La historia y las leyendas se confunden y entremezclan en estas tierras legendarias, como la arena de sus dunas al tocar el mar. Un mar, el de Cortés, al que Jacques Cousteau calificó como el mejor acuario del mundo. El extremo sur de la Baja California mexicana conforma un destino enormemente singular, con un oasis en medio del desierto junto a playas coralinas salpicadas de acantilados que conviven con montañas, cañones, lagos y cascadas. Toda esta diversidad ha convertido a esta punta del planeta en un enclave de ensueño.
En la Baja California Sur, donde se encuentra la punta de la larga península que separa el océano Pacífico del mar de Cortés, es posible vivir una experiencia tan variada como atractiva y singular. Un territorio arenoso y calizo donde el desierto no crea espejismos, sino verdaderos oasis y esteros de agua dulce que permitieron la vida a los primeros pobladores y posteriores asentamientos.
Cuentan que Hernán Cortés llegó hasta La Paz y la llamó La Santa Cruz. Fueron sus navegantes quienes continuaron hacia el sur y, al divisar lo que hoy es Cabo San Lucas, no tuvieron duda: aquella tierra correspondía a las descripciones de la Isla California, el fabuloso enclave gobernado por valientes mujeres mencionado en Las Sergas de Esplandián, cuyas aventuras el conquistador les narraba durante las travesías. Y así fue como bautizaron para siempre California. Cien años después se supo que aquello no era una isla.
Al Cabo San Lucas llegaban cargados los galeones españoles desde España y Filipinas. Aquí se instalaron corsarios y piratas para saquearlos, ya que la costa abrupta les permitía ocultarse fácilmente. La playa del Médano fue testigo de estas operaciones. Los navegantes españoles eran abandonados en su arena sin más recursos que las velas de sus barcos esquilmados. Muchos de aquellos piratas se afincaron en Los Cabos. Aún hoy en día se conservan apellidos ingleses, franceses y holandeses entre los habitantes. San Lucas también fue codiciado por los cazadores de ballenas. Tras la guerra con Estados Unidos a finales del siglo XIX, México perdió todo el norte y la península comenzó a llamarse Baja California.
MAR
En el mar de Cortés se concentran, en ciertas épocas del año, el 40% de las especies que existen de mamíferos marinos. Desde el lejano mar de Bering, cientos de cetáceos migratorios vienen hasta aquí para reproducirse o para tener a sus crías y amamantarlas, ya que las gélidas aguas de Alaska no son propicias para ninguna de estas dos cuestiones vitales. Durante los meses de invierno surcan las aguas del golfo de California ballenas jorobadas, ballenas azules y grises, orcas y tortugas, que se suman a las especies endémicas, como la vaquita marina o las que en un tiempo decidieron quedarse para siempre, como los cachalotes o los leones marinos.
Las rocas porosas y calizas de sus fondos marinos hacen que sea el lugar idóneo para miles de peces y, por si fuera poco, en Cabo Pulmo se encuentra uno de los mejores arrecifes de coral de América del Norte. Buceo —con botellas o a pulmón—, surf, kite surf, vela y deportes acuáticos más sencillos tienen en Los Cabos un atractivo reclamo para deportistas sin límite. Aquí se celebra también cada tres años, el Torneo Bisbee de pesca, con salida desde la Marina de San Lucas, en busca del gran marlín azul, esa imponente especie emparentada con el pez espada y el pez vela.
San Lucas es juerguista, marchoso y bailón. Su fama de noctámbulo le ha llevado a congregar alrededor de su marina y calles cercanas cientos de bares, discotecas, cafeterías y restaurantes, todos con la divertida decoración mexicana que invita a entrar, a tomar mezcal o tequila y a disfrutar de la alegría contagiosa del lugar. El restaurante Wachinango´s es buen ejemplo de rica gastronomía mexicana y el encanto decorativo, original y creativo de los empresarios locales. Es también en Cabo San Lucas donde los atardeceres son siempre inolvidables, desde las terrazas del restaurante Sunset Monalisa o desde The Cape, a Thompson Hotel.
ARTE
Si San Lucas es el pueblo fiestero, a tan solo 30 minutos se encuentra San José del Cabo, su hermano tranquilo y culto. Es el pueblo del arte, la música y la moda. Está plagado de galerías, como la de Patricia Mendoza o el espacio interactivo de Iván Guaderrama. Los jueves, la localidad se viste de colores. En sus principales calles, los puestos de artesanía alegran la ciudad. Es el llamado Art Walk. Los sábados, el Organic Market ofrece música, diseño y gastronomía. Los bares y restaurantes ofrecen tranquilas terrazas donde hasta los colibríes se sienten en paz.
