Si hace unos pocos años se hablaba del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM), en Texcoco, como la más grande infraestructura latinoamericana en construcción, un cambio de gobierno y una controvertida consulta popular después hay que referirse a un proyecto completamente distinto, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) que, aunque todavía en obras, fue inaugurado oficialmente el pasado mes de febrero. Es la nueva referencia aérea del país azteca.
La idea que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presentó en su campaña era la privatización del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM) —entonces en construcción, con unas cifras faraónicas— o crear uno nuevo gracias a la ampliación de la ya existente Base Aérea nº 1 Santa Lucía, de las Fuerzas Aéreas Mexicanas, ubicada en las inmediaciones de la localidad de Zupango, en el Estado de México.
Esta última, la favorita del dirigente, fue la opción escogida finalmente tras una controvertida consulta popular en la que participó el 1 % del censo. Sea como fuere, nacía el proyecto del que será nuevo aeropuerto que dará servicio a la capital y a toda su región: el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.
La idea forma parte de un concepto global: una red formada por este aeropuerto, el de Ciudad de México y el de Toluca. Todos conformarán una red aeroportuaria integral, conectada por carreteras específicas, para dar servicio a la Zona Metropolitana de Ciudad de México.
No obstante, entidades como IATA, que se mostró a favor del denostado proyecto anterior, ha asegurado que ese sistema de tres aeródromos no resolverá los problemas de tráfico de la región e influirá negativamente en las cuentas de resultados. Las relaciones están un poco tirantes.
Según las estimaciones de los promotores de este proyecto, se trata de 2.700 millones de euros de inversión, en la que se incluye también la conexión con los otros dos aeropuertos mencionados.
Un detalle significativo: Mediante un contrato de donación por parte del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), se cedió de forma gratuita material del proyecto del anterior aeropuerto de Texcoco para la construcción de este.
La apertura está prevista para el 21 de marzo de 2022, pero el primer avión, de tipo militar, y con AMLO a bordo, posó su tren de aterrizaje en la pista el pasado 19 de febrero. No falta simbolismo castrense y el propio nombre de aeródromo, Felipe Ángeles, que corresponde a un general mexicano fiel al presidente Madero (y al revolucionario Pancho Villa).
Naturaleza mixta
Pero no se trata solo de reminiscencias militares históricas. De hecho, tendrá un uso mixto, civil y militar. Sus vuelos serán comerciales, pero estará operado por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), aunque con normas de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Todo un cruce de competencias.
Para ello, de sus tres pistas, una se reserva para las aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana. En la parte civil, el AIFA tendrá capacidad para 20,5 millones de usuarios al año que, junto a los que darán servicio los otros dos aeródromos de la capital, sumarán 85 millones de usuarios en varias etapas de construcción hasta el 2050.
En lo que respecta al estacionamiento, este aeropuerto dispondrá de un aparcamiento con 15.000 plazas. Por lo que respecta a la conexión con las poblaciones vecinas, el proyecto incluye la ampliación del tren suburbano, el Metrobús y el Mexibús. Además, se ha iniciado la modernización de la carretera federal México-Pachuca. La conectividad con la metrópoli y con los otros dos aeropuertos del sistema está más que garantizada.