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BOGOTÁ. El tesoro de la sabana

Fernando Sagaseta

Desde los 180 m bajo tierra de la Catedral de Sal hasta la cima de la montaña de Monserrate, a 3.200 metros de altura,casi todo es posible en Bogotá y sus alrededores, una de las capitales más vibrantes de América por capacidad de transformación, desarrollo económico y actitud positiva. El turismo de reuniones e incentivos se ha beneficiado de una mejora evidente de la seguridad en los últimos años y cadenas españolas como NH plantean aquí algunas de sus estrategias de expansión más ambiciosas. Por algo será.

Ninguna gran ciudad es perfecta y la capital colombiana, esa gran metrópoli de casi 7 millones de habitantes en mitad de la sabana de Bogotá y a pocos kilómetros del lugar donde nació la leyenda de El Dorado, confirma la regla. Es inevitable cierta sensación de agobio cuando se pisa por primera vez. El “trancón”, como lo llaman allá, esa vorágine circulatoria que atrapa a los conductores en interminables atascos, obliga a programar los tiempos de otra manera. Los bogotanos están más que acostumbrados y lo soportan con humor y resignación.

Como la eterna promesa del metro no acaba de llegar, la autoridad municipal intenta paliar la situación con el “pico y placa”, una medida que restringe la movilidad de los vehículos según su matrícula por días pares o impares en las horas punta. Vigente desde el primer mandato del alcalde Enrique Peñalosa, hace más de 15 años, la receta ha ido ampliándose. De la misma época data el proyecto Transmilenio, una red de autobuses exprés con carril exclusivo por las principales arterias que funciona razonablemente bien y que se ha convertido en un referente mundial.

Salvada la primera impresión, la ciudad empieza a entrar rápidamente por los ojos y se vuelve más amable. En primer lugar, por los majestuosos picos de la cordillera Oriental de los Andes, a cuya falda se encaraman algunos de los mejores barrios residenciales (y también los peores asentamientos). Sin duda, un excelente punto de referencia para orientarse en una ciudad que sigue pautas típicamente neoyorquinas (a su manera, eso sí), como el hecho de ordenar numéricamente calles y carreras (avenidas).

Otro atractivo indudable de la capital es el centro histórico, un primoroso dédalo de calles empinadas, viejas casonas y patios coloniales donde se encuentran los museos más importantes, así como verdaderas joyas arquitectónicas encarnadas en iglesias, centros culturales, facultades universitarias y edificios administrativos que pueblan el barrio de La Candelaria, del siglo XVI. También merecen una incursión a fondo Usaquén, la localidad anexionada en los años 50 donde se encontraban las haciendas de las familias más adineradas; la Zona Rosa, con muchísimo ambiente de día y de noche; o la Zona G (de Gourmet, el nombre lo dice todo…), elegante y señorial, en la que se alza el principal centro financiero, rodeado de una oferta hotelera de primer nivel.

INFRAESTUCTURA MICE

La capital colombiana está razonablemente bien comunicada por aire. Actualmente tiene conexión directa con 22 países, con los que se operan unos 700 vuelos directos internacionales. El aeropuerto de El Dorado fue remodelado recientemente y luce un aspecto moderno y funcional. Desde la terminal Puente Aéreo, a un kilómetro, se puede conectar con las principales ciudades colombianas mediante la red de Avianca. A medio plazo, el objetivo es alcanzar un tránsito de 34 millones de pasajeros. Además, hay planes para construir un aeródromo para aviación privada en la cercana localidad de Madrid (Cundinamarca).

Tampoco se puede quejar Bogotá de su nivel de hospedaje. Se calcula, nada menos, una oferta de 17.000 habitaciones en establecimientos de 4 y 5 estrellas. Además del desembarco de NH Hotel Group, que tras la adquisición de la cadena Royal el año pasado suma ya 10 hoteles en la capital, grandes firmas internacionales como Hyatt, Radisson, Wyndham o Movich han invertido en ella últimamente.

La gran apuesta para el mercado de las reuniones es Ágora Bogotá, el vanguardista centro de convenciones en cuyo diseño ha intervenido el arquitecto español Juan Herreros, que tiene previsto abrir sus puertas el primer trimestre de 2017. Forma parte de Innobo, un proyecto urbano de iniciativa público-privada que promueve el desarrollo de un Distrito de Ferias, Eventos y Convenciones. Gracias a él se están acometiendo en la zona obras de mejoramiento para crear parques, alamedas, carriles de bici y aceras.

