Inicio DESTINOS MEET IN BT & MICE CAMBOYA. Cenizas al viento

CAMBOYA. Cenizas al viento

TEXTO Y FOTOS FERNANDO SAGASETA

Nom Pen_Palacio Real
Nom Pen_Palacio Real

Para bien y para mal, Camboya representa un paradigma de extremos en Asia. El territorio que fuera epicentro de una de las civilizaciones más avanzadas del continente, el Imperio Jemer, cuyo legado causa una enorme admiración, sobre todo por los templos de Angkor, también sufrió décadas de guerra en el s. XX y un régimen sanguinario e infernal como el de los Jemeres Rojos. Hoy en día, en parte curada de sus heridas, su capital, Nom Pen, se muestra vibrante y carismática como nunca, con interesantes opciones para la actividad MICE. Las extensiones a Siem Reap, Battambang, Sihanoukville o Kampot completan un programa de incentivos de lo más fascinante.

 

En sus tiempos conocida como “la perla de Asia”, cuando los franceses dominaban como potencia colonial lo que desde mediados del s.XIX y hasta 1953 se conoció como Indochina, Nom Pen ha sufrido como ninguna el castigo de la violencia, la confrontación fratricida y el delirio mesiánico de un régimen tristemente famoso, retratado en películas como The Killing Fields. El título lo dice todo. Sin embargo, la capital camboyana ha conseguido renacer de sus cenizas y es una de las ciudades de moda en el continente a orillas del mítico Mekong, con una escena cultural emergente, una gastronomía notable y buenos sitios para celebrar reuniones y eventos.

Los últimos 30 años han sido determinantes para este despegue, cuando el gobierno renunció a la ortodoxia comunista en el plano económico, al estilo chino. En este periodo han visto la luz el asfaltado de muchas calles y carreteras, grandes mejoras en el alcantarillado, nuevos parques y zonas verdes, así como la recuperación de las riberas del río. Los rascacielos van poblando el skyline lenta pero inexorablemente y cada día surgen tiendas con encanto, acogedores restaurantes, galerías de arte y garitos de todo tipo para tomarse una copa. La actividad comercial y los puestos callejeros inundan las aceras, hasta el punto de que resulta complicado transitar por ellas. También el tráfico se ha vuelto más y más endemoniado, aunque sin llegar a los niveles de Ho Chi Minh o Bangkok. Tiempo al tiempo.

Parte de ese desarrollo viene impulsado por el capital procedente de Pekín, un gigante que está detrás de muchas de las grandes infraestructuras y obras públicas, tanto en Asia como en África. Ahí está por ejemplo el nuevo aeropuerto, bautizado como Techo Takhmao, que se está construyendo en un terreno de 2.600 hectáreas a unos 30 km al sur de Nom Pen, y que cuatriplica las instalaciones del aeródromo actual. Por un lado es una pena, porque este se encuentra a solo 7 km del centro, lo que facilita mucho los traslados. Todo sea por el progreso. Después de varios retrasos sobre las previsiones iniciales, parece que puede estar acabado para 2025.

OFERTA MICE

Nom Pen no es un destino que destaque por su oferta para el segmento MICE, ni ocupa los primeros puestos del ranking de la International Congress and Convention Association (ICCA), pero puede ser una opción diferente para los eventos que busquen un plus de exotismo y ofrecer a los participantes la oportunidad de conocer las raíces de una cultura ancestral como la jemer. El toque de color lo ponen las numerosas túnicas naranjas de los monjes y aspirantes budistas que pululan por las calles y en los alrededores de los templos (wats). La cordialidad de los camboyanos es otra de sus virtudes. El sompiah, un saludo que se expresa en una reverencia juntando las manos delante del pecho, es santo y seña en todo el país.

Básicamente, los espacios y salones se encuentran en los grandes hoteles, aunque también hay venues específicos. Es el caso de Diamond Island Convention and Exhibition Center, en la isla del mismo nombre junto al río Bassac, en el corazón de la ciudad, su cara más moderna y vanguardista. Es quizá el complejo más activo de la ciudad, aunque el grupo Overseas Cambodian Investment Corporation (OCIC) tiene planes para sustituir sus instalaciones por las que está construyendo en Chroy Changvar Satellite City, otro de los grandes polos de expansión urbana, en la península que forman los ríos Tonlé Sap y Mekong.

