Con algo más de 65.000 kilómetros cuadrados, Lituania merece algo más que una parada en el triángulo clásico de los países bálticos. Bien comunicada con vuelos directos desde Madrid y Barcelona, el país sorprende tanto por su geografía, plagada de bosques, como por las manifestaciones culturales e históricas de sus ciudades. Y porque tanto en Kaunas como en Vilna, la capital, han sabido darle la vuelta al pasado para afrontar un futuro con muchas ganas de nuevos retos, entre ellos el sector MICE.
Hay quien dice que en Lituania hay dos religiones: el catolicismo y el baloncesto. Por eso no es de extrañar que los aficionados a este deporte recuerden con cariño las alegrías que oriundos de este país —Sabonis, Jokubaitis, entre otros— han sembrado en las canchas españolas e internacionales. Y probablemente también tengan ya apuntado en la agenda una de las citas más importantes del calendario europeo, ya que la Final Four de la Euroliga se jugará este año en Kaunas, la segunda ciudad más importante de Lituania, al menos en extensión y número de habitantes.
Porque de segundona tiene poco: en 2022 ha tenido el privilegio de ser Capital Europea de la Cultura, lo que ha supuesto una apretada agenda con más de un millar de eventos en los que no han faltado relevantes figuras de la escena cultural internacional, como Yoko Ono o Marina Abramović. Con ellas Kaunas está si cabe más de moda. Una ciudad por la que merece la pena pasear con ojo ‘cultureta’ para ir descubriendo buenas dosis de Modernismo —en 6.000 edificios repartidos por la ciudad—, con líneas Art Decó y del periodo de entreguerras integradas, a veces sutilmente, en la arquitectura civil y en la de sedes de organismos.
Al fin y al cabo, Kaunas ha sido la capital de Lituania en varios periodos, el último de ellos entre 1920 y 1939, por lo que había que dotar a la ciudad de nuevas sedes, entre otras, el Palacio de la Oficina de Correos o el Banco de Lituania. En algunos de estos edificios se pueden organizar eventos, como en la Casa de los Artistas de Kaunas, que se diseñó en estilo modernista para albergar la nunciatura vaticana y que, con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de los hubs culturales de la ciudad. Un venue con estilo donde se pueden organizar cócteles para 250 personas.
Para profundizar algo más sobre el característico estilo arquitectónico de Kaunas —que forma parte del Patrimonio Europeo— hay que pasarse por el museo Art Decó, que recrea la vida de los años treinta, o haciendo la ruta del Modernismo, en la que también se encuentra la iglesia de la Resurrección de Cristo. Es uno de los edificios más peculiares de la ciudad, concebida como el templo más grande del Báltico, con capacidad para 5.000 personas, y con apariencia funcional de fábrica al antiguo modo soviético. Es uno de los puntos de referencia, ya que la torre se ve desde casi cualquier punto de Kaunas.
De un santuario a otro. El estadio Zalgiris Arena es la meca —algunos dicen que cuna— del baloncesto en Lituania, sede del equipo Zalgiris Kaunas y uno de los espacios para grandes eventos más emblemáticos de Lituania, con capacidad para 20.000 personas. La misma pista donde tienen lugar los partidos puede albergar una multitudinaria cena de gala. El estadio también dispone de una decena de espacios adicionales para la actividad MICE, como el restaurante, con capacidad para 1.000 personas, un anfiteatro que puede albergar hasta 450 y diferentes salas vip.
No muy lejos —en Kaunas las distancias no son precisamente un problema— se encuentra uno de los puntos imprescindibles para hacerse una idea del pasado de la ciudad. Desde el mirador de Aleksotas, al que se puede llegar en un coqueto funicular de 1935, la panorámica es extraordinaria, una de las mejores formas de descubrir el mar de tejados rojos de la parte antigua, a la que se llega cruzando el puente Vytautas sobre el río Niemen.
A partir de ahí aparece una Kaunas en la que el Street Art de algunas fachadas se entremezcla con fachadas de los siglos XV y XVI en torno a la plaza del Ayuntamiento, un edificio al que, por su característico color y su torre espigada, se le conoce como “El cisne blanco” y donde es posible privatizar espacios para pequeños eventos.