Ágora será un gran cubo traslúcido de cinco plantas con una fachada formada por kilómetros de franjas led para su iluminación artificial y controladores que permitirán una variación sobria de tonos para generar sensación de movimiento y diversidad, dependiendo de la ocupación de edificio. En su interior, con gran atrio y generosos espacios diáfanos, habrá 18 salones de reuniones, cuatro salas de apoyo y una planta entera para eventos con capacidad para 4.000 personas, además de un millar de plazas de aparcamiento.

El eje del distrito será también un hotel Hilton de nueva construcción que pretende erigirse como todo un icono. Estará a la entrada de Corferias, el antiguo complejo para muestras y exposiciones, que seguirá funcionando como tal con ciertas remodelaciones. En cualquier caso, ya hay como 2.000 habitaciones en un radio de 15 minutos de distancia, con un Sheraton, un Marriott y un Wyndham Tryp, entre otros.

VENUES CULTURALES

El centro de congresos, en el que hay muchas ilusiones puestas —además de recursos económicos aportados por el Fondo de Promoción Turística—, va a complementar a la perfección una serie de venues, más reducidos en dimensiones, pero con un valor histórico y artístico muy particular. Aquí es necesario hacer un esfuerzo de selección, porque las opciones son variadas.

Empezando por el Museo del Oro, con su excepcional colección de orfebrería procedente de trece culturas indígenas, donde se atesoran 34.000 piezas del preciado mineral y 25.000 objetos de cerámica, piedra, concha, hueso y textiles. Además de ser visita obligada en la ciudad —también para conocer la subyugante leyenda de El Dorado, cuyo origen se sitúa en la laguna de Guatavita, a unos 65 km hacia el norte—, la institución que se yergue en pleno corazón de La Candelaria ofrece algunos espacios donde organizar eventos fuera de las horas de afluencia de público.

Dando un paseo se llega hasta el Museo de Botero, uno de los artistas del país con más proyección internacional, que alberga un total de 123 obras propias, así como una buena representación de los principales movimientos pictóricos de finales del XIX y principios del XX. Todo ello en una casona colonial donde en sus tiempos estuvo el Arzobispado. Desde luego, un extraordinario escenario para eventos no excesivamente numerosos, como los que se pueden celebrar en el centro cultural dedicado a otro de los colombianos universales: Gabriel García Márquez. Ubicado como el anterior en el casco histórico, dispone de un par de auditorios, diversas aulas, un patio y un vestíbulo como lugares para alquilar, entre otros.

Tirando hacia el norte, sobre la Carrera Séptima y junto a la moderna zona de la Calle 93, emerge como un oasis una antigua hacienda colonial que puede imprimir un auténtico sabor campestre a cualquier reunión o evento en medio de la urbe. Se trata del Parque y Museo Mercedes Sierra de Pérez, más conocido como El Chicó, con sus estupendos jardines y árboles centenarios. Aquí se han celebrado desde convenciones y seminarios, hasta desfiles, lanzamientos, exposiciones, asambleas o desayunos ejecutivos, tanto en La Casona, que data del siglo XVIII, como en la Casa del Parque o en la Sede Júnior, con capacidad para 170, 100 y 60 personas sentadas, respectivamente. En la primera se pueden organizar también cócteles para 500 invitados.

Merece la pena darse una vuelta por la colección, con innumerables piezas de los cinco continentes reunidas por doña Mercedes, una viajera impenitente y un pelín excéntrica —sin duda adelantada a su época— que fuera hija del acaudalado empresario Pepe Sierra, toda una institución en el país… ¡y con un historión detrás! Por la misma zona, y para encuentros más limitados (hasta 70 personas), nada como la Fundación-Casa del maestro Enrique Grau, famoso por sus retratos indigenistas, un lugar de lo más agradable, cargado de obras de arte y con un acogedor patio donde se puede montar una carpa.

La historia y la cultura se dan la mano en más venues dispersos por la ciudad. Es el caso de la biblioteca Virgilio Barco, que está tomando un gran impulso últimamente como sitio de reuniones; el auditorio Luis Ángel Arango; el teatro del centro Julio Mario Santo Domingo; el museo Santa Clara; el museo Nacional; o el magnífico teatro Colón. Algunos de ellos son marcos cuasi idílicos para cenas de gala.

VENUES NATURALES

Sin olvidar estupendas localizaciones naturales, como el jardín Botánico, el parque museo La Ferrería o el parque metropolitano Simón Bolívar de Salitre (un inmenso pulmón verde donde además se pueden realizar numerosas actividades, con su lago embarcadero, su pista ecuestre y su plaza de eventos de 37.000 m2), hay un sitio  que destaca especialmente sobre los demás, aunque para ello hay conducir durante una hora, dependiendo del tráfico, o coger un tren turístico hasta llegar a la localidad de Zipaquirá tras atravesar vastos cultivos de flores y hermosos prados para ganaderías lecheras.