La noche no es tan alocada como en San Lucas, pero los más noctámbulos no se aburrirán en El Nómada, Óxidos o el Tipsy Bar de Costa Azul. El restaurante Crania es ideal para grupos con cócteles creativos que son el detonante perfecto para comenzar la noche tras una cena variada y abundante. Don Sánchez es uno de esos restaurantes donde todo es armonía, desde la decoración —exquisita, elegante y puramente mexicana— hasta la gastronomía y sus cócteles, servidos en originales copas con formas que parecen desafiar el equilibrio. Sin duda, un top de San José, junto a Fish and Grill Bistro, del chef francés Sebastien Agnes.
ISLAS Y PLAYAS
Reserva de la Biosfera por la Unesco son las 37 islas y más de 900 islotes que decoran el mar de Cortés, refugio de cientos de aves migratorias endémicas y vida silvestre. Junto a Los Cabos y frente a su capital, La Paz, una de las más bellas, se encuentra la isla de Espíritu Santo, maravilla natural entre el continente y la península de California. Para Hernán Cortés fue la isla de las Perlas; para el visitante, la perla de Cortés, y otro Patrimonio Mundial Natural. Los depósitos de lava rosada y ceniza volcánica contrastan con la arena de coral y las aguas turquesas que la rodean. Solo se puede acceder en barco y, al no estar habitada, la excursión es de un solo día, inolvidable eso sí, después de bucear entre leones marinos, tiburones ballena, tortugas y cientos de llamativos peces.
Junto a La Paz, las playas de Shiro y Balandra son las más emblemáticas. Visita obligada. La baja mar en Balandra convierte el arenal en un estanque turquesa donde es posible caminar casi sobre el agua. Espectáculo visual, perfección medioambiental… la sencillez que solo la belleza más pura refleja. Junto a ella, el llamado Hongo de Balandra, una inmensa roca sostenida por un tallo moldeado por la erosión de los siglos, un icono, junto al arco de San Lucas, de Los Cabos. Todo un símbolo del delicado equilibrio que ofrece este rincón del mundo.
Playas hay muchas a lo largo de la costa del mar de Cortés, pero no todas son “nadables”. Es importante saberlo, ya que las corrientes y mareas pueden llegar a ser muy peligrosas. En concreto, son 25 las que cuentan con bandera azul. En casi todas las playas donde uno puede nadar tranquilamente hay hoteles.
En la playa de Palmilla se encuentra uno de los más míticos, el One & Only, concebido en los años 50 por Abelardo Rodríguez, hijo del presidente de México, que visionó en Los Cabos el lugar idóneo para huir del mundanal ruido y sumergir al visitante en el lujo más exquisito. La playa del Médano, en San Lucas, es también apta para el baño, así como su vecina playa de los Amantes, cuya blanca arena comunica los dos mares. Entre San José y San Lucas se suceden las de Chileno Bay, Santa María, Costa Azul, Las Viudas y la del hotel Hilton. La playa de Los Cerritos, ya en el Pacífico, es codiciada por los amantes del surf y en Tierra Sagrada pueden alquilarse bicicletas para recorrer sus dunas a dos ruedas.
MONTAÑA
Ya en tierra, las montañas que sobrepasan los 2.200 metros de altitud. Son depósitos permanentes de agua, lo que permitió asentamientos prehispánicos. Sus lagunas, pinares, árboles de palo verde y otras especies endémicas —como los cactus centenarios e hiper protegidos— confieren al terreno identidad propia. La sierra de la Laguna, declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco, es un ecosistema fascinante que desafía al desierto, el único bosque de la Baja California Sur, con infinitas posibilidades de entretenimiento, desde el senderismo o el ciclismo de montaña, hasta los paseos a caballo o en quad, la escalada y barranquismo. Durante todo el año es posible hospedarse en cabañas rurales. Sin duda, un paraíso para amantes de la flora y fauna más exótica.
GRANJAS ORGÁNICAS
La apuesta turística para fomentar el atractivo del lugar se focalizó desde el principio en potenciar la naturaleza que lo rodea y, por ende, la sostenibilidad, tanto ecológica como social. Gran parte de los eventos empresariales, reuniones e incentivos se desarrollan en plena naturaleza, como en el sorprendente cañón de San Carlos. Las granjas ecológicas de Los Cabos transmiten todo ese espíritu natural de vocación integradora. Algunas, como The White Lodge o Acre, ofrecen alojamiento. Incluso, en esta última es posible dormir en lo alto de una palmera, caminar por el huerto de cítricos más grande y variado de California o probar flores comestibles.
