
AVILÉS. Sin prejuicios
Que las curvas de una mujer brasileña sean el símbolo y el principal reclamo de Avilés, es una más de las muchas ideas que pueden romper los esquemas en esta ciudad con miles de años de historia. Niemeyer la eligió para ubicar su única obra en España, hace ya casi diez años, y fue la guinda para la transformación de la villa. De la imagen gris ya no quedan más que algunas chimeneas sin humo. Pero lo que no ha cambiado es su carácter emprendedor.
«Es Avilés la ciudad más bonita y galante, tiene comodidades de una ciudad grande. Hay ‘comer’, hay comercios de gran importancia…» Así empieza una popular canción avilesina que se suele escuchar en las fiestas de El Bollo, unas de las más populares en la villa y que este año se ha tenido que celebrar, como muchas otras en España, en casa. Arrebatos paisanos aparte, en unos pocos versos se resume la esencia de una ciudad que poco tiene que ver con la idea preconcebida de decadencia industrial.
A pocos kilómetros del aeropuerto de Asturias y de los otros dos referentes de ese triángulo asturiano imprescindible formado por Oviedo y Gijón, Avilés está trabajando —y logrando— quitarse de encima el lastre de la imagen ciudad gris sin más. La innovación va tan unida a Avilés como la ría que, con salida al mar, ha puesto a la ciudad en el mapa de comerciantes de todas las épocas.
BONITA Y GALANTE
En esta ciudad lo moderno e industrial también va de la mano de lo de siempre. Para descubrirlo, viene bien olvidarse del coche para patear por las calles del casco viejo, reconocido como Conjunto Histórico Artístico. Aquí no nos vamos a cansar de ver iglesias, casonas y palacetes. Entre otros, el de Ferrera —hoy reconvertido en un NH Collection— el de Maqua, el de Llano Ponte o el de Balsera. Muestra de que, ya desde antaño, en concreto desde la Edad Media, en esta villa se movía, y mucho, el dinero fresco. De la ciudad saldría el conquistador de Florida y gobernador de Cuba. El Adelantado Pedro Menéndez abriría camino unos siglos después a la época de los indianos, que volvieron forrados de hacer las Américas, y con ellos al ensanche burgués más allá de las murallas.
La llegada de Ensidesa en los años 50 del siglo pasado merece un punto y aparte. La etapa de la siderurgia y la industria explayó aún más la ciudad con la llegada de miles de trabajadores de toda España y nuevos barrios para darles cabida. Pero el desarrollo no lo le ha quitado ni un ápice de encanto a los barrios de toda la vida, como el de Sabugo o los soportales más famosos de Asturias, en las calles Galiana y Rivero. Para hacerse una idea de lo que fue y de lo que es Avilés, bien merece la pena una visita al Museo de Historia Urbana de Avilés.
Si hablamos de un Avilés elegante nos vamos a un teatro que se construyó a principios del siglo XX gracias a las familias pudientes de la época en honor a Armando Palacio Valdés. Todavía conserva las butacas originales de la platea en forma de herradura y los mosaicos de inspiración modernista que hacen tan especial a este espacio con tres pisos de palcos. Sentarse aquí, para ver cualquier pieza de la programación cultura de la ciudad, es dejarse llevar a otros tiempos.
Además de espectáculos, el teatro también acoge eventos. El foyer puede dar cabida a 150 personas y el patio de 750 butacas se puede utilizar para cenas de galas o grandes ocasiones. ¿Cómo? El recinto cuenta con un sistema que lo eleva a la altura del escenario mediante pilares móviles de madera, calzos y contrapesos accionados manualmente por una enorme manivela desde el sótano.
CIUDAD DE NEGOCIOS
En tiempos medievales era relevante que una villa obtuviera un fuero que permitiera la celebración de ferias y un mercado semanal. Alfonso VI se lo concedió a Avilés. El trasiego de barcos también ha formado parte del día a día de la ciudad. Es lo que tiene estar al lado de una ría con puerto, que en otros tiempos llegó a alzar a Avilés como la segunda ciudad más importante de Asturias después de Oviedo.
Tanta actividad atrajo en su día a nobles y nuevos ricos a la villa del Adelantado. Construido por un comerciante avilesino pudiente entre los siglos XIV y XV, el palacio de Valdezarcana es el edificio civil más antiguo de Asturias. Hoy alberga el Archivo Histórico de Avilés y en sus instalaciones cuenta con una sala de conferencias para reuniones de pequeño tamaño.
En el edificio de la Cámara de Comercio, situado a pocos metros de la plaza de España también se pueden celebrar reuniones en su salón de actos, con capacidad para 88 plazas o en las distintas salas de reuniones y aulas con las que cuenta.
La actividad de las ferias del fuero medieval lleva años de éxito en el Pabellón de Exposiciones y Congresos de La Magdalena. Con 11.000 m2 y 30.000 m2 de parcela exterior, el recinto surge para dar respuesta a los grandes eventos que se celebran en la ciudad. Sus instalaciones cuentan con un auditorio para 500 personas, así como salas de reuniones con distintas capacidades, entre otros espacios. Además, dispone de más de 8.000 m2 para ferias y exposiciones.
ESPACIOS PUNTEROS
La reconversión de Avilés también ha llegado a parte de los terrenos de Ensidesa, que se han transformado en un activo polígono empresarial que reúne empresas de tecnología punteras y al menos cinco grandes multinacionales.
Junto a la ría están las curvas más famosas de todo el Cantábrico. Las que dibujó Óscar Niemeyer para el diseño del centro cultural que se ha convertido en la referencia y símbolo de Avilés. El arquitecto brasileño describió como «una plaza abierta a todo el mundo, un lugar para la educación, la cultura y la paz», el proyecto que legó a la ciudad tras ganar el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1989. En 2011 abrió sus puertas la única obra del artista en España y la más preciada fuera de Brasil, según él mismo dijo. Con la apertura del Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer se difuminaros los humos de la industria para perfilar un nuevo Avilés con la vista puesta en la innovación y la cultura.
El recinto cuenta con una gran plaza para actividades lúdicas y culturales, con 22.000 m² y espacio para 10.000 personas. El auditorio tiene un aforo de 950 personas, con la particularidad de que el escenario, que puede abrirse hacia la plaza, también puede usarse para eventos, con una capacidad añadida de 250 invitados en formato de banquete. La antesala se puede usar para cócteles o presentaciones con capacidad para 1.000 personas. Además, dispone de otra sala para otras 200 más. Calculadora en mano, la zona del auditorio puede dar cabida a 2.400 personas utilizando sus recursos al completo.
Con 4.000 m² de espacio diáfano, la cúpula —uno de sus símbolos— se suele usar para exposiciones, conciertos o presentaciones. Cómo no, el otro icono del centro es su gran torre panorámica, un mirador de 18 m de altura donde se ubica el restaurante. Más que las magníficas vistas de Avilés y de la ría, lo que marea es quizá la capacidad de este centro para albergar grandes eventos. Siguiendo con la calculadora, el recinto puede llegar a acoger aproximadamente 14.000 personas.
«HAY COMER»
Tantas buenas impresiones hay que empaparlas en sidra y acompañarlas de una buena ración de pixín (rape), oricios (erizos) y, cómo no, de unas buenas fabes. La gastronomía en Avilés bebe de los pastos verdes de los alrededores —imperdonable saltarse los quesos— y del buen producto del Cantábrico, por lo que el resultado solo puede ser una fiesta en el plato. Lo mejor es dejarse llevar y celebrar cualquier cosa con una buena espicha.