
En el corazón de Ibiza, entre sabinas, almendros e higueras centenarias, se encuentra uno de los rincones más emblemáticos de la isla: Can Lluc Boutique Country Hotel & Villas. Esta antigua finca familiar, convertida en agroturismo de referencia desde 2003, ha sabido conservar el alma payesa respetando la arquitectura tradicional, los ritmos de la naturaleza y las historias que habitan sus muros.
Este verano, Can Lluc da un paso más en su apuesta por la autenticidad con una nueva propuesta gastronómica liderada por la chef Marga Prats, una de las embajadoras más queridas de la cocina pitiusa.
Marga no aprendió en una escuela de cocina, sino en el corazón palpitante de su casa: la cocina familiar. Su madre, su abuela y, especialmente, su padre Vicent —maestro de arroces— le transmitieron no solo las recetas, sino la manera de mirar los ingredientes con respeto, amor y creatividad.
«Si ahora tuviera 20 años, seguramente estudiaría cocina —confiesa Marga—, pero me aterra perder esa pasión que siento por lo local, por los ingredientes ibicencos. No quiero que la técnica desplace al alma». Esa esencia se nota en cada plato que prepara. Marga cocina como quien cuenta una historia: con paciencia, con mimo, con ingredientes de kilómetro cero y con la intención de que quien se siente a la mesa, sienta Ibiza.
Una cocina que huele a memoria
En el restaurante de Can Lluc, la propuesta de Marga es un recorrido por los sabores más auténticos de la isla. No se trata de reinterpretaciones complejas ni de artificios culinarios, sino de una cocina honesta, ligada a la tierra y al mar. Una cocina que huele a memoria. La paella ibicenca de pescado, el arroz negro con sepia, la ensalada payesa, las cocas saladas con sofritos de temporada, el bogavante con huevos y sobrasada, el flaó, la greixonera, las orelletes… Cada receta está pensada para emocionar, para conectar al comensal con una Ibiza que aún late lejos del bullicio.
Marga, que participó en el recetario Peix Sí! impulsado por el Consell Insular y Peix Nostrum, es una defensora incansable del producto local y de temporada. Colabora con asociaciones, cocina para amigos y familia, y cree que compartir mesa es una forma de hacer comunidad. En Can Lluc, Marga ha encontrado el lugar perfecto para expresar su visión. La antigua casa del abuelo, hoy transformada en un agroturismo de lujo, conserva el espíritu de lo que fue: un lugar de encuentro, de trabajo, de celebración.
«Aquí hay un equilibrio entre lo de antes y lo de ahora», comenta Marga. «He sentido desde el primer momento que compartimos valores: el amor por la tierra, por lo auténtico, por lo bien hecho», añade. Y es que la familia propietaria de Can Lluc ha cuidado cada detalle para que el visitante se sienta parte de esta historia. Desde el paisaje rural que rodea el hotel hasta el silencio que envuelve las cenas al aire libre, todo invita a bajar el ritmo y disfrutar.
¿Qué tiene la cocina ibicenca que tanto emociona? «Tiene verdad. No pretende impresionar, sino alimentar. Y lo hace desde el sabor, pero también desde el recuerdo. Aunque nunca hayas estado en Ibiza, cuando pruebas una ensalada de crostes y cierras los ojos, algo te resulta familiar, como si conectaras con una historia que también podría ser tuya», evoca la chef.
La propuesta gastronómica de Can Lluc no es solo una oferta de restauración, sino una experiencia que conecta con el alma rural y mediterránea de Ibiza. En un entorno natural inmejorable, con una carta viva que cambia según los productos de la semana, comer en Can Lluc es una forma de viajar en el tiempo y de volver a lo esencial. Porque cuando tradición, territorio y talento se unen, el resultado es puro sabor a isla.










