Con motivo del quince aniversario de MeetIN, hablamos con Juan Molas, presidente de la Mesa del Turismo, del sector MICE, la industria y la actualidad, entre otros aspectos.
¿En qué ha cambiado el sector turístico en España en los últimos 15 años?
Es mucho más competitivo. Se ha segmentado y multiplicado exponencialmente la variedad de la oferta. La profesionalidad también ha mejorado, sobre todo en puestos intermedios, con muchos universitarios y más preparación en general. Estamos en un momento explosivo.
Da la sensación de tener una estructura empresarial muy volátil, con operadores y grupos verticales que nacen, mueren y vuelven a reorgani- zarse con facilidad, ¿no cree?
Discrepo. En otros países de nuestro entorno caen grandes gigantes, como el reciente caso de FTI en Alemania. Lo que ocurre es que han aparecido nue- vos actores, especialmente los fondos de inversión. Es verdad que ha habido cambios, pero los grupos se vuelven a reconstituir. Tenemos un músculo empresarial modélico, posiblemente mejorable, como todo, pero que ha aguantado profundas crisis, especialmente la pandemia, con dos años durísimos.
Las grandes cadenas hoteleras de origen español han demostrado una fortaleza y una capacidad de internacionalización asombrosas. ¿Cómo lo han conseguido?
Ha habido mucho trabajo, valentía y capacidad de adaptación. Hemos crecido muy bien con las nuevas tecnologías para abrir nuevos canales de venta directa. No hay un país en Europa con la fortaleza hotelera española.
La gran sangría se ha producido en la distribución. Internet, la venta online y los canales directos se han llevado a muchas agencias de viajes por delante. ¿Hay marcha atrás?
No hay marcha atrás. Ha habido una concentración de grupos de gestión con buen criterio. En países emisores hacia España, como Reino Unido o Alemania, esto ya existía con los grupos verticales ligados a los turoperadores y sus redes minoristas, pero aquí había mucho negocio familiar pequeño hasta la llegada de Halcón, Barceló o Club de Vacaciones. Más pronto o más tarde tenía que llegar la concentración en grupos más potentes. Por otra parte, la especialización es básica, sobre todo en el segmento Business Travel & MICE.
Los precios están ahora mismo por las nubes. ¿Tienen derecho los opera- dores turísticos a compensar el agujero de la pandemia?
Hay que tener en cuenta esos dos años largos sin apenas actividad y también el fuerte incremento de costes a todos los niveles: sobre todo en energía y alimen- tación. Los salarios han subido entre el 4,5 % y el 6 %, cuando otros años estaba entre el 1 % y el 2 %. En 2023 casi todo el mundo en el sector ha ingresado mucho dinero, unos más y otros menos, pero el beneficio no es tanto. Este año también va a ser incluso mejor. La gran pregunta es cuánto durará.
¿Cree que el mice es la parte más jugosa del turismo?
En términos de gasto por persona, sin duda. La verdad es que los palacios de congresos están teniendo muy buenos resultados y los incentivos de las empresas se han incrementado un 40 %. Es difícil encontrar salas y alojamiento para los congresos y convenciones. A todo ello ayuda mucho la experiencia España: cultura, ocio, gastronomía, estilo de vida… Todo suma.
Cada vez resulta más difícil encontrar profesionales cualificados. ¿Qué está pasando?
La retención de talento es un gran problema en la actualidad. Quizá haga falta una dignificación de la profesión, generar un sentimiento de orgullo de trabajar en un sector que aporta hasta el 12,8 % directo al PIB directo, además de un 8 % indirecto. También es necesaria la formación con planificación a largo plazo. No entendemos cómo algunas escuelas de turismo han quedado con plazas vacantes en el último curso.
¿Qué le pide la Mesa del Turismo al Gobierno en estos momentos?
Con una aportación al PIB del 20 % no podemos compartir ministerio con Industria y Comercio. Podríamos estar en el Ministerio de Economía, aunque fuese con una Secretaría de Estado, dependiente directamente de Vicepresidencia. Además, necesitamos más dotación económica para acciones concretas, cambiar el modelo y la estructura de Turespaña, mayor control de la compe- tencia desleal —con 360.000 viviendas de uso turístico ilegales— y distribuir los fondos europeos en la regeneración de destinos maduros. Por nuestra parte, estaría bien concentrar la representatividad para tener una voz única frente a la Administración.