango de precios y prestaciones va desde los 3 euros para chatear y desde 5,99 para navegar. El precio varía según el tiempo de conexión. Como se puede comprobar, los precios están cada vez más ajustados y resulta difícil resistirse a pagar por conectarse cuando esto supone un recargo mínimo en un contexto de billetes a precios muy altos.
Lo ideal es, en tierra y en los primeros minutos, utilizar el wifi, pues en la mayoría de las ocasiones, solo hasta que el aparato ha cobrado altura comienza a prestar servicio de conexión a internet convencional.
Mucho más que navegar a bordo
No toda la innovación en tecnología y conectividad se centra en los vuelos o en la experiencia a bordo. El informe SITA, que analiza los avances en “Tecnología de la Información en el Transporte Aéreo”, revela el progresivo incremento de la inversión tanto de aeropuertos como de aerolíneas hasta 2023, y este año no está siendo distinto.
Entre las principales áreas de mejora se encuentran, en los aeropuertos, todo lo relacionado con la biometría y la identificación, por ejemplo, con pruebas muy satisfactorias, como las desarrolladas por compañías como Lufthansa con Amadeus, KLM o los nuevos dispositivos instalados por Iberia o Finnair. El objetivo es acelerar y hacer más cómodo la experiencia de embarque del viajero, en uno de los procesos tradicionalmente más fastidiosos. La comodidad se ha convertido en un arma para la competitividad, máxime cuando las nuevas generaciones han nacido con un smartphone debajo del brazo.
En los aeropuertos la tecnología no deja de desarrollarse: futuristas controles de seguridad basados, entre otros aspectos, en reconocimiento facial, carros de equipajes tecnológicos, soluciones inteligentes para gestionar las colas de control de equipaje, escáneres de última generación… Hasta asistentes robóticos para información al viajero. Y todo ello conectado y analizado, gracias al big data, para personalizar y optimizar las propuestas y procedimientos a cada uno de los usuarios.
En esta línea de facilitación de tareas, otras áreas de mejora han sido las relacionadas con el check-in, el embarque y el etiquetaje de equipaje, con automatización de procesos y sistemas de seguimiento, como los empleados por Air France y KLM, y en proyecto en aerolíneas como Iberia. La posibilidad de realizarlo fuera del aeropuerto es un enorme avance, ejemplificado por el acuerdo entre Amadeus y Off Airport Check-in Solutions (OACIS). Este sistema factura el equipaje del viajero, transporta las maletas de manera segura y las deposita en las cintas del aeropuerto. La primera compañía en probarlo ha sido Virgin Australia.
Apps y sostenibilidad
Otra dimensión con gran desarrollo en los últimos años han sido las apps y las soluciones relacionadas con la sostenibilidad, la eficiencia energética y la disminución de los residuos y la huella de carbono. Estas van desde las calculadoras de CO2, para que el propio cliente puede optar por compensarla a la hora de registrarse y adquirir su billete, hasta las propias de la gestión de operaciones.
Es el caso de la app FlightPulse, desarrollada por GE Digital Aviation Services. Esta herramienta permite optimizar el consumo de combustible, monitorizar la seguridad del vuelo y generar información para mejorar todos los procedimientos. Su desarrolladora colabora ya con compañías como Emirates, cuya flota ha comenzado a utilizarla a bordo.
Volviendo a la experiencia del viajero, la llegada de motores de búsqueda de vuelos y agregadores es solo el primer paso para una experiencia digital que continúa con el proceso de compra, cada vez más avanzado y soportado con chatbots y determinación de la oferta óptima tras el análisis de datos y la IA.
CÓMO AHORRAR DATOS A BORDO
En el caso de adquirir un bono limitado de internet a bordo, lo más rentable es controlar las conexiones para no agotarlo y tener que adquirir otro o perder el enlace cuanto más se necesita. Los expertos de Redeszone.net proponen una serie de acciones para ahorrar datos:
- Usar un firewall o cortafuegos en el móvil u ordenador para tener internet solo a través de los servicios que nos interesan. Aunque hay muchas opciones, para móvil, previa configuración, proponen NetGuard.
- Limitar las actualizaciones, incluido el propio sistema operativo del dispositivo, pues en muchas ocasiones este se activa automáticamente en cuanto se conecta a una red wifi.
- Configurar los programas de mensajería, como por ejemplo WhatsApp, para que no se descarguen automáticamente vídeos o imágenes. No obstante, hay algunas que se desaconseja usar, en especial aquellas que almacenan vídeos y fotos en caché, pese a que no las descarguemos, como Instagram o YouTube.
- Descargar antes de embarcar lo que necesitemos: documentación en pdf, vídeos, audios, etc. Lo mejor es que estén en la memoria local del dispositivo antes de embarcar.
CÓMO TENER INTERNET EN EL CIELO
A medida que se extiende o generalizan los servicios —como viajar en avión— dejamos de tener en cuenta la complejidad de los procesos y las tecnologías que los hacen posibles. Esto sucede con los sistemas que permiten tener internet a bordo de un avión, a miles de metros de altura.
Internet se sustenta, básicamente en antenas terrestres y satélites. Unas veces se conecta a un tipo, otras a los dos, y en algunas ocasiones a ninguna. El enlace vía terrestre se basa en pequeñas antenas que el avión tiene en su parte inferior, y que se conectan a las antenas que se encuentran a ras de tierra. En estos casos la velocidad de intercambio de datos es baja. Además, resultan poco estables. Hay que tener en cuenta que no es lo mismo una ciudad que el campo, y que las antenas están diseñadas para dar soporte a ras de tierra.
La segunda opción es la conexión sustentada en satélites. Es más cara, pero también tiene mayor estabilidad y ofrece una mayor velocidad. Para empezar, no va saltando de antena en antena, como en la versión terrestre. Este tipo, del que Startlink es solo un proveedor, es la que paulatinamente se está imponiendo en el mercado, en especial por la calidad del servicio que ofrece.