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Una nueva oportunidad para los destinos medianos

CARMEN SAMPEDRO
DIRECTORA DE SANTANDER CONVENTION BUREAU

Carmen Sampedro_Santander CB

No todos los destinos son iguales, ni sufren de la misma manera los efectos del turismo masivo, pero tampoco permanecen ajenos a él. En el camino hacia un desarrollo sostenible, los destinos medianos pueden adquirir un protagonismo singular, con respuestas diferentes a las demandas de los nuevos tiempos. El creciente interés por opciones alternativas a los grandes polos de atracción del MICE es una oportunidad para una actividad más ordenada y equilibrada.

 

Frente a las grandes ciudades receptoras tradicionales del turismo MICE, los destinos medianos emergen como alternativa en la organización de eventos con una dimensión más ‘humana’. El tamaño facilita que la experiencia sea más personalizada y menos congestionada. El aspecto económico también cuenta, ya que el coste del evento en estos destinos suele ser más barato en términos de alojamiento y servicios. Y no hay que olvidar el ahorro en desplazamientos, que permite aprovechar más el tiempo y mejora de la experiencia del visitante.

Con independencia del tamaño, los destinos se encuentran en un momento estratégico donde los responsables políticos, junto con el tejido empresarial, tendrán que concretar —en algunos casos— y reafirmar —en otros— cómo quieren crecer. Muchas son las variables que se tendrán en cuenta, pero la definición de los productos turísticos resulta esencial. Las ciudades medianas que se encuentren en el momento diseñar sus políticas turísticas futuras encontrarán en el MICE una herramienta perfecta para abordar el crecimiento de una manera ordenada y sostenible.

Y es que, más allá del efecto desestacionalizador o su impacto directo en la economía de servicios, hay otras razones que cobran especial protagonismo en una coyuntura donde crece la animadversión hacia el turista y el temor a caer en un turismo descontrolado. Aquí es donde el MICE aparece como una palanca de control que previene este tipo de actitudes, ya que las reuniones y eventos corporativos requieren de una previsión y una anticipación generalmente ajenas al vacacional.

Los organizadores no pueden dejar casi nada a la improvisación. Muchos congresos tienen lugar cíclicamente, con un proceso que comienza hasta dos años antes de su celebración. Igualmente ocurre con los eventos de empresa, que mantienen cierta regularidad en su programación. El MICE permite conocer de antemano la ocupación hotelera y todo está mucho más controlado. Los destinos cuentan con más tiempo para conocer las necesidades del cliente y prepararse, algo que puede evitar las consecuencias negativas frente a los residentes por las concentraciones en ciertos momentos del programa.

La previsión permite además gestionar la comunicación para preparar a la población que va a recibir a estos grupos, no solo en torno a los posibles inconvenientes que pueda generar la acogida, sino aprovechando también para informar sobre el impacto positivo que el evento deja en el destino, que va más allá del económico.

A pesar de los claros beneficios, los destinos medianos tendrán que luchar con desventajas estructurales frente a los grandes, sobre todo las infraestructuras para la accesibilidad aérea o ferroviaria, pero también la diferenciación frente a competidores y la promoción a nivel internacional. Volvemos a la necesidad de orden, de previsión, de una planificación en el marco de una estrategia sostenible que conlleve un desarrollo integral económico y social, acorde con las prioridades de los nuevos tiempos.