La Riviera Maya es un paraíso para los fieles al ‘todo incluido’ y los fans del cóctel Margarita, pero este territorio del estado mexicano de Quintana Roo también es una gran tentación para salir del resort de turno y descubrir un impresionante legado histórico que combina los yacimientos mayas con las ciudades coloniales que surgieron en el siglo XVI. Ni la naturaleza de este Caribe luminoso ni su huella cultural y tradicional defraudan al visitante.
Cancún, Playa del Carmen, Cozumel, Isla Mujeres son quizás los destinos más populares y más concurridos de la Riviera Maya, pero existe otro Caribe mexicano que se puede disfrutar al máximo de la mano de Soltour, el turoperador líder de Portugal y España en este área geográfica, en combinación con el ‘todo incluido’ de los refinados hoteles que se extienden por una franja costera de 200 km de longitud.
Chichen Itzá (en maya, “al borde del pozo donde viven los Sabios del Agua”) es el gran icono maya en la península de Yucatán, «un museo al aire libre —según relata Álex, nuestro guía en este yacimiento— que muestra cómo los mayas creían en la energía de la naturaleza. Ellos observaban el cielo y crearon un calendario que para la NASA es el más fiable de todos los que han existido. Los mayas pensaban que los seres humanos comenzaban a morir desde el día del nacimiento y por eso adquirieron impresionantes conocimientos de astronomía y matemáticas». Álex se siente hoy orgulloso de ser un maya del siglo XXI: «hace cuarenta años no se podía decir ‘yo soy un maya’ y ahora lo grito a los cuatro vientos. Aquí, en Yucatán, nos reconocerás rápidamente, porque somos de baja estatura, sin vello y con los ojos muy achinados. En nuestro ADN tenemos más sangre asiática que africana».
Chichen Itzá fue declarada Patrimonio Mundial en 1988 y más tarde, en 2007, “una de las siete nuevas maravillas del mundo”. De ahí que no se permita en la actualidad la entrada de comida y sólo se pueda acceder al recinto con agua o una bebida energética. La joya arquitectónica del recinto es Kukulcán, la pirámide de 32 metros con nueve niveles y un templo en la parte superior con cuatro entradas. De cada una de ellas parte una escalinata con 91 escalones y solo en la cara norte surgen dos cabezas de serpientes gigantescas, casi a ras de suelo. En dos días determinados del año, el 21 de marzo y el 22 de septiembre, la iluminación solar produce un sorprendente reflejo que simula como si unos ofidios reptasen desde el templo superior hasta el suelo.
Esa modélica arquitectura fue relevante para que la Unesco decidiera inscribir el complejo como Patrimonio Mundial, aunque no por su tamaño, ya que otras pirámides mexicanas, como la de Cholula, de 55 metros de altura, son mucho más elevadas. El resto de edificios que componen el recinto, como el Templo de los Guerreros, la plataforma de las 1000 Columnas (aunque en realidad solo hay 584), el Juego de la Pelota o el Observatorio demuestran la importancia de este complejo maya que fue en sus orígenes un pequeño caserío. Desde el año 550 d.C. hasta el 800 d.C., Chichen Itzá existió principalmente como centro ceremonial de la civilización maya, pero fue en el año 1200 d.C. cuando se construyó tal y como lo conocemos en la actualidad. Descubrirla cuesta 614 pesos mexicanos para los extranjeros, algo más de 30 euros.
Tulum y Cobá
Otra opción dentro de la oferta de yacimientos arqueológicos es Tulum (“Muralla de piedra caliza” en maya), la única ciudad amurallada de esta civilización edificada en la costa. Los españoles ya avistaron esta ciudad, también llamada Zamá (“Amanecer”), cuando quedó abandonada a finales del siglo XVI, y comprobaron que era un importante puerto comercial con una población de 400 personas intramuros y de 2.000 fuera de las murallas. Hoy, los restos que se ven fueron construidos en el Postclásico (1200-1450 d.C.) y llama la atención su templo más alto (El Castillo) orientado hacia el mar y hacia la playa, con sus llamativas aguas de color turquesa.
Muy cerca de Tulum, a 47 km, se halla Cobá (“Agua turbia”), uno de los más importantes centros ceremoniales de esta civilización precolombina. La zona arqueológica se extiende a lo largo de 70 km2, repletos de yacimientos como la Iglesia o el Juego de Pelota. Si embargo, el templo más asombroso es el Grupo Nohoch Mul, la pirámide más alta de la península de Yucatán, con sus 42 metros, a la que se puede ascender desafiando sus escalones irregulares con la ayuda de una cuerda.
