Movilidad, sostenibilidad, intermodalidad, integración… La ciudad que conocemos ha iniciado un camino imparable hacia una concepción verdaderamente integral, gracias a la interconexión de los movimientos de sus residentes y visitantes. Es un paso fundamental para el desarrollo de la smart city, la ciudad inteligente, el modelo que marcará el futuro de unas urbes cada vez más grandes, más amenazadas por la polución y con mayores necesidades energéticas y de transporte.
Una de cada dos personas del mundo, unos 3.500 millones, vive en una ciudad, y la previsión es que en 2030 esa cifra alcance los 5.000 millones. Siguiendo con los números, las ciudades ocupan solo el 3 % de la superficie de la Tierra, pero consumen entre el 60 y el 80 % de la energía. Y, por supuesto, no todo el mundo vive igual, ya que se calcula que cerca de 900 millones de personas lo hacen en barrios marginales, especialmente en Asia. El concepto de un mundo con la población agrupada en megaciudades, muy al gusto del cine de ciencia ficción, cada vez toma más forma.
Pensando en positivo, para paliar un mundo a lo Blade Runner, los nuevos modelos que se proponen son diversos. Según ISG Global, destacan las supermanzanas de Barcelona, de las que hay proyectadas medio millar; los barrios de tráfico reducido de Londres, con profusión de jardineras y bolardos; la ciudad de los 15 minutos de París, donde todo esté a esta distancia; la ciudad libre de coches, como Hamburgo, prevista para 2034.
De acuerdo con este informe, todas tienen en común «el objetivo de reducir el uso del transporte motorizado privado y aumentar el transporte público y activo (caminar e ir en bicicleta) y, por lo tanto, reducir la contaminación del aire, el ruido y los efectos de isla de calor, además de aumentar la actividad física y, como resultado, promover y mejorar la salud». Para lograr todo esto la clave está en el modelo de ciudad inteligente.
EL CONCEPTO DE SMART CITY
En líneas generales, se trata de una ciudad que usa las nuevas tecnologías para optimizar su funcionamiento, que aplica en aspectos como la sostenibilidad, la construcción, la población, la administración, los recursos y, cómo no, la movilidad. Toda ciudad inteligente debe lograr tres objetivos: los relacionados con la competitividad económica, la calidad de vida y la sostenibilidad.
Como indican fuentes de la consultora Deloitte, tras unos años de explosión tecnológica, basada en la eficiencia, los nuevos servicios y el acceso a la información, ahora es el momento de plantearse si las administraciones públicas están preparadas. Es necesaria una transformación del modelo de la gobernanza de la ciudad que ayude a lograr sus objetivos.
Para ello hay que tener en cuenta hasta una decena de indicadores: tener un visión clara y unos objetivos a largo plazo; hacer uso de la colaboración público-privada, contar con una estructura que fomente la colaboración interna y con agentes externos; desarrollar una plataforma inteligente para procesar la información y los datos de manera eficiente; utilizar la tecnología como palanca para abordar y superar puntos débiles como la energía, la movilidad o los servicios públicos; implantar sistemas de gestión de riesgos; involucrar a la sociedad; y crear un marco jurídico adecuado.
La evolución está siendo positiva. Las ciudades mejoran poco a poco y se implican cada día más en la consecución de los objetivos. Sin ir más lejos, en España existe desde hace años la Federación Española de Ciudades Inteligentes (FICE), que cuenta con 89 miembros, además de la colaboración de varias decenas más. Pero no es oro todo lo que reluce. El informe de Idencity 2021 sobre movilidad sostenible arroja que solo el 50,8 % de las ciudades españolas lo cumplen, encabezadas por Madrid y Barcelona.
El Índice de Movilidad Sostenible de las Ciudades Españolas 2021 (IMSCE) analizó y evaluó los sistemas de movilidad de 82 ciudades de toda España. El responsable de Idencity, Jordi Hereu, destaca que el estudio muestra que «el avance hacia la movilidad más eficiente y accesible se encuentra cada vez más presente en la hoja de ruta de los gobiernos locales, pero necesita la consolidación de los sistemas de movilidad que garanticen el cuidado del medioambiente y la salud de las personas».
La progresiva masificación de las grandes ciudades supone un gran reto, en concreto para la movilidad urbana, y todo ello apostando por la sostenibilidad. Es un escenario bastante complejo. Por eso se necesitan las smart cities, para que, con el uso de herramientas como el big data, «recopilen y analicen sin descanso la ingente cantidad de información que generan a cada instante vehículos, peatones, semáforos y demás elementos y circunstancias del tráfico urbano para ordenarlo con la mayor eficiencia», como apuntan fuentes de Iberdrola. Según esta compañía eléctrica, «la gestión de la movilidad urbana tiene un impacto sobre la prosperidad de una ciudad».
Y para lograr un sistema eficiente, Deloitte identifica tres rasgos clave: rendimiento y resiliencia —buenas infraestructuras integradas para evitar atascos y contaminación—, visión y liderazgo —innovación e inversión— y servicio e inclusión —la movilidad ha de ser accesible y asequible—.
MOVILIDAD SOSTENIBLE
La Comisión Europea calcula que el transporte supone la cuarta parte de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en la UE, de los cuales, el 70 % corresponden al transporte por carretera. La reducción de las emisiones estipuladas para 2050 tiene que tener en cuenta ineludiblemente la movilidad urbana, como subraya el organismo europeo.
Precisamente, en paralelo a su crecimiento y a su digitalización, la ciudad ha ido evolucionando y tratando de convertirse en un ente más habitable y sostenible, el necesario mantra de nuestros días. Los gestores municipales cada vez dan más protagonismo a las zonas verdes, a la peatonalización, al blindaje del centro ante los vehículos particulares… En esta búsqueda de una ciudad viva, saludable y sostenible, la movilidad o, mejor dicho, la intermodalidad, resulta fundamental.