La sede con más solera es Chaktomuk Conference Hall, con una envidiable ubicación, en el mismo paseo fluvial, rodeado de jardines y muy cerca del Palacio Real. Se trata de una llamativa construcción de hormigón en forma de hoja de palma inaugurada en 1961, que combina elementos tradicionales de la arquitectura jemer y otros más modernos. Ha sido lugar de muchos actos protocolarios oficiales, así como conferencias internacionales, seminarios y exposiciones. Desde luego, es el lugar favorito para los certámenes que organiza el Ministerio de Cultura y Bellas Artes, gracias a su estupendo auditorio. Fue complemente remodelado en el año 2000 y actualmente se encuentra de nuevo en obras, sin que las autoridades hayan puesto fecha a su reapertura.

Para eventos multitudinarios está el Estadio Olímpico, una verdadera rareza de la arquitectura levantada en la década de 1960 en un estilo racionalista que recuerda a las construcciones de corte soviético. La infraestructura está concebida sobre todo para certámenes deportivos, pero sus numerosas estancias pueden dar juego para otro tipo de necesidades.

Una de las instituciones que también se ofrece al sector MICE es el Institute of Technology of Cambodia (ITC), en el campus de la Royal University of Phnom Penh (RUPP). Lógicamente, los eventos que se organizan aquí suelen estar relacionados con el mundo de la educación, pero también acoge todo tipo de encuentros corporativos y seminarios sobre energía, gestión de residuos, medio ambiente o recursos humanos. También dispone de espacios para exposiciones.

En capítulo de los hoteles, las posibilidades para organizar eventos se amplían considerablemente. Hay unos 50 que ofrecen espacios y entre todos suman más de 150 salones. El más preparado por sus dimensiones es el Sokha Phnom Penh Hotel & Residence, que cuenta con 9 salas, una de ellas la más grande de la ciudad, con 2.700 m2. El mismo número de dependencias ofrece el Sofitel Phnom Penh Phokeethra, con un total de 3.000 m2. El siguiente en la lista es Nagaworld, junto al Parlamento, con 7 salones, el mayor de ellos de 1.100 m2 y un total de 2.900 m2. Por detrás se encuentran establecimientos como Garden City (2.325 m2/6 salas), Hyatt Regency Phnom Penh (1.384/16); Phnom Penh Hotel (1.339/8), Raffles Hotel Le Royal (857/6); Sunway Hotel Phnom Penh (759/6); y Rosewood Phnom Penh (620/3), entre otros.

PALACIO REAL

Aunque la ciudad de Nom Pen se ha extendido como una mancha de aceite hasta llegar a los casi 2,5 millones de habitantes, los principales puntos de interés se pueden recorrer prácticamente a pie, al encontrarse en la misma zona. Cuando aparece el cansancio siempre se puede recurrir a un tuk-tuk, el transporte por excelencia. Para evitar regateos de precio y explicaciones sobre el destino, lo mejor es bajarse la app Grab, el Uber asiático, que funciona de maravilla.

La visita insoslayable es la del Palacio Real, que recuerda mucho a su equivalente en Bangkok, hasta el punto de contar también con un pequeño buda esmeralda. Aunque el conjunto es soberbio, los turistas se quedan un poco frustrados porque no se puede entrar en la mayoría de los edificios, y si están abiertos al público  no permiten hacer fotos. Al menos se puede acceder a la pagoda de Plata, el más valioso de los monumentos, aunque nada más sea por los 5.000 baldosines de este metal precioso que cubren el suelo. La mala noticia es que están protegidos a su vez por una moqueta roja que solo dejar ver unos cuantos a la entrada.

Más de la mitad de los tesoros se perdieron durante la invasión vietnamita de 1979, aunque aún mantiene un buda de oro decorado con cerca de diez mil diamantes. La pagoda también alberga magníficas piezas de artesanía jemer y un montón de regalos a los monarcas camboyanos por parte de mandatarios de otros países. Otros puntos fuertes del palacio son el pabellón Chan Chaya; el salón del Trono, que se utiliza para coronaciones y ceremonias, aunque solo se puede contemplar desde fuera; y el larguísimo mural que decora los cuatro costados con escenas épicas del Ramayana. En todo caso, se echa de menos el acceso a las dependencias del rey.

