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Ámsterdam / PATRICIA LUQUERO

«Ámsterdam es tan grande como te la imagines, pero siempre en bici»

Holanda suele estar en el ranking de los cinco países con mayor exportación mundial, una posición que se ha ganado a pulso desde los tiempos en los que se hablaba español en sus tierras. Y no suele bajar de ese estatus privilegiado que se da a las naciones de economía solvente y estable, por lo que muchos los que ponen sus ojos allí, haciendo del color naranja su leit motiv. Algo así le pasó a Patricia Luquero, viguesa de nacimiento y casi ‘orange’ de corazón. Los nueve años que lleva viviendo en Ámsterdam han calado hondo. ¿Son los holandeses los latinos del norte? No del todo.

 

 

Considerado como uno de los países más abiertos del mundo, Holanda siempre ha sido un imán para emprendedores, estudiantes y gente inquieta. En el caso de Patricia Luquero influyeron también circunstancias personales. Su marido Jakob, al que conoció en España, es más holandés que el queso de bola.

Después de nueve años, ella también ya es casi una holandesa más, aunque el camino no haya sido fácil. Licenciada en Historia del Arte y con un máster en Museología —en el país con más densidad de museos por metro cuadrado del mundo—, acaba de empezar en el Rijkmuseum de Ámsterdam. Porque para conseguir determinados trabajos, aparte de tener un muy buen nivel de inglés, “es importante el dominio del holandés”, que no es precisamente una lengua muy asequible para los foráneos.

Y también hay que hacerse con el carácter de los holandeses. Patricia destaca que no son muy de improvisar, que todo lo hacen con una agenda a meses vista. Y, quizá por eso, la espontaneidad y ese modus vivendi de los españoles de aprovechar el momento es lo que más echa en falta de nuestro país —junto, claro está, a familia, amigos, clima y comida—. “Yo tengo mi weekplanner con todo organizado, pero echo de menos quedar un día con los amigos a tomar una cerveza sin haberlo agendado dos meses antes”.

La planificación forma parte de la vida de los holandeses, como la puntualidad —entendida como llegar 10 minutos antes de la cita—, por lo que son aspectos importantes a tener en cuenta para una reunión de trabajo. Casi tanto como el apretón de manos: “desde pequeños se les inculca la importancia de dar la mano con decisión para causar buena impresión”, comenta Patricia.

¿Y qué más habría que tener en cuenta? “Si es un almuerzo de trabajo, que nadie se espere una comida copiosa de tres horas; aquí al mediodía se come ligero y los holandeses suelen ir al grano sin dar muchos rodeos”. Y, por supuesto, en un país que limita con el Mar del Norte hay que dejarse de confianzas cariñosas, como los dos besos en la mejilla a los conocidos: “¡Eso nunca! Y, si acaso, a las mujeres, y con mucho trato… pero no dos, sino tres”.

Respecto a los estereotipos ‘made in Spain’ que nos hemos forjado en la tierra de los tulipanes, según cuenta Patricia, “ellos esperan —casi dan por hecho— que los españoles, por nuestra forma de ser, no vamos a cumplir con el deadline  establecido, aunque sobre todo valoran nuestra sociabilidad y el perfil comercial que da tener un carácter, en general, más abierto que el suyo”.

En otras palabras, que nos ven un poco relajados, lo que contrasta con una de las características holandesas que más le gusta a Patricia: “aquí sabes perfectamente cuáles son las reglas y a qué atenerte, es un marco que te permite moverte”. ¿Incluso para los coffee shop? “Quizá es uno de los mejores ejemplos de que hay un sitio para cosa. En Holanda el consumo de marihuana es legal, pero no en cualquier sitio. En esos locales se puede fumar marihuana… aunque no se puede beber alcohol”.

Aunque la crisis también haya tocado a Holanda —un poco de refilón comparado con España— una de las características de este país, que cuenta con una de las economías más estables del mundo, es la de la flexibilidad en el terreno laboral. “No es un país donde ‘calentar la silla’ esté bien considerado, sino que en las compañías facilitan a sus empleados poder trabajar desde casa un número determinado de horas”. Algo que valora mucho Patricia —madre de dos hijas—, ya que se dan muchas facilidades para la conciliación familiar. “Nadie trabaja más allá de las cinco y media de la tarde, salvo en los comercios, donde se hacen turnos, y los contratos a tiempo parcial son fáciles de conseguir”, recuerda la gallega.

Pero si hay algo que le gusta a Patricia de Holanda es la ciudad en la que vive desde hace nueve años: “adoro Ámsterdam, aunque no es representativa de Holanda; es una ciudad mucho más cosmopolita y abierta que el resto de Países Bajos. Aquí más del 40% somos expatriados”. Y accesible, porque la bicicleta, efectivamente, es todo un icono: “una ciudad que tiene tanto que ofrecer, pero con menos de un millón de habitantes en la que se puede ir en bici a cualquier parte… esto es calidad de vida”.

Facilidades para viajar a España, todas. El aeropuerto de Schiphol suele estar en el cuarto o quinto puesto del ranking con más tráfico a nivel mundial. KLM, Transavia —cuyo principal mercado es España— Vueling, Iberia… “Hay muchísimas opciones, tanto de aerolíneas como de destinos; la conectividad desde y hasta España es excelente”.  ¿Alguna tarjeta de viajero frecuente? “Sí, de KLM, pero aprovechamos las millas para volar más lejos que España. La última vez tocó Tailandia”. Lo dice con una sonrisa, porque casi acaba de volver de una semana de vacaciones en Vigo y para ir hasta casa no hay millas que valgan.