Contrasta con el rojo del ladrillo de la catedral de San Pedro y San Pablo, de un peculiar estilo gótico, así como con los de la cercana Casa del Trueno, del siglo XVI, que antaño fue la sede de la Liga Hanseática en Lituania y en la que, según se asegura, para su construcción se utilizaron 17 tipos de ladrillos. El mismo material que se utilizó para la construcción del castillo, el sistema defensivo más antiguo de Lituania del que, sin embargo, no quedan apenas algunos restos testigos de su antiguo esplendor.
Donde sí hay vidilla, y mucha, es en las arterias principales de Kaunas: la avenida de la Libertad que, con sus casi 2 kilómetros, es una de las calles peatonales más largas de Europa, y la calle Vilnius, la más antigua de la ciudad, que era la antigua carretera a la capital lituana.
VILNA, LA CAPITAL IMPRESCINDIBLE
Apenas a 100 kilómetros de Kaunas, Vilna es una de las ciudades más sorprendentes del norte de Europa y un poco más en concreto, del Báltico. Puede que incluso sea una de las más desconocidas y eso que la capital de Lituania celebra este año el séptimo centenario de su fundación. Queda por delante un año con una completa agenda de eventos, 700 en concreto, para conmemorar la efeméride, desde conciertos al aire libre de música de todos los estilos hasta exposiciones que celebran las influencias culturales que Vilna ha integrado a lo largo de los siglos.
Como las que campean por su casco histórico barroco, que forma parte del legado del patrimonio protegido de la Unesco. Es el más extenso de Europa occidental y de los que tienen el mayor número de iglesias por metro cuadrado, hasta el punto de que a Vilna se le conoce como la “Jerusalén del norte”.
Aunque las hay más o menos espectaculares —por su decoración barroca— unas cuantas son de visita imprescindible, más allá del sentimiento religioso. Entre otras, las dedicadas a San Pedro y San Pablo, a Santa Teresa, Santa Ana o San Casemiro. Sin llegar a esa espectacularidad barroca y precisamente por su ausencia, destaca la catedral de Vilna, dedicada a San Estanislao y San Vlasdislav, que recuerda a las líneas sencillas de un templo griego clásico y tiene la campana en una torre exenta un tanto peculiar.
También está en el casco antiguo el Palacio de los Grandes Duques de Lituania, varias veces reconstruido, ya que sus orígenes se remontan al siglo XIII. Tras la última remodelación, alberga las colecciones del Museo Nacional y se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos para la celebración de eventos, con más de 2.600 m2 disponibles, distribuidos en diez espacios, desde el mismo lobby hasta un auditorio.
Perdiéndose por las calles del centro se llega al Barrio de Cristal o, lo que es lo mismo, el entrelazado medieval donde tradicionalmente vivían los judíos en Vilna. La comunidad llegó a contar con 100.000 miembros, pero como consecuencia del Holocausto se vio diezmada considerablemente, hasta quedar reducida a una presencia testimonial. Aunque con unos cuantos bares y restaurantes para disfrutar del ambiente de una ciudad que también sorprende en eso, porque los lituanos son muy de sentarse en una terraza con los amigos a tomar una cerveza. Una experiencia muy recomendable, sobre todo para palpar el ritmo de una ciudad que ha sabido mantener su legado, incluso el más oscuro de una etapa no muy lejana en el tiempo. Por ejemplo, en la antigua prisión de Lukiškės.