El actual es Norodom Sihamoní desde la abdicación de su progenitor, Norodom Sihanouk, considerado el ‘padre de la patria’, ya que bajo su reinado Camboya logró la independencia de Francia. Vale la pena leer algo de la biografía de este personaje —nunca mejor dicho—, que cedió la corona en dos ocasiones, estuvo casado con seis mujeres, tuvo incontables hijos, lidió con todo tipo de aliados políticos, vivió largos años de exilio, hablaba español, tocaba el clarinete y rodó varias películas como actor y director.

TEMPLOS Y MUSEOS

Otro de los imprescindibles es el Museo Nacional, en un bello edificio de arquitectura tradicional con jardines exteriores y fuentes en el patio. Desde luego, es el referente mundial para apreciar el arte jemer, aunque también atesora piezas de los periodos anteriores. Llaman mucho la atención las piezas de bronce y las impresionantes esculturas, la mayoría procedentes de Angkor.

También son muy interesantes algunos de los templos, especialmente Wat Phnom, que se alza sobre una pequeña colina rodeada de árboles donde suelen campar los monos a sus anchas. Tras pasar ante un curioso conejo gigante de mimbre, las majestuosas escaleras custodiadas por leones y serpientes mitológicas (nagas) llevan al santuario, muy venerado por los camboyanos en busca de suerte, donde depositan frutas y guirnaldas cuando creen que sus peticiones han sido atendidas.

Por su parte, Wat Ounalom está considerado como la cuna del budismo camboyano desde su fundación en 1443. Aunque fue saqueado durante el brutal régimen de Pol Pot, hoy en día se encuentra a pleno rendimiento después de su rehabilitación. De hecho, entre las más de 40 construcciones del monasterio se dejan ver numerosos monjes que reciben formación aquí, con sus sencillos atuendos naranjas y la cabeza bien rapada, como manda el canon.

Pero en Nom Pen pronto se pasa de la excelencia a la vileza más extrema. Es la que está  representada por Tuol Sleng, un antiguo instituto de enseñanza de un céntrico barrio de la capital convertido en el principal centro de tortura y asesinato de los Jemeres Rojos mientras estuvieron en el poder, entre 1975 y 1979. En un dramático ejercicio de memoria histórica para desenmascarar las atrocidades del pasado, el recinto ha sido transformado en una especie de museo de los horrores.

Explorar sus dependencias pone los pelos de punta, sobre todo las que exhiben las fotos de los detenidos, algunos retratados antes y después de su martirio. Más de 18.000 víctimas han sido identificadas, pero hubo muchas más. La mayoría terminaron sus días en el campo de exterminio de Choeung Ek, a pocos kilómetros de la ciudad, que también se puede visitar. En Tuol Sleng, también conocido como S-21, suelen conversar con los turistas Bou Meng y Chum Mey, dos de los cuatro supervivientes aún vivos, que firman libros sobre su terrible experiencia traducidos a varios idiomas, incluido español.

Desgracias aparte, la capital camboyana es para pateársela a gusto, a pesar de que el bullicio no siempre implica una experiencia relajada. Escasean las zonas verdes, pero hay parques para darse una vuelta como Wat Botum, frente al fotogénico templo del mismo nombre, donde se halla el Monumento a la Amistad Camboyano-Vietnamita, que por las tardes se llena de aficionados al aerobic. Un poco más allá, en el bulevar principal de la ciudad, aparece la estatua del sempiterno Norodom Sihanouk para acabar en el Monumento a la Independencia, el epicentro de la gran urbe.

Aunque la actividad comercial en la calle es una auténtica locura —de todo y para todos los gustos—, siempre se puede complementar con el Mercado Central, un edificio en forma de cúpula con cuatro brazos que, cuando fue levantado en 1937, era el más grande de Asia. En la zona cubierta se concentran sobre todo los relojes, los complementos, la ropa y la bisutería. Los puestos de comida de alrededor se mantienen muy activos a mediodía. No obstante, para adquirir buenos souvenirs y piezas de artesanía es mejor el llamado Mercado Ruso, en el barrio del mismo nombre, donde se concentran muchos expatriados. Es el toque internacional de una ciudad que, tras haber probado el atraso y la autarquía más fanáticos abraza desde hace tiempo la fe cosmopolita.

