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EDIMBURGO. Escrito en el viento

Fernando Sagaseta

La Ciudad de la Literatura, como reza la distinción de la Unesco, no podía estar más orgullosa de sus escritores. Lógico, cuando se trata de gente como Robert Louis Stevenson, Walter Scott o, más recientemente, la galáctica J.K. Rowling, estrechamente ligada a la capital escocesa. Mitad medieval, mitad georgiana, Edimburgo es un caramelo por su monumentalidad, su intensa vida cultural y sus magníficos venues, donde las reuniones y eventos adquieren un indudable plus de elegancia y distinción.

 

 

El poder seductor de la capital escocesa no solo viene porque la Unesco distinguiese tanto la Old Town como la New Town como Patrimonio de la Humanidad hace más de veinte años —que también—, sino por su indudable tirón cultural y social, desde su reconocimiento como Ciudad de la Literatura, concedido por el mismo organismo de la ONU, hasta certámenes impagables, como el Festival Internacional o el Fringe, que en verano transforman a la ciudad entera en un gigantesco escenario abierto a todo tipo de representaciones.

Esta tradición, unida a la impronta de su vida universitaria, determina una actividad de lo más vibrante el resto del año. Y lo mejor de esta especie de monumental museo al aire libre es que se puede disfrutar a pie, porque las distancias son completamente asumibles y porque sus calles y plazas están diciendo a gritos “paséame”.

OLD TOWN

Para museos de verdad —y de los buenos— está el Nacional de Escocia, el más grande del Reino Unido fuera de Londres, que además es uno de los venues más especiales que se pueden contratar para eventos. Ubicado en dos edificios unidos internamente, uno de corte victoriano, y otro con pinta de fortaleza, revestido de arenisca dorada y con reminiscencias corbusieranas que en su momento no le gustó nada al príncipe Carlos, tan sensibilizado él con los asuntos arquitectónicos.

La parte más llamativa es la Grand Gallery, el extraordinario vestíbulo de hierro fundido con techo de cristal que inunda la estancia de luz natural. A partir de las 17h muchas de las estancias se pueden privatizar. Y, según el equipo comercial, «aquí todo es posible», incluyendo la recepción de los invitados al soplo de una banda de gaiteros o cualquier necesidad de personalización. En la parte antigua hay más estancias, todas ellas muy interesantes, y en la nueva destacan dos pequeñas salas circulares, una encina de otra, situadas en el torreón, con capacidad para unas 25 personas cada una. La guinda está en la terraza, con sus estupenda panorámica 360º, un punto privilegiado para divisar el Castillo en todo su esplendor.

La exposición en sí misma también merece una detenida visita. Aquí reposa disecada la famosa oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta, que ya nació con una edad genética de 6 años, la misma que tenía su ‘otro yo’. Esta sección de Ciencia y Tecnología se complementa con otras cuatro, entre ellas la dedicada a Escocia y su apasionante historia. Los contenidos interactivos  aumentan el interés de un recinto con miles de tesoros.

Otro lugar para reuniones que merece la pena es Signet Library, un señorial palacete que Jorge IV calificó como “la mejor sala de estar de Europa” cuando lo visitó en 1822. No era para menos: fue construido en su honor. La parte de arriba, completamente diáfana, es ideal para cenas hasta 200 comensales, 150 si se quiere dejar libre la pista de baile. Abajo se encuentra la colección de libros antiguos, colocados entre una fila de columnas corintias. Fuera del horario de apertura al público también ofrece buenos rincones para conferencias o actos privados.

Justo al lado de esta biblioteca se alza la catedral de St. Giles, en plena Royal Mile, la arteria por excelencia de la Ciudad Vieja, una larga calzada que conecta el Castillo con el palacio real de Holyroodhouse y que, a raíz de los atentados en La Rambla de Barcelona, ha sido poblada por grandes parapetos de hierro en algunos de sus tramos. La peculiaridad del principal  templo presbiteriano de la ciudad es que… ¡ofrece espacios para eventos! Eso de pasar el cepillo como vía de financiación está muy superado en las costumbres eclesiásticas locales.