ESPACIOS SINGULARES
Durante casi 120 años, sus altos muros y alambradas custodiaron a todo tipo de delincuentes, sobre todo presos políticos de la represión de la época zarista, de la ocupación nazi y de los oscuros tiempos soviéticos. Una visita guiada por las instalaciones pone a prueba la sensibilidad de cualquier iceberg. Afortunadamente y tras su cierre definitivo en 2019 como centro penitenciario, la versión Lukiškės 2.0 ha reconvertido el recinto en un emblemático polo de atracción cultural donde las manifestaciones artísticas de todo tipo encuentran cabida, incluso entre los barrotes de una celda. De hecho, sus muros han visto rodar varias secuencias de Stranger Things. Y se ha convertido en uno de los venues más peculiares, con espacios en la iglesia ortodoxa, con capacidad para 250 personas, en los 2.000 m2 de patios o en las celdas, que a veces acogen actividades de team building. Es la mejor metáfora de la sensación que se respira en Lituania, un país que procura darle la vuelta a su pasado más sombrío, pero teniéndolo siempre presente para intentar que no se vuelva a repetir en el futuro.
La torre de la TV de Vilna es otra buena muestra. En 1991, un grupo de opositores a la ocupación soviética fueron aniquilados en sus inmediaciones. Desde entonces se ha convertido en el emblema de la libertad y, con el tiempo, en un espacio con mucha carga simbólica para organizar eventos, tanto en el restaurante, que gira con la ciudad a los pies a 165 metros de altura, como en su sala de conferencias, a ras de suelo, de más de 230 m2. Aunque, para buenas vistas de Vilna, las que se pueden ver desde un globo aerostático, ya que es una de las pocas capitales europeas que lo permite. Y merece mucho la pena comprobarlo sobrevolando el rosario de tejados y edificios más emblemáticos.
De vuelta al centro de la ciudad, se puede seguir buceando en su pasado a través de la Puerta de la Aurora, que se construyó en época medieval para proteger a Vilna. En el siglo XVI se construyó sobre su arco un santuario que sigue siendo uno de los más venerados por los lituanos. No muy lejos, sorprende la fachada del edificio que alberga la sede de la Filarmónica de Lituania. En uso desde la época soviética, en su interior suelen sonar las partituras clásicas. El auditorio principal, con capacidad para más de 600 personas, y la sala de cámara, con 150 butacas, se pueden privatizar para eventos.
Para grandes congresos y ferias, el lugar de referencia en Vilna —al menos, de momento— es LITExpo, uno de los mayores y más modernos centros de convenciones de los países bálticos. Dispone de un anfiteatro y cinco pabellones con capacidades varias hasta las 3.500 personas. Y todo ello rodeado de zonas verdes, casi un bosque, para hacer más de postal la vista desde la feria. Lo mismo que sucederá, a partir de 2026, en el nuevo espacio para grandes eventos con el contará Vilna, cuando entre en funcionamiento la nueva Sala Nacional de Conciertos. Aunque su principal cometido será convertirse en la referencia para los recitales de música clásica, sus 20.000 m2 están concebidos para adaptarse a la celebración de eventos y cenas de gala, incluso en el exterior.
RECOMENDADO
UŽUPIS
Se puede salir de Vilna de muchas formas, pero una de las más originales es hacerlo dentro de la propia ciudad hacia la república independiente de Užupis. Es un barrio pequeño, pero desde 1997 cuenta con su propia moneda, himno, gobierno y hasta constitución. Desde hace unos años, artistas e intelectuales locales han dado la vuelta a una de las zonas más deprimidas de la ciudad en los años 90, reconvirtiéndola en el nuevo must.
Imprescindible un paseo por esta república dentro de Vilna para disfrutar con el street art de alguna de sus fachadas, columpiarse literalmente sobre el río Vilnia que rodea el barrio o descubrir en su ribera un viejo piano abandonado que ya nadie toca ni retira. Una fantasía de república en la que, según la leyenda, si se mira fijamente a una vieja sirena que arrastró en su día el río, se corre el riesgo de quedarse atrapado para siempre. No es de extrañar que se la busque a conciencia, porque el encanto de Vilna es querer volver una y otra vez.
