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BERLIN-BRANDENBURG. Nunca es tarde

Después de una década de obras y tribulaciones varias, el pasado mes de octubre se inauguró en la capital alemana la instalación que viene a sustituir a los aeropuertos de Tegel y Schönefeld, así como, por extensión, al de Tempelhof, vestigios todos de la Guerra Fría. Estas infraestructuras se encontraban prácticamente colapsadas al no poder absorber una demanda acorde con este milenio. Berlin-Brandenburg Willy Brandt es ya todo un símbolo del potencial del país.

Cuando en 2010 por fin se iniciaron las obras del nuevo aeropuerto que necesitaba imperiosamente Berlín, solo algunos podían imaginarse la cantidad de retrasos, polémicas, investigaciones y conflictos que se iban a generar. Pocos proyectos han hecho tanto daño a la reputación empresarial alemana como el aeropuerto Berlin-Brandenburg Willy Brandt.

Pero, al fin, el pasado 31 de octubre abría sus pistas la nueva infraestructura llegada para descongestionar el tráfico aéreo berlinés, asfixiado en Tegel y Schönefeld, como ya pasó en el histórico Tempelholf, cerrado hace más de una docena de años.

El aeropuerto está diseñado —con permiso de la pandemia— para absorber los primeros años 30 millones de pasajeros al año. En contraste, los tres antecesores juntos apenas podían dar servicio a una media de 16 millones. Si la situación se estabiliza, en solo dos décadas alcanzará los 50 millones de pasajeros por ejercicio. Esto supondría el tercer lugar en el ranking alemán después de Fráncfort y Múnich, hoy por hoy insuperables.

Curiosamente, el estudio responsable de su diseño es GMP, el mismo que en la década de los sesenta hizo lo propio con el hoy cerrado de Tegel. El proyecto se inició en 1996 con dos länder —estados federados— implicados: Berlín y Brandeburgo. El presupuesto inicial rondaba los 2.000 millones de euros, pero los distintos conflictos y retrasos lo han disparado a más de 7.000. Y un apunte para curiosos: su código IATA iba a ser inicialmente BBI, pero estaba cogido por el aeropuerto indio de Biju Parnaik, así que finalmente se optó por BER.

En lo que respecta a su estructura, actualmente cuenta con tres terminales: 1, 2 y 5. Las primeras se encuentran la una junto a la otra, mientras que para la T5 hay que desplazarse al lado opuesto del recinto, a unos 2,5 kilómetros. Esta terminal se corresponde con el antiguo aeropuerto de Schönefeld, que ha quedado así absorbido por el Willy Brandt.

El viajero tiene a su disposición en las tres terminales una variada oferta de restauración y de tiendas de las principales marcas, así como los habituales servicios de devolución de iva, información turística, alquiler de vehículos, etc.

Además, el pasado año la compañía alemana de referencia, Lufthansa, hizo la mudanza desde los antiguos aeródromos y ya está plenamente instalada, por lo que sus clientes cuentan con sus servicios vip, especialmente sus lounges: Business, Senator, Wellcome…

Fácil comunicación

En lo que respecta al acceso, se puede llegar rápida y fácilmente a todas las terminales de este aeropuerto en transporte público. La estación de tren se encuentra directamente debajo de la terminal 1. Cada hora circulan varios Airport Express, así como ferrocarriles regionales entre la estación central de Berlín y Flughafen BER-Terminal 1-2. Por las líneas de tren rápido metropolitano S9 y S45 pasan convoyes cada veinte minutos que llegan a las estaciones Terminal 1-2 y Terminal 5. También van a Königs Wusterhausen y Potsdam.

Por otra parte, hay conexiones de autobús adicionales al centro de la capital alemana y sus alrededores. Si se acude en coche, lo mejor es acceder a las terminales 1 y 2 por la autopista A113, salida 8: Flughafen Berlin Brandenburg. Para la terminal T5 hay que tomar la salida 7, Schönefeld-Süd. Por supuesto, las instalaciones cuentan con parada de taxis y servicio de alquiler de vehículos de las principales compañías nacionales e internacionales.