Antes de dar paso a la Ciudad Nueva, y aunque los atractivos de la parte medieval son casi infinitos, pocos son los que perdonan una vuelta por Grassmarket, a pesar de su macabro pasado de ajusticiamientos públicos en patíbulo, ya que hoy en día es fuente permanente de tentaciones en forma de pubs, restaurantes, tiendas y mucha vida callejera. Subiendo por la emblemática Victoria Street hasta la terraza del mismo nombre se divisa George Heriot’s School, en la que dicen que se inspiró J.K. Rowling para crear la inolvidable Hogwarts. No lejos, en el número 21 de George IV Bridge, asoma la roja fachada de The Elephant House, el café donde la escritora dio rienda suelta a las aventuras de Harry Potter.

NEW TOWN

La New Town no es tan nueva como su nombre indica, puesto así para marcar diferencias frente a la vieja cuando empezaron a aflorar los problemas del hacinamiento en el interior de sus murallas. De hecho, comenzó a construirse a partir de mediados del s. XVIII —y durante casi un centenar de años— bajo un modelo urbanístico muy avanzado para la época, con calles ordenadas de forma ortogonal siguiendo un trazado altamente simbólico, el de la Union Flag.

En esta parte de la ciudad, que enseguida se pobló con las clases más pudientes, predomina el estilo neoclásico y en ella aún perdura casi todo su esplendor georgiano. El eje es Princes Street, campeona absoluta del shopping en la capital, aunque para tiendas de auténtico nivel, mejor pasarse por George St. En los extremos, dos plazas de lo más elegantes, St. Andrew Square y Charlotte Square, esta última con una simetría que representa la unión entre Inglaterra y Escocia. Para reforzar su solemnidad, la residencia oficial del ministro principal (ministra actualmente) se sitúa en el número VI.

Uno de los espacios para eventos más originales de los alrededores es Mansfield Traquair Centre, una iglesia católica desacralizada que algunos comparan con la Capilla Sixtina por sus estupendos murales del Nuevo Testamento. Exagerado o no, lo cierto es que el lugar es magnífico para cenas de gala (hasta 250 comensales) o para conferencias necesitadas de un entorno altamente estético, en el que se puede congregar a 600 personas en formato teatro. También organiza cócteles al aire libre en su terraza, todo ello con la garantía del grupo Heritage Portfolio, un referente del catering en la región y fuera de ella.

Siguiendo la ruta de los venues, a dos manzanas de Queen Street Gardens aparece un clásico como Assembly Rooms, remodelado de forma muy acertada hace unos cinco años. El edificio, punto de encuentro social de la aristocracia desde finales del s. XVIII, está abierto actualmente a la organización de todo tipo de eventos en sus 4.600 m2 iluminados por soberbias lámparas de cristal. Entre sus espacios se incluye un auditorio con aforo de 780 personas y un ballroom para 500 asistentes en montaje de teatro.

Un poco más allá, otro pedazo de edificio, esta vez de corte renacentista, el que acoge la Scottish National Portrait Gallery. Los cócteles en el patio, profusamente decorado, junto a la escultura de Robert Burns, el gran poeta nacional —todo un icono en Escocia—, adquieren otra dimensión, seguramente mucho más romántica. Algunas salas donde cuelgan los retratos de los grandes protagonistas de la historia se pueden alquilar para eventos, eso sí, el vino está vetado desde que a algún patoso derramó un vaso entero en la moqueta. Para eliminar la mancha hubo que pagar un auténtico dineral.

Para disfrutar de una buena panorámica de Edimburgo, además del popular y omnipresente Castillo (que, por cierto, ofrece visitas privatizadas cuando desaparecen las riadas de turistas) está Calton Hill, donde se está rehabilitando el Observatorio. Seguro que en uno o dos años se convierte en toda una atracción turística. Desde esta colina se divisa incluso Leith, junto al puerto, distrito del norte famoso por dos motivos: es el punto de atraque del yate Britannia, convertido en museo después de 43 al servicio de la familia real, y fue el escenario de las correrías protagonizadas por los descerebrados de Trainspotting, la película de Danny Boyle basada en la novela de Irvine Welsh.

LOS ALREDEDORES

Aunque siempre da un poco de lástima abandonar una ciudad tan distinguida, no menos sugerentes son los alrededores. Las tierras escocesas son una fuente inagotable de parajes adorables donde afloran como setas mansiones aristocráticas. Una de las más despampanantes que se pueden encontrar es Hopetoun House, diseñada por uno de los arquitectos de Holyrood Palace. El último conde de la familia propietaria —un abolengo que perdura desde hace más de tres siglos— aún vive en ella, pero parte de sus dependencias están disponibles para eventos.