TRAKAI
A algo más de 30 kilómetros de Vilna, el lago Galvé regala una de las panorámicas más reconocidas de Lituania: la silueta rojiza del castillo de Trakai que emerge en el medio de una isla y casi como si fuera un sueño. Se trata de una antigua fortificación del siglo XIV que tenía como objetivo la defensa del territorio y residencia de nobles lituanos. Fue cayendo en el olvido a lo largo de los años, pero a partir de mediados del siglo XX volvió a adquirir cierta importancia como centro turístico. Hoy en día, muchas familias lituanas aprovechan los rayos de sol para acercarse hasta la orilla del lago, rodeado de bosques, para aprovechar y darse un chapuzón. Otra opción es visitar el castillo, hoy convertido en un museo que hace un recorrido por la historia de Lituania. Y para hacer más singular la experiencia —y como opción para actividad de incentivo— se puede hacer a bordo de un catamarán. Además, en el interior del castillo hay posibilidad de privatizar alguno de sus espacios.
MONTE PACIS ****
Situado en una península sobre la laguna de Kaunas y rodeado de bosque, tiene todo lo necesario para hacer una pausa en la rutina, ya que además comparte las instalaciones con un monasterio, el de Pažaislis, del siglo XVII, que todavía está en uso. Las habitaciones reflejan el estilo barroco original del recinto, por lo que alojarse aquí hace realidad lo de dormir a cuerpo de rey (o de noble). Dispone además de espacios para la organización de eventos.
Tito Masiulio gatvė, 31. Kaunas
Tel. +370 655 95185
montepacis.lt
RADISSON HOTEL KAUNAS ****
El hotel está cerca de los principales hotspots de Kaunas y a poca distancia del Zargiris Arena. Las habitaciones son amplias, decoradas en estilo funcional escandinavo, perfectas para desconectar. Dispone además de ocho salas de reuniones, un spa y un restaurante donde disfrutar de la gastronomía lituana.
- Donelaicio, 27. Kaunas
Tel. +370 37 306100
www.radissonhotels.com
COURTYARD BY MARRIOTT VILNIUS CITY CENTER ****
Un hotel de estilo contemporáneo totalmente equipado para que la estancia en el centro de Vilna sea una delicia, así como por la posibilidad de pasear por el río para relajarse después de una jornada de trabajo. Para no fallar con el alojamiento en la capital lituana, ya que cumple con los estándares de Marriott.
Rinktines, 3. Vilna
Tel. +370 5-2070707
www.marriott.com
PACAI *****
En el corazón del casco antiguo de Vilna, el edificio fue antaño una de las mejores mansiones del Gran Ducado de Lituania. El pasado barroco del siglo XVII se mantiene en la fachada y en el patio, mientras que las habitaciones presentan un diseño actual y funcional. Además, dispone de cuatro salas de reuniones y spa.
Didžioji, 7. Vilna
Tel. +370 5 2770000
hotelpacai.com
LOKYS
Del bosque a la mesa. Un restaurante de segunda generación, situado en el corazón del centro histórico de Vilna, que ofrece en su carta una revisión con toques modernos de la gastronomía lituana de siempre, con referencias a hechos históricos. Además, para quien no se quiera quedar solo con el recuerdo de un buen festín gastronómico, en la tienda del restaurante se pueden adquirir delicatessen para llevar a casa.
Stikliu, 8. Vilna
Tel. +370 5 2629046
lokys.lt
ERTLIO NAMAS
¿Cómo sumergirse de lleno en la cultura lituana? Probando alguna de las propuestas del menú de este restaurante. Situado en una antigua mansión del casco histórico de Vilna, en la carta se recrean, con una revisión contemporánea, las recetas que se servían a los nobles del Renacimiento y del Barroco, encontradas en casas solariegas y monasterios, así como los secretos de los «Küchenchefs» lituanos. Una opción original y sabrosa.
Šv. Jono, 7. Vilna
Tel. +370 637 33300
ertlionamas.lt
VISTA PUODE
Un restaurante ideal para probar la típica sopa de remolacha lituana, en un ambiente acogedor en el centro de Kaunas. Cocina de temporada con mucho plato de caza, acompañada por una buena selección de vinos, en un restaurante muy preparado para grupos. Además, en el bar taberna se puede continuar el homenaje gastronómico con una copa y, sobre todo, con una cerveza lituana.
S. Daukanto 23, Kaunas
Tel. +370 693 63777
vištapuode.lt