ANGKOR
MARAVILLAS IMPERIALES

La antigua capital del imperio jemer, que floreció durante seis siglos hasta el año 1432, es el gran vestigio de una civilización cuyas fronteras alcanzaron desde el mar de la China Meridional hasta casi la India, incluyendo las actuales Camboya, Vietnam, Laos, Tailandia y parte de Birmania y Malasia. Los templos que se encuentran en los alrededores de la ciudad de Siem Reap conforman, sin lugar a dudas, una de las grandes maravillas del mundo. Un patrimonio extraordinario que justifica por sí solo un viaje intercontinental y, por supuesto, una extensión desde Nom Pen.

Los templos de Angkor parecen sacados de una a película. No en vano, han sido escenario o inspiración de algunas de ellas. Al margen de su incalculable valor artístico e histórico, emergen con una belleza única y misteriosa en medio de la frondosa selva. Aunque se trata de una atracción turística de primera magnitud que reúne a miles de visitantes en cualquier época del año, la extensión del complejo, con sus más de 70 ruinas, permite encontrar rincones en ciertas ocasiones para disfrutarlos casi en solitario.

Lo más práctico es alquilar un tuk-tuk. Así no hay que estar pendientes de dónde aparcar ni andar siguiendo mapas. Los conductores están bien aleccionados, conocen los itinerarios y no ponen pegas si el cliente pasa el tiempo que le apetezca en cada parada. Su misión es esperar con paciencia. Los restos de la metrópolis ocupan unos 200 km2 al noroeste de Camboya y, aunque el deterioro de muchos de ellos es patente, aún quedan impresionantes restos que retratan muy bien la gloria de sus reyes.

La gran estrella es Angkor Wat, la construcción religiosa más grande del planeta, una auténtica pasada, con sus cinco torres perfectamente en pie en forma de capullo de loto, representación del monte Meru, la mítica residencia divina del centro del universo. Erigido en el siglo XII por Suryavarman II, estuvo dedicado en origen al dios hindú Vishnu y sus edificios están dispuestos en forma de mandala. Todo es extraordinario en él, pero aún así sobresalen los excepcionales bajorrelieves tallados a los largo de cientos y cientos de metros sobre los muros que lo delimitan. Muchos visitantes madrugan bien temprano para contemplar el amanecer ante su majestuosa presencia, reflejada en el estanque de la entrada principal.

Tan espectacular como Angkor Thom, una ciudadela rodeada por un muro de 8 metros y un foso que acoge también magníficos templos. La entrada por la puerta sur es la más pintoresca por el buen estado de conservación de las 154 estatuas de piedra a derecha e izquierda del puente, dioses y demonios cada uno con una serpiente gigante en las manos. Un impresionante pórtico de 23 m con una triple torre de cuatro caras dirigidas a los cuatro puntos cardinales da paso a maravillas como el Bayon, un santuario con forma de pirámide sobre tres niveles, 54 torres y más de 200 enigmáticas caras de piedra; o el Baphuon, cuya restauración llevó 50 años, también grandioso; sin olvidar el Phimeanakas, conocido como el Palacio Celestial; la terraza de los Elefantes, tallados a tamaño casi natural; o la terraza del rey Leper, delimitada por valiosos bajorrelieves de gran profundidad.

Una visita detenida de Angkor lleva al menos tres días, aunque venden entradas para una jornada y para una semana. Hay numerosos templos que se pueden considerar menores, pero que desdicen esta injustificada calificación. No hay más que acercarse a Ta Prohm, por ejemplo, para alucinar con las gigantescas raíces abriéndose paso entre la piedra hasta formar extrañas arquitecturas surrealistas. Angelina Jolie corrió sus intrépidas aventuras por aquí haciendo de Lara Croft en Tomb Raider. Otro complejo que deja la boca abierta es Banteay Srei, o ciudadela de las Mujeres, debido sus exquisitas tallas y al tono rosado de sus fachadas. Hay muchos más: Ta Keo, Preah Kahn, Pre Rup, Neak Pean, East Mebon… En fin, sobran las palabras.