El amplísimo paseo ajardinado que atraviesa la finca hasta la puerta principal está enmarcado por la estampa del nuevo puente que da acceso a Edimburgo, inaugurado el agosto de 2017 y que discurre en paralelo al histórico Forth Rail Bridge, esa llamativa estructura de hierro rojo reservada a los trenes que fue construida poco después de la que conecta Brooklyn con Manhattan.

Una tras otra, las distintas estancias de Hopetoun asombran por la riqueza del mobiliario, los tapices, las obras de arte y la decoración en general. Y todo ello a disposición de los organizadores, desde la ballroom, capaz de acoger a 300 invitados, hasta los establos, donde las posibilidades de personalización son más flexibles. The Red Drawing Room es quizá la más exclusiva. Para cenas de gala de no más de 40 comensales es fantástica. También permite realizar actividades en el exterior, donde los límites escapan a la vista, por ejemplo, unos divertidos highland games.

INMERSIÓN GAÉLICA

La inmersión en la cultura gaélica exige invita a participar en un céilidh, la velada que se ameniza con música tradicional en directo y que frecuentemente exige lucir el atuendo típico de las Highlands para las grandes ocasiones, con kilt (falda) incluido, como no podía ser menos. Ataviarse de esta guisa tiene su ceremonial para que todo esté en su sitio: camisa blanca, pajarita, chaleco, chaqueta, medias de lana con su sgian dubh (pequeña daga), zapatos negros y sporran (monedero). Las mujeres lo tienen un poco más fácil. Con una pieza larga de tela de tartán pueden hacerse un apaño.

Algunos DMC organizan este tipo de encuentros para grupos acompañados de una cena de gala en castillos históricos. Uno de los más subyugantes es el de Borthwick, a unos 20 km de Edimburgo, que data de 1430. Los visitantes no salen de su asombro cuando les cuentan que, durante un asedio enemigo, fue el escenario de una audaz fuga de la mismísima María Estuardo, reina de Escocia, disfrazada con un vestido del servicio.

En el gran salón, al calor de la chimenea, y después de los postres, los ritmos se desatan para que los invitados ensayen las divertidas figuras sincronizadas de los bailes ancestrales. Por si la noche se alarga, en una de sus dos torres gemelas, que aún muestran las llagas causadas por los cañones del ejército de Cromwell en el s. XVII, hay 11 habitaciones disponibles. Felices sueños (de grandeza).

MÁS INFO
Kuoni Destination Management
www.conventionedinburgh.com

RECOMENDADOS

HIGHLAND GAMES
Puro team building a la escocesa. Los juegos de las Tierras Altas son una oportunidad para pasar un buen rato con sus chocantes competiciones: desde lanzar un tronco de pino en posición vertical haciéndolo girar en el aire, hasta colar una bola de haggis, el potente embutido local, en un barril de madera, sin olvidar las serpenteantes carreras con carretillas cargadas de heno. Algunas de estas pruebas son variaciones de los auténticos juegos que se celebran en muchas localidades, junto con concursos de gaitas y tambores, desfiles, bailes y otro tipo de exhibiciones, como las de perros pastores o de vacas autóctonas, todo ello con comida y bebida a rabiar.


BATALLAS DE CLANES
La idiosincrasia de los habitantes de las Tierras Altas está íntimamente ligada a los clanes y a las batallas que han mantenido durante siglos. En Inchcailloch, una pequeña isla en medio del lago Lomond —que es el mayor de todo el Reino Unido, pero mucho menos conocido que el de Ness por carecer de monstruo— organizan muestras teatralizadas en las que aprender técnicas de ataque con armas antiguas. También a doblar correctamente el tartán, que lo mismo sirve de mantel, protector contra el frío o saco de dormir. Para llegar hasta ella hay un servicio de speed boats turísticos que parten del embarcadero de Luss. Si el grupo lo permite, es más excitante alquilar al menos dos fuera borda para echar carreras volando literalmente sobre las aguas. Hay un proyecto para rehabilitar un viejo vapor de los años 50, con sus pintorescas ruedas de madera a los lados, al estilo Mississippi, para recorrer el lago y contemplar algunas de sus 60 islas. En una de ellas ¡hay hasta canguros!, por supuesto no nativos. Para tener otra perspectiva, se puede hacer una excursión en 4×4 por los tortuosos caminos que lo rodean, en la que nadie se libra de conducir, como la que propone Amazing Days (www.amazingdays-scotland.com).


