
El emblemático Club Financiero Génova ha inaugurado recientemente una nueva etapa en la capital española de la mano de Azotea Grupo y Familia La Ancha. Ambos se han unido para llevar a cabo una actualización integral del espacio y la propuesta gastronómica.
Ubicado en las plantas 14 y 15 del Centro Colón, cuenta con 2.800 m2 y brinda una de las mejores panorámicas 360º de la capital. La cocina lleva la firma de Nino Redruello y el interiorismo ha sido obra de Arquitectura Invisible y Alejandra Pombo Estudio.
Inaugurado en 1973, representa la tradición de los clubes de los siglos XIX y XX, pero adaptada a las necesidades contemporáneas, siempre con su toque de exclusividad. La gran novedad es que, por primera vez en 50 años, está abierto al público general, además de a los socios, aunque sujeto a ciertas condiciones de días y horarios.
La planta 14 del edificio acoge una zona de trabajo exclusiva para socios y dos comedores, además de dos barras y terrazas con impresionantes panorámicas de Madrid. Aquí se encuentra también la zona reservada para eventos privados y corporativos, que dispone de una terraza propia. Por su parte, en la azotea de la planta 15 ofrece coctelería de autor con una carta de picoteo, todo ello en una atmósfera más distendida de mesas altas y sofás, con un incomparable skyline de fondo.
Gastronomía de altura
Para Nino Redruello, cabeza visible y cuarta generación de Familia La Ancha, “ha sido un proyecto muy ilusionante que nos ha hecho plantearnos las diferencias respecto a un restaurante a pie de calle”. Entra ellas menciona su personalidad, “que ocurran y se ofrezcan cosas que no se pueden encontrar en otros lugares”. También destaca la personalización de la oferta. Partiendo de esta reflexión, Nino ha diseñado una carta amplia y dinámica que tiene su inspiración en los más de cien años de tradición familiar, en dos antiguos recetarios de 1499 y 1920 y en algunas de las casas de comidas que han marcado la historia culinaria de Madrid.
Con el sello La Ancha aparecen en la carta sus célebres croquetas de jamón o una versión de la tortilla Velazqueña, con salsa de callos, jamón, trufa o caviar. Entre las recetas antiguas rescatadas y actualizadas al estilo del chef sobresalen, por ejemplo, la ensalada de San Isidro o el calamar de anzuelo “a lo Sochantre».
Otros platos dejan un regusto más tradicional, como el arroz al horno de ‘pitu de caleya’, los garbanzos glaseados con ternera y cigalitas o la merluza rebozada en salsa verde con berberechos. No hay que olvidar las excelentes materias primas, casi en estado puro, como la dorada salvaje en tartar, las anchoas de Guetaria en salmuera, los tirabeques ‘sugar snap’ o el lomo de res nacional a la parrilla.
El particular homenaje de Redruello a algunas casas de comidas míticas se percibe a través de sus recetas más famosas. Por ejemplo, el caldo consumado que calentaba el alma del mismísimo Valle-Inclán en el Café de la Montaña de la Puerta del Sol, una interpretación del memorable bistec del Café de Fornos, en la calle Alcalá o el lenguado entero rebozado que preparaban en Casa Aroca.
La oferta del restaurante incluye también una nutrida selección de postres caseros, entre los que no faltan la aclamada tarta de queso de Fismuler, con toques de queso azul y ahumado, y algunos clásicos de la repostería burguesa, ya casi desaparecidos de la restauración, como el soufflé Alaska (relleno de helado) o la isla flotante, una suerte de merengue sobre crema inglesa.