BATTAMBANG Y KAMPOT

La inmersión en la auténtica Camboya rural puede arrancar en la misma ciudad de Siem Reap. Una vez explorado Angkor y tomadas todas las cervezas del mundo en sus numerosos bares para turistas, lo suyo es coger uno de los barcos que recorren el río Stoeng Sangke. Es una excursión para los más aventureros, porque la embarcación no es que sea muy cómoda y la travesía es larga, pero los paisajes son bonitos y resulta relajante contemplar la vida corriente de los pescadores y los habitantes de la ribera.

Tras cruzar la cabecera del inmenso lago Tonlé Sap, la mayor extensión de agua dulce del sudeste asiático, se encara el río, algunos de cuyos tramos resultan muy sinuosos e invadidos de vegetación flotante. Seis horas después se llega a Battambang, que tiene un encanto muy peculiar, sobre todo el barrio de las casas-tienda de origen francés. En los alrededores, las excursiones típicas son el tour de los templos, la cueva de los murciélagos y el tren del bambú, un curioso medio de transporte que se sigue utilizando en algunas aldeas.

Desde Battambang hay varias empresas de autobuses para llegar a Nom Pen. Desde allí es fácil acceder a la costa, donde destacan destinos como Sihanoukville, uno de los más populares del país, sobre todo desde que hay vuelos también desde Siem Reap. Las playas están bien. Hay muchas donde elegir, aunque cada vez es más difícil encontrar espacios solitarios, debido a la creciente presión urbanística. Otra posibilidad, sin llegar al mar, es quedarse en la zona de Kampot, capital nacional de la pimienta, junto al río Preaek Tuek Chru, donde han proliferado los lodges con sus cabañas bien camufladas entre la selva. Los hay para todos los bolsillos, desde mochileros hasta grupos de incentivo, y es de las mejores ideas para abrir un pequeño paréntesis en medio de la esplendorosa naturaleza.

HYATT REGENCY PHNOM PENH *****

Frente por frente del Museo Nacional. Un llamativo contraste entre el edificio colonial que sirve de recepción y la torre de acero y cristal adosada. La parte más antigua fue construida en 1900 como residencia del príncipe Norodom Norinractivong. En 2016 fue adquirida por Chip Mong Group, que firmó un acuerdo con Hyatt para su gestión. Dispone de 280 habitaciones en 14 plantas, una piscina y un estupendo rooftop. En cuanto al MICE, destaca el ballroom, con capacidad para 700 personas.
#55, Street 178. Phnom Pehn
Tel. +855 23 600 1234
www.hyatt.com

PALACE GATE HOTEL & RESORT *****

Un extraordinario oasis en mitad de la ciudad, junto al Palacio Real, al que se puede acceder casi directamente por una de las puertas de su jardín. El establecimiento, de corte colonial, está lleno de encanto y de obras de arte con motivos jemeres. Abundan los rincones arropados por la vegetación y su piscina rodeada de camas balinesas es un exponente máximo de la exclusividad. No hay que perderse las vistas del Organic Sky Bar, en la tercera planta, literalmente asomado sobre el palacio.
#44, Sothearos Blvd. Phnom Pehn
Tel. +855 23 900 011
palacegatepp.com

NAGAWORLD *****

Moderno y de enormes proporciones, junto al Parlamento de Camboya, con luces por todas partes y una estética muy del gusto oriental. Forma parte de un complejo dedicado al juego y el entretenimiento, con cientos de máquinas de azar, ruletas y mesas de cartas. En capacidad no tiene rival, con sus 1.658 habitaciones. La cosa no queda aquí. Cuenta con salas de reuniones para 1.000 participantes y un teatro con 2.000 butacas, entre otros muchos servicios, como dos spas, 20 puestos para comer y beber o un centro comercial subterráneo. Samdech Techo Hun Sen Park. Phnom Pehn
Tel. +855 98550805
www.nagaworld.com