ESCAPADA A GLASGOW
La ciudad más poblada y motor económico de Escocia merece un viaje propio, sobre todo si el propósito es celebrar cualquier reunión. Por supuesto, espacios de primer nivel para la actividad MICE no le faltan. Si no es el caso, muchos son los que se acercan hasta ella como una extensión de su visita a Edimburgo por la cercanía entre ambas. Apenas les separan 78 km, una hora por carretera. Tras el declive iniciado en los años 70, el carácter marcadamente obrero y vanguardista ha resurgido en los últimos tiempos con una regeneración en los márgenes del río Clyde que recuerda un poco a la de Bilbao. Si la capital es sinónimo de literatura, Glasgow es Ciudad de la Música, según el título otorgado por la Unesco. También del rock. Su circuito de garitos con grupos en vivo es mundialmente reconocido. Pero antes de las copas nocturnas se puede aprovechar el día descubriendo alguno de sus 90 parques y zonas verdes, dar una vuelta por la peatonal Buchanan St. hasta la plaza de Nelson Mandela, o entrar en Mitchell Library, la biblioteca pública más grande de Europa, con 1,2 millones de títulos, o explorar su impresionante Universidad. Por otro lado, algunos de sus museos son tremendamente populares, como el Riverside, dedicado al transporte, una atrevida creación de Zaha Hadid; o el Kelvingrove, donde se encuentra expuesto el famoso Cristo de Dalí.

CAMERON HOUSE
A los pies del lago Lomond, esta primorosa mansión de arquitectura baronial es para pasarse una buena temporada. En el s. XVIII fue residencia de Tobías Smollet, el gran médico, viajero e historiador que hizo una de las mejores traducciones del Quijote al inglés. Todo en ella invita al reposo y al disfrute, con espacios familiares, casi íntimos, entre un mobiliario de un clasicismo excelso, pero muy acogedor. La deliciosa Drawing Room se puede utilizar para cenas hasta 50 invitados y cuenta seis dependencias más, la mayor con aforo de 300 personas en montaje teatro. Además, los jardines dan para todo tipo de eventos al aire libre, sin contar con la terraza del Scots Bar, abierta en junio del año pasado. Destacan también el restaurante Martin Wishart, con una estrella Michelin, y un estupendo spa con grandes ventanales. Uno de los mejores resorts de Escocia.
Loch Lomond. West Dunbartonshire. G83 8QZ
Tel. +44 1389 310 777
www.cameronhouse.co.uk

PRINCIPAL CHARLOTTE SQUARE
Tras una inversión millonaria, el antiguo Roxburghe reabrió sus puertas en octubre de 2017 con un aspecto realmente impecable y una ubicación magnífica, en la misma plaza donde vive la ministra principal. Sus siete edificios interconectados conservan un estilo genuinamente escocés puesto al día y tiene detalles de lo más simpáticos, como la televisión encima de un caballete de pintor o los libros en el cabecero de la cama. Su patio con lucernario es muy agradable y cuenta con un personal extremadamente atento.
38, Charlotte Square. Edinburgo
Tel. +44 131 240 5500
https://www.phcompany.com

RADISSON COLLECTION ROYAL MILE
El único cinco estrellas de la Milla Real es el reverso del Principal. Todo en él es diseño y atrevimiento, desde la música ambiental hasta las piezas vanguardistas que exhibe. Dispone de 136 habitaciones y suites, un bar insignia, spa, centro de fitness y 3 salas de reuniones. Su restaurante italiano, Cucina, es muy reconocido, con varios galardones en su haber. El establecimiento organiza con frecuencia talleres de coctelería y otras actividades interesantes para grupos.
1. George IV Bridge. Edimburgo
Tel. +44 131 220 6666
www.radissoncollection.com

WALDORF ASTORIA – THE CALEDONIAN
Un histórico donde los halla. El centenario The Caledonian se viste de Waldorf Astoria en una antigua estación de tren que data de 1903. Tras la rehabilitación integral de 2012, ha sabido conservar con loable criterio muchos detalles originales, desde las anchas barandillas hasta las puertas de las habitaciones. Para el año que viene tiene pensado remodelar las De Luxe, algunas con vistas al Castillo. Entre sus espacios para eventos, ofrece 8 salones, además del Peacok Alley, el atrio con fachada de arenisca roja, que se puede alquilar para cenas de gala. Destaca también The Castle Suite, con sus paredes decoradas a mano, donde caben unas 300 personas en formato teatro. El restaurante es famoso por su buen marisco.
Princes Street. Edimburgo
Tel. +44 131 222 8888
www.waldorfastoriaedinburgh.com