Todas las granjas se centran en la gastronomía de kilómetro cero, “from farm to table”, y el máximo respeto a las vedas. En Los Tamarindos, Jazamango, Acre o Flora Farms —por citar las más emblemáticas— los cursos de cocina tradicional mexicana son una de las actividades más demandas. Sus restaurantes integrados en la naturaleza, ofrecen el más puro sabor de México en ambientes donde se cuida el máximo detalle. Un equilibrio perfecto entre sostenibilidad, gastronomía, excelencia y lujo.
Este concepto ha calado en la mayoría de los establecimientos, ya sea hoteles o restaurantes. Hasta las taquerías más pequeñas cuidan la decoración y se preocupan por adquirir productos de huertas cercanas. Es aquí donde varios chefs de la Association des Maîtres Cuisiniers de France han instalado sus cocinas para transmitir la historia gastronómica de su país y compartir técnicas culinarias que fusionan con los sabores de México. Ahí están el ya mencionado Sebastien Agnes en su Fish and Grill Bistro de San José, y sus colegas Aurelien Legear, en Dum, de Todo Santos, o Xavier Salomon, en Montage de Cabo San Lucas. Tres pioneros innovan cada día innovan y que, junto a las granjas ecológicas, han situado a Los Cabos en epicentro de la gastronomía mexicana y de toda la zona oeste de América del Norte.
PUEBLOS MÁGICOS
De los más de cien pueblos mágicos de México, dos se encuentran en Baja California Sur. Loreto, donde se asentaron los primeros misioneros jesuitas a finales del siglo XVII fue también la capital histórica de las Californias. Aquel asentamiento fue el primer edificio del pueblo y hoy alberga un museo dedicado a la evangelización y a los primeros indígenas. Sus calles mantienen los cánones de Baja California, dando prioridad a la artesanía local, con tiendas y galerías de arte, buena gastronomía y esa alegría tan peculiar que tienen en estas tierras para decorar cualquier rincón.
Muy cerca, el parque nacional Bahía de Loreto comprende cinco islas en el Mar de Cortés donde es posible avistar cetáceos entre los meses de diciembre a marzo, como la ballena azul y la gris, lobos marinos, reptiles, aves o cactus gigantes. También es Patrimonio de la Humanidad. Completan el panorama natural playas coralinas de ensueño para practicar deportes acuáticos y pesca, arrecifes de coral, pero también montaña, con la sierra de la Giganta. Un gran campo de golf y pinturas rupestres completan la inagotable biodiversidad de Loreto.
Más al sur y en el lado del Pacífico, la magia se la lleva el encantador pueblo de Todo Santos. Artistas y surferos, entre otros nuevos nómadas, han encontrado aquí su pequeño gran paraíso. Al igual que en Loreto, el primer edificio fue una misión y las galerías de arte, tiendas locales, cafeterías y librerías son las reinas de las calles. El ecoturismo que caracteriza Los Cabos esta muy presente en Todo Santos. Algunas de sus playas —como los Cerritos, Punta Lobos, La Poza o San Pedrito— son las favoritas para quienes buscan surfear grandes crestas de olas. Una joya escondida con sabor a mar y a libertad. En estas playas anidan las tortugas golfinas, especialmente en Tortuguero Las Playitas, donde se puede participar en las áreas de conservación.
Es aquí donde se encuentra el hotel California, cargado de leyendas, misterios y fama. Cuentan que su recepcionista fue dada en sacrificio, murió desangrada en una de sus habitaciones y suele aparecerse a los huéspedes. La fama le vino con los Eagles, aunque de poco le sirvió al grupo desmentir que no había sido allí donde se inspiraron para la conocida canción. El establecimiento es toda una leyenda cargada de nostalgia. Actualmente solo tiene abierto el bar y la tienda —que fueron los primeros comercios del pueblo allá por los años 50—, la entrada y una gran terraza. Las habitaciones se encuentran en remodelación y se espera su pronta reapertura. Los hoteles Paradero, San Cristóbal o Faro Beach también son una buena muestra de la personalidad de Todo Santos y, en general, de la Baja California Sur, donde experimentar un equilibrio perfecto entre su exótica diversidad, la tranquilidad del desierto, el mar liberador, las arraigadas tradiciones de sus pueblos y una cultura gastronómica de altura.