Además de las aglomeraciones en las principales calles, de las luces y los anuncios de turrón, se sabe que la Navidad está cerca cuando llega la cita anual más esperada y temida del año: la cena o comida con los compañeros y jefes para desearnos todos juntos, en más compañía que amor, unas felices fiestas y un productivo año nuevo. ¿Qué es lo apropiado y lo que no en el gran evento corporativo por antonomasia?
Se nota y se siente, la Navidad (casi) está presente. Y si no, sólo hay que probar a golpe de teléfono lo que cuesta encontrar una mesa libre en los restaurantes más cool de cada ciudad o una sala disponible de los hoteles más trendy para el viernes /sábado de las dos semanas que preceden al día 24 de diciembre. Sí, la comida o cena de Navidad de la empresa ya está puesta en el calendario de todos los jefes, directores y personal de andar por casa de todo el país.
Hay muchas formas de encarar del evento corporativo que más calado tiene en la vida de una empresa. Aquí van unas cuantas píldoras para que el trago sea lo más llevadero posible o al menos, la resaca del día siguiente tenga más dosis de ‘qué bien me lo he pasado’ y no tantas de ‘tierra, trágame’:
-Primera cuestión: ir o no ir
No es por un ‘si hay que ir se va’, pero aunque el compañero de departamento nos ponga habitualmente los pelos de punta, la cena de Navidad es el momento en el que los protocolos se relajan, jefes y subordinados se sientan a la misma mesa y como mandan los cánones navideños, impera el buenrollismo. Y sin duda, es mejor estar a que te lo cuenten y no dar la impresión de no estar interesado en todo lo que tenga que ver con la empresa, faltaría más.
-Saber a qué se va
Y en este apartado se engloba desde el vestuario a los motivos por los que una empresa organiza un evento de este tipo. La regla en el vestir es común para ambos géneros: no es una cena de gala, fuera las pajaritas y las estolas, hola al dresscode casual mientras nadie diga lo contrario. Es decir, no llamar la atención, ni por exceso ni por defecto.
Y no olvidar que si por una vez el CEO está a menos de dos metros bailando la cumbia, es para fomentar el espíritu de compañerismo de la entidad que preside, no para facilitar los aumentos de sueldo o similares. No es el momento ni el lugar, y aunque sea inevitable hablar de trabajo, al menos hacerlo en un tono relajado.
-No hablarás mal del compañero del departamento de enfrente
Los cotilleos suelen estar a la orden del día pero cuidado con lo que se dice cuando se han tomado un par de copas y sobre todo a quién. Puede ser que el criticado sea el cuñado o el hermano del interlocutor y hay jardines de los que es difícil saber salir. Evitar también temas polémicos o controvertidos que puedan sacar a relucir lo más visceral del de al lado, es decir: política, religión, fútbol o toros. Más vale tener una conversación insulsa de ascensor que relajar al hooligan que hay en cualquier oficina.
-Ojo a los afectos desaforados
Asimismo conviene recordar que el jefe más bailongo al día siguiente sigue siendo jefe, y como la carroza de Cenicienta,volverá a convertirse en calabaza en cuanto suene el despertador de nuevo. Es decir, que si consigue seguirte el ritmo, al día siguiente no esperes un abrazo efusivo frente a la máquina del café.
-Momento exaltación del compañerismo y amistad
Vaya por delante que es aconsejable beber con moderación, aunque sea por los temidos y más que frecuentes controles de alcoholemia de estos días. Pero si aún así se nos va de las manos, intentar olvidarse de la afición frustrada de cantante de Eurovisión puede ser una tabla de salvación para estos eventos. Los móviles con los selfies y cámaras de vídeo incorporadas pueden hacer de un gran momento (etílico) de gloria el momentazo a recordar durante meses.
Si antes de salir de casa, se toman precauciones mucho mejor, lo que viene a ser, cambiar la configuración de Facebook para que nadie pueda etiquetarnos en fotos comprometidas. Y ya metidos de lleno en el espíritu navideño, habría que recordar eso de ‘no hagas lo que no quieras que te hagan’, es decir, si el de Recursos Humanos empieza a darlo todo con un micrófono a lo Raphael, evita subirlo a las redes sociales. La venganza siempre se sirve en plato frío al año siguiente.
-Es de bien nacidos ser agradecidos
Después de pasar una velada inolvidable en la que todo ha salido a pedir de boca, no está de más dar una palmada en la espalda al equipo que ha conseguido hacernos brindar por el 2016 de una forma tan divertida como eficiente. Y si, a pesar de todos los años de aprendizaje del noble arte de salir indemne de estos eventos, hemos metido la pata, tampoco está de más agradecer al resto la paciencia para aguantar nuestro speech anual de ‘ay lo que os quiero’ y aceptar de buen grado las risas que durarán hasta la próxima cena.
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