En ella se encuentra la singular Catedral de Sal que, según una encuesta realizada en 2007 entre los nacionales, es la primera maravilla de Colombia. Ahí es nada. Construida en el interior de las minas, a 180 metros bajo tierra, se ha convertido en una atracción turística de primer orden y en un lugar de los más originales que se puedan encontrar para la celebración de reuniones y eventos de toda clase, donde también tienen cabida las actividades de incentivo.

Aunque a veces hay ceremonias religiosas, el complejo es sobre todo un lugar de peregrinación de visitantes que hacen recorridos por las asombrosas naves excavadas en sal, el show de luces y sonido, las películas en 3D, el espejo de agua, los talleres didácticos o el museo de la Salmuera. También se divierten en el muro de escalada, formado por una enorme ceiba de hormigón, o las actividades deportivas en las 23 hectáreas de espacios verdes.

Para las necesidades del mundo MICE, el complejo funciona como un centro de convenciones, especialmente la nave del Nacimiento y la nave de la Resurrección, con un aforo entre 400 y 600 personas, según el montaje, o el auditorio, de 260 asientos. La nave Central está más orientada a conciertos, aunque puede albergar cualquier tipo de evento. De hecho, en el coro se sirven a menudo cócteles. También ha acogido cenas mineras a media luz, en las que se suministran cascos y linternas a los comensales. Hasta ofrece una sala vip, por si la solicita algún grupo.

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Aunque la planta hotelera de Bogotá es ciertamente extensa, variada y de calidad, la gran novedad del destino es el desembarco de NH Hotel Group tras una ambiciosa operación que culminó a principios del año pasado con la adquisición de la cadena local Royal Hoteles. El resultado es un portfolio de 15 hoteles en Colombia que aglutinan 1.700 habitaciones, de los que 8 han sido reconvertidos a la marca premium NH Collection y 7 a la enseña NH Hoteles. Diez de ellos se encuentran en la capital y el resto en Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena.

Adicionalmente, el grupo ha integrado los cuatro hoteles de Royal ubicados en Chile (Santiago, Antofagasta, Iquique y Concón), así como el de Ecuador (Quito). NH dispone de uno de los portfolios más amplios y atractivos de Latinoamérica para los viajeros de negocios, con presencia en Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Haití, México, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En total son 57 establecimientos que ofrecen 10.000 habitaciones.

Los de Bogotá son los siguientes:

NH COLLECTION TELEPORT ROYAL. En el parque empresarial Teleport, muy cerca de dos de los principales centros comerciales de Bogotá y de los edificios de arquitectura colonial de Usaquén. Con 251 habitaciones y 14 salas de reuniones, la más grande con capacidad para 250 personas. Calle 113, nº 7-65

NH COLLECTION WTC ROYAL. Junto al World Trade Center de Bogotá, en uno de los principales distritos de negocios, y cerca de Parque de la 93. Ofrece 15 salas, desde oficinas de pequeño tamaño hasta grandes espacios, con capacidad hasta 500 personas. Carrera 8A, nº 99-55-World Trade Center

NH COLLECTION ANDINO ROYAL. En pleno barrio de El Chicó, una de las áreas residenciales más cotizadas de la ciudad. Dispone de 70 habitaciones y dos salas de reuniones para 10 y 35 personas, con mucha luz natural. Calle 85, nº 12-28

NH COLLECTION TERRA 100 ROYAL. Hotel de nueva construcción, abierto en febrero de 2014, muy bien situado para acceder al norte y al oeste de Bogotá. Dotado con 73 habitaciones y dos salas cómodas y luminosas, así como terrazas ajardinadas en el piso 10 para eventos. Calle 100, nº 19A-70

NH COLLECTION HACIENDA ROYAL. En el corazón del distrito colonial de Usaquén, cerca de restaurantes de alto nivel, calles comerciales peatonales llenas de vida y el centro comercial Hacienda Santabárbara. Con 82 habitaciones y cuatro salones para acoger hasta 100 personas. Calle 114, nº 6-02

NH BOHEME ROYAL. Ubicado en la Zona T, conocida por sus restaurantes y su vida nocturna. Ofrece 66 habitaciones y 3 salas de reuniones, la mayor para 25 personas. Calle 82, nº 12-35

NH PAVILLON ROYAL. De arquitectura francesa, se encuentra en las inmediaciones del Parque de la 93. Espacios para reuniones de hasta 90 asistentes. Calle 94 nº 11-45

NH METROTEL ROYAL. Cerca del distrito financiero, cuenta con 336 habitaciones y zona vip en las plantas 10 y 11, así como 17 salas de reuniones y eventos. Calle 74, nº 13-27

