Salvo en contadas excepciones, todo en Singapur sorprende por su lujo, orden, eficacia y rompedoras líneas arquitectónicas. Changi, su famoso aeropuerto, no iba a ser menos. En los últimos cuarenta años ha ido creciendo en número de terminales a cada cual más espectacular. La última baza para dejar boquiabiertos a viajeros y visitantes es Jewel, una impresionante edificación inaugurada hace un par de años en la que los materiales constructivos se abrazan al agua y la vegetación.
El Merlion es una criatura mitológica, mitad león mitad pez, que constituye el símbolo de Singapur. Justo en su bahía, en el Downtown Core, con el icónico Marina Bay de fondo, hay una estatua de este ser, de cuya boca brota de forma continua agua. El mejor emblema de una ciudad-estado que siempre ha mirado al mar.
El pequeño paraíso financiero —que no fiscal— también cuenta con uno de los aeropuertos más importantes del mundo, Changi, con capacidad para unos 85 millones de pasajeros al año. Es un hub fundamental para el continente asiático y fiel reflejo del gusto por la arquitectura, el lujo y la fusión con el entorno natural existente en esta antigua joya del imperio británico.
A lo largo de sus cuarenta años de historia han ido incorporándose terminales a medida que crecía su importancia como nudo de comunicaciones. No en vano, es el hub para compañías como Singapore Airlines, Jetstar Asia Airways, Scoot, Silk Air, Garuda… Además, en él tienen base aerolíneas como Qantas, Air Asia o ANA. En cifras de prepandemia significa un movimiento de 382.000 aeronaves y 70 millones de pasajeros al año.
Singapur es un país con un elevado nivel de vida, y eso se traduce en el aeropuerto. El máximo cuidado y confort para el viajero del que hace gala lo sitúan como Mejor Aeropuerto del Mundo desde hace varias ediciones en los premios Skytrax, además de otros galardones por su limpieza y facilidad de tránsito.
La T1, T2, T3 y T4 rivalizan en comodidad y servicios, así como en tiendas exclusivas y variadas. Un monorraíl conecta las tres primeras. Todas destacan por algo: la T1, por el jardín; la T2, por su estructura de mármol y sus espacios temáticos; y la T3, por la oferta de ocio, incluidos un cine y un parque de atracciones, así como por sus casi mil claraboyas con reflectores que aportan una gran luz durante todo el día.
Un autobús conecta la T2 con la T4. Esta fue la última en inaugurarse, en 2017, y es usada especialmente por las compañías asiáticas que vuelan dentro de la región. Destaca por su diseño con grandes espacios abiertos, su nivel de automatización y su atractiva decoración, que rinde homenaje a la arquitectura tradicional de Singapur, en concreto a sus fachadas.
La hora de Jewel
En 2019 el aeropuerto decidió añadir una impresionante infraestructura para deleite de los viajeros y visitantes: Jewel. Se trata de un espectacular edificio ubicado entre las terminales 1, 2 y 3. Tiene forma circular y está recubierto de grandes ventanales y láminas de acero. En el interior se fusionan las dos grandes pasiones de los habitantes de este país, esto es, la naturaleza y el shopping. Los laterales y pisos inferiores conforman un impresionante centro comercial, pero lo mejor está en el hueco central.
El Rain Vortex es una cascada de cerca de 40 metros de altura que cae desde el techo y se sumerge bajo tierra. El espectáculo visual, por la forma que adquiere el agua al caer, y el atronador sonido conforman una auténtica experiencia. Además, los trenes que comunican las terminales 2 y 3 cruzan justo al lado de la cascada.
Como remate a la oferta del Jewel, en la quinta planta se encuentra Canopy Park, un parque de atracciones, con propuestas como Petal Garden, Topiary Walk, Foggy Bowls y Discovery Slides. ¿Quién dijo que un aeropuerto es aburrido y estresante?