Algunos miembros de diferentes tripulaciones habrían contraído enfermedades derivadas de la atmósfera generada en el interior de los aviones, aunque no parece que este fenómeno pueda afectar a los pasajeros.
La calidad del aire en el interior de los aviones está siendo investigada desde los años 70 y de vez en cuando salta a las páginas de los periódicos, desgraciadamente cuando se produce algún caso alarmante. El último afecta a una azafata de líneas regionales de la compañía australiana Qantas, obligada a retirarse como consecuencia de una enfermedad contraída por la mala calidad del aire en cabina.
La asociación británica de pilotos ha pedido al gobierno que se implique en la necesidad de aclarar si la atmósfera del interior de los aviones es realmente nociva. Este hecho no afectaría a los pasajeros, sino a la tripulación de cabina, expuesta durante muchas horas a los posibles factores tóxicos.
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