La propagación de una nube de cenizas procedente del sur de Islandia ha tenido como consecuencia el cierre de la mayoría de aeropuertos europeos desde ayer jueves. Algunas compañías intentan demostrar que no era para tanto.
Un volcan subterráneo islandés comenzó el pasado el jueves a preocupar a toda Europa. La razón: el viento transportaba cenizas que podían dañar el fuselaje y los reactores de los aviones. A consecuencia de ello los países europeos fueron cerrando paulatinamente sus espacios aéreos, dejando a cerca de 700.000 viajeros en tierra, según las primeras estimaciones.
El llamado «principio de precaución» obliga a suspender toda actividad con riesgo para las vidas humanas. Al principio nadie cuestionó este hecho. Sin embargo, durante el fin de semana las compañías Lufthansa, KLM y Air France volarán con aparatos vacíos en un intento de demostrar que en ciertas altitudes no hay riesgo.
Numerosas rutas son adaptadas a las altitudes mas seguras. Se espera que a lo largo de la semana se vaya restableciendo la red aérea europea.
Aunque aún es pronto para dar una cifra de las pérdidas generadas por este caos, muchos analistas coinciden en afirmar que serán superiores a las provocadas por el 11-S.
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