Valladolid
El abandono de los centros mayas en el siglo XVI coincidió con la llegada de los españoles a México. Una de las primeras ciudades que fundaron fue Valladolid, situada en el centro de la península, que luce la etiqueta de “Pueblo Mágico”, otorgada por las autoridades turísticas. Sorprende sobre todo por el color pastel de sus casas, un mercado repleto de olores y sabores, el cenote Zací, que está en pleno centro, y sus comercios tradicionales, ideales para comprar artesanías originales. Todo muy cerca de su antigua Plaza de Armas, presidida por la Iglesia de San Servacio y por la fuente de La Mestiza. Este es un lugar muy querido por los vallisoletanos con sus bancos dobles, los “tý y yo”, donde las parejas degustan los helados y las populares marquesitas. Este es el escenario elegido para la organización de bailes populares nocturnos, junto al monumento más importante de la ciudad, el Palacio Municipal, del siglo XVI, que guarda en su piso superior cuatro murales del siglo XX que explican la historia de esta ciudad.
Ríos subterráneos
En la Riviera Maya es inevitable hablar de los cenotes. Considerados sagrados por los mayas, son pozas naturales de agua dulce o respiraderos de los ríos subterráneos que durante miles de años han sido utilizados por la población para disponer de agua potable. Se calcula que existen más de 6.500 en la Riviera Maya y la península de Yucatán. En sí mismos constituyen una ruta para disfrutar del baño, la tirolina o los saltos al vacío. Uno de los más originales es el Cenote Imix («Vientre Materno»), en el Parque Xtun, donde los visitantes pueden maravillarse con las estalactitas, las estalagmitas y las raíces de los árboles, consideradas por los mayas como los nueve dioses del Inframundo. Estas raíces atraviesan la roca caliza para alcanzar el agua dulce que les permite alimentarse. El paseo transcurre por tramos a pie y por otros en los que hay que nadar sorteando incluso las caprichosas formaciones calcáreas, pero la experiencia resulta fascinante.
Históricamente estos cenotes fueron escenarios de rituales de lluvia, de vida, de muerte, de renacimiento y de fertilidad. Por ser profundos y enigmáticos, los mayas creyeron que los cenotes eran puertas de acceso al mundo de los muertos y hoy algunos de ellos están en peligro por la construcción del tren maya que atraviesa todo el bosque caribeño. El megaproyecto arrancará desde el aeropuerto de Cancún y pasará por otras ciudades como Tulum, Bacalar, Chetumal, Palenque, Mérida y Chichen Itzá, entre otras, antes de regresar al punto de partida. Está previsto que todo el recorrido pueda estar terminado en dos años. El objetivo es que los visitantes puedan recorrer toda la península de Yucatán en solo una semana.
Fauna caribeña
Además de los cenotes, la Riviera Maya cuenta con ecosistemas importantes como los manglares, las dunas costeras, los arrecifes coralinos y las playas tortugueras. En todos ellos existe una gran variedad de especies, aunque el animal que más destaca es la tortuga marina, que llega a estas costas para anidar. Los ejemplares más adultos, sobre todo las hembras, pueden ser vistos en la bahía de Akumal, donde sí es posible practicar el esnórquel y nadar junto a estos reptiles, siempre que no se les toque. También se pueden divisar numerosas aves junto al mar. Es el caso de las garzas o los pelícanos. Más en el interior de la selva resulta habitual la presencia de colibríes, loros, pavos ocelados o tucanes, así como de otros mamíferos entre los que se encuentran los armadillos, los monos araña o, incluso, el jaguar. El más grande es acuático, el manatí, y se encuentra en peligro de extinción.
Toda esta riqueza faunística y floral que suma más de 4.100 especies se concentra en la reserva natural protegida más grande de México. No es otra que Sian Ka’an (“Príncipe del cielo”, en maya) que se extiende en una superficie de 147 hectáreas. Normalmente se puede contratar una excursión a este paraíso natural desde algunos hoteles de Tulum. Durante el paseo se navega en lancha a través de unos largos canales flanqueados por el manglar. También existe la posibilidad de lanzarse al agua con un chaleco salvavidas para flotar de manera relajante a través de la corriente de un canal durante un kilómetro. Además, es posible nadar en algunas playas paradisíacas, como “La Piscina”, de Punta Allen, una zona de baño poco profunda que atraviesan tortugas y delfines. El pueblo del mismo nombre es el único que hay en la reserva, con apenas 400 habitantes. La electricidad funciona de una manera muy limitada y se sustituye en algunos lugares por paneles solares.
MÁS INFORMACIÓN
rivieramaya.mx
RECOMENDACIÓN
De la mano del turoperador Soltour (www.soltour.es) es posible visitar la Riviera Maya durante todo el año desde 900 – 1.200 euros, un paquete con vuelo ida/vuelta desde Madrid y 7 noches en hoteles de cuatro y cinco estrellas, con todo incluido, menos las excursiones, como es el caso del Bahía Príncipe Grand Tulum 5* (www.bahia-principe.com/es) o The Fives Oceanfront (www.thefiveshotels.com/es/oceanfront).