ROSEWOOD PHNOM PENH*****

El skybar más impresionante de la capital y posiblemente de toda Camboya se encuentra en el saliente de este icónico rascacielos en pleno distrito financiero, todo un símbolo de la cara más vanguardista del país. Con 175 habitaciones, incluidas 37 suites, 6 restaurantes, piscina, spa, fitness center y todo lo que los viajeros de negocios puedan necesitar. Para los organizadores de eventos reserva más de 1.000 m2 de espacios, todos ellos con luz natural y algunos con excelentes vistas. Merece la pena tomarse un cóctel arriba del todo para comprobar que la ciudad tiene un aspecto completamente distinto. Hasta parece ordenada, limpia y silenciosa. Al bajar, uno se sumerge en la verdadera realidad.
Monivong Boulevard, 66. Phnom Penh
Tel. +855 23 936 888
www.rosewoodhotels.com

DOCUMENTACIÓN

Pasaporte en vigor con 6 meses de validez y visado que se puede obtener en internet (www.evisa.gov.kh) o a la llegada. En este último caso, se supone que hay que llevar una foto tamaño carné y 30 dólares en efectivo para pagar las tasas, pero en la práctica no suelen pedirla y a veces también aceptan otras monedas. El visado turístico permite una sola entrada de 30 días máximo.

CLIMA

Camboya tiene cuatro estaciones: noviembre-febrero: fresco y seco; marzo-mayo: caluroso y seco; junio-agosto: caluroso y húmedo; septiembre-octubre: fresco y húmedo. La mayoría de las lluvias son cortas y fuertes, por lo que el resto del día puede haber un clima óptimo para hacer turismo.

ELECTRICIDAD

230V/50Hz. Se utilizan enchufes de dos clavijas, tanto planos como redondos. Muchos hoteles ofrecen diferentes tomas de corriente. No es mala idea llevar un adaptador universal por si acaso.

VESTIMENTA

Lo más cómoda posible. Hay que tener en cuenta la visita a los templos, que suelen pedir a las mujeres que lleven cubiertos los hombros y las rodillas. En teoría, los hombres no deberían entrar con pantalones cortos, pero en la práctica todo el mundo lo hace. Hay que quitarse el calzado antes de entrar. En las playas, el sentido del decoro es diferente al de los occidentales. Los locales no llevan bikinis ni hacen top less.

SANIDAD

Por lo general es muy básica. Es aconsejable contratar un seguro. Las dolencias más comunes de los turistas tienen que ver con trastornos estomacales por la comida y la falta de higiene en algunos sitios. También hay que tener cuidado con las insolaciones. Ante todo, hidratarse bien y aplicarse crema protectora. Los mosquitos son insistentes, sobre todo en la época de monzones. No hay ninguna vacuna obligatoria. Se recomienda la profilaxis contra la malaria y evitar las picaduras si se van a visitar ciertas zonas rurales.

COMUNICACIONES

El acceso a Internet está disponible y es gratuito en la mayoría de los hoteles y muchos restaurantes turísticos. Sin embargo, la velocidad varía mucho de unos a otros. Las tarjetas SIM para el móvil son baratísimas y la cobertura es aceptable en casi todo el país.

IDIOMA

El idioma nacional el jemer. El personal de hoteles y restaurantes suelen hablar un inglés muy básico. Con el resto es difícil entenderse. Algunas personas mayores entienden el francés por influencia del periodo colonial.

DINERO

La moneda camboyana se llama riel (KHR). El tipo de cambio con respecto al dólar estadounidense es alrededor de 4.000/1 y se acepta sin problemas en todo el país, no así los euros. La vuelta de las compras puede ser en rieles o dólares, en función de lo que disponga el vendedor. Es como si hubiese dos monedas oficiales. Hay que ser previsores con el efectivo, porque no aceptan el pago con tarjeta en todos los sitios. En las grandes ciudades se puede sacar dinero en los cajeros con la correspondiente comisión mínima del banco emisor y del que presta el servicio.

SEGURIDAD

Camboya es un país seguro para los viajeros. El mayor peligro es el tráfico y la mala conducción. Cuidado al cruzar la calle en las ciudades. Los pasos de cebra están de adorno. Ningún vehículo se para. En Nom Pen puede haber hurtos y robos de bolsos, pero rara vez atracos con fuerza.

HORARIO
Cinco horas más que en España (GMT+7).