NH URBAN 93 ROYAL. Junto al Parque de la 93, en el distrito de El Chicó. Dispone de dos salas para reuniones entre 10 y 20 personas. Calle 93B, nº 18-42

NH URBAN 26 ROYAL. A escasos 10 min del centro comercial Calima y del barrio histórico de La Candelaria. Cerca también de Corferias. Dispone de 5 salas. Carrera 33, nº 25F-18

ANDRÉS CARNE DE RES
Aunque se encuentra en Chía, en las afueras de la ciudad, la visita es ineludible. Con una decoración apabullante a base de miles y miles de adornos y reliquias, es el templo de la diversión, con buenas carnes y rumbeo al terminar de comer. Ambiente muy loco, con fanfarrias animando al personal y una mezcla muy equilibrada de turistas y bogotanos. Cuenta también con una franquicia, Andres DC, en la Zona T, junto al centro comercial El Retiro.
Cl, 3 nº 11ª-56. Chía.
Tel. +57 1 863 7880  / www.andrescarnederes.com

GAIRA CAFÉ
Buena comida costeña para un local muy popular, en parte por su dueño, el músico y actor Guillermo Vives, hermano de Carlos, el famoso cantante, quien suele actuar por sorpresa de cuando en cuando. Excelente ambiente, con actuaciones llamativas y gran servicio. Ideal para pequeños grupos.
Carrera 13, nº 96-11
Tel. +57 1 746 2696 / www.gairacafe.co

LA JUGUETERÍA
Un establecimiento muy llamativo, profusamente decorado con motivos de cuentos célebres y personajes del cómic y la animación. Se encuentra en el barrio de La Macarena y está muy orientado a celebraciones y eventos. Aquí se puede tomar una ensalada Blancanieves, un pescado Captain Haddock o un licor Caperucita Roja.
Carrera 19, nº 147-30
Tel. +57 1 300 0869 / www.restaurantelajugueteria.com.co

RUMBEANDO ENTRE LAS PULGAS

Bogotá da para mucho cuando llega el tiempo de ocio. Una de las actividades más populares es coger el Tren de la Sabana, con su locomotora clásica de vapor, en la estación de Usaquén. Una bonita manera de conocer los alrededores de la capital mientras una banda papayera ameniza el viaje. Hay paradas en La Caro y en Cajicá, aunque lo suyo es llegar hasta Zipaquirá, que además de la famosa Catedral de Sal, ofrece lo mejor del sabor colonial en sus calles, soportales e iglesias. Otro de los clásicos es la subida al cerro de Monserrate en teleférico o funicular. Desde sus 3.152 m, las vistas son sobrecogedoras. Tras la visita a la basílica, el plan se redondea con una comida en uno de los dos estupendos restaurantes que hay arriba.

Entre los turistas el shopping sube como la espuma. Aunque hay estupendos centros comerciales, lo que atrae al forastero son los mercados de las pulgas, es decir, esos entrañables rastrillos donde encontrar todo tipo de objetos usados, antigüedades y piezas de artesanía a buen precio. Destacan los de San Alejo, en el centro, y San Pelayo, en Usaquén, los domingos y festivos de 8 a 16 h. En general, en Bogotá se venden muy bien los artículos de cuero, desde maletas, hasta calzado, chaquetas o marroquinería de toda clase y condición. Las plazas de mercado y las centrales de abastos también son lugares tradicionales para comprar alimentos con gran tirón turístico, sobre todo en Paloquemao, La Perseverancia y Corabastos, donde practicar el regateo, aquí más conocido aquí como la ñapa o el encime.

El carácter juerguista de los colombianos es otro de los grandes reclamos. Aunque quizá no haya que recordarlo mucho entre los grupos que llegan a la ciudad para participar en un congreso o en una convención, lo cierto es que salir a “rumbear” (de fiesta) es uno de los deportes favoritos de los jóvenes y no tan jóvenes durante la noche. Las opciones son variadísimas, abarcan todos los gustos y no necesariamente están ligadas a los ritmos latinos. No en vano, el Sónar, festival de música electrónica y experimental nacido en Barcelona, se celebra también en Bogotá desde el año pasado. Ojo, que estamos a unos 2.600 m de altura, en lo que se conoce como la sabana, un gran valle que no deja de estar enclavado en plena sierra. El clima montañoso es impredecible y en las noches la temperatura suele ser baja. Para combatirla, hay que echar mano del ajiaco, la popular y energética sopa a base de tres clases de papas, arroz, pollo, maíz, crema de leche, hojas de huasca y alcaparras. El mejor antídoto.