En unos cuantos años hemos pasado de ciudades atascadas en las que los medios de transporte públicos —metro y autobús, junto al taxi, especialmente— trataban de descongestionar las mareas de vehículos privados, a otras en las que elementos como los VTC y el vehicle sharing —coches, motos, bicis, patinetes— se van abriendo camino. Medios de transporte y compañías de cada uno de ellos proliferan en todas las ciudades.
La nueva movilidad, imparable y creciente, tiene seis claves, según Deloitte: es un derecho y un elemento de cohesión social; la multimodalidad ha llegado para quedarse; hay que implantar restricciones en las zonas de mayor congestión; se impone el fomento de la movilidad sostenible entre empresa y trabajador; es necesaria una regulación que dé apoyo y promueva la innovación; y, finalmente, hay que manejar la ingente cantidad de datos para sacar resultados y actuar en consecuencia.
Ahora, sobre todo en los grandes núcleos urbanos, el siguiente paso es «poner orden», articular esa oferta, en dos sentidos: la intermodalidad urbana y la integración.
INTERMODALIDAD URBANA
Por un lado, hay que seguir progresando adecuadamente en intermodalidad, esa aspiración que, a escala regional o nacional, persigue que con un solo billete se pueda viajar en avión-tren, avión-autobús o tren-autobús, lo que también tiene su reflejo en la movilidad urbana. El abono transporte fue el primer paso, pero se puede hacer mucho más, en especial incorporando la oferta privada.
La intermodalidad facilita la movilidad y da el protagonismo al ciudadano. De ahí que las ciudades estén paulatinamente aportando soluciones en esta dirección, Las ventajas son evidentes. En primer lugar, se utiliza menos el vehículo privado. En segundo, hay más opciones que ofrecer a la ciudadanía sobre medios de transporte sostenibles. En tercero, se produce una mejor gestión de los recursos por parte de las autoridades. Finalmente, las empresas tienen importantes nichos de negocio en áreas como el transporte y la tecnología.
La Movilidad como Servicio (MaaS), el transporte basado en la tecnología, se ha convertido en una necesidad del transporte urbano sea eficaz. Ha llegado para acabar con los fallos del transporte público, entre ellos las zonas desatendidas, para las que ahora se ofertan alternativas de microtránsito como la bicicleta o el patinete, una buena forma de unir puntos desde las paradas a los hogares o lugares de destino. Este MaaS proporciona todo tipo de información que permite optimizar la intermodalidad, los trayectos, los tiempos… En definitiva, eficiencia.
INTEGRACIÓN TECNOLÓGICA
Constituye el segundo de los aspectos de referencia para ordenar la movilidad urbana: la integración de todas las opciones en plataformas eficaces, basadas en la tecnología. El enemigo a batir es el uso del coche privado. Según algunos cálculos, y al margen de consideraciones medioambientales, el gasto en este medio de transporte ronda los 6.000-7.000 euros al año, sin contar el coste del propio vehículo. Hay que tener en cuenta que el índice de ocupación es muy bajo. Solo se le da uso entre el 2 y el 3 % del tiempo. El resto está aparcado.
«Si pensamos en todos los elementos que conforman la movilidad en las ciudades y los integramos en una plataforma, conseguiremos una alternativa eficaz al vehículo privado», explicaba Ion Cuervas-Mons, CEO de Wondo, plataforma de movilidad perteneciente a Ferrovial, durante el Foro Internacional para la Movilidad Urbana & Smart. Este experto puso como ejemplo Whim, una solución finlandesa que ha conseguido integrar la oferta de sharing de todo tipo y el transporte público con un servicio de suscripción que se abona mensualmente.
«Al final, la propuesta de ofrecer trayectos multimodales agregados en la misma aplicación es más barato que tener un coche. A eso es a lo que hay que llegar y en ello estamos trabajando, para que el usuario pueda ver en una sola pantalla toda la información con rutas, precios, etc. En eso estamos trabajando», comentó Cuervas-Mons. El modelo es similar a lo que propone Cabify, que integra en su aplicación diversas alternativas. La clave es integrar todas esas propuestas privadas con el transporte público, verdadera columna vertebral del sistema de movilidad.
Otro aspecto importante no es tanto la sostenibilidad, sino la eficiencia. «Cuanto más rico es el ecosistema de movilidad de una ciudad, tanto mejor. Si tienes solo un medio, no enriquece, no resuelve el problema. Lo importante es la tasa de ocupación, la eficiencia. Un autobús puede ser eléctrico y no emitir gases, pero si circula vacío es ineficiente. Nos centramos muchas veces en el asunto de las emisiones y sin embargo estamos todavía en pañales en la intermodalidad. Tenemos que avanzar en la tecnología necesaria para llenar esos vacíos», explicaba en el mismo encuentro Mariano Sylveira, el que fuera vicepresidente de Cabify, que hace tres meses fichó por Blueground, la start-up estadounidense de alquileres profesionales.
INTERMODALIDAD EXTRAURBANA
Ya en 2013, la Comisión Europea se propuso desarrollar un sistema multimodal para hacer que el transporte fuera más eficiente y sostenible en el continente. El proyecto era una especie de ventanilla única para concentrar toda la información de horarios y rutas, además de la planificación y la reserva de viajes intermodales. El consorcio escogido fue All Ways Travelling, formado por Amadeus, Be Ne Rail, IATA, Thales, UNIFE y la Universidad Zeppelin. Según este consorcio, el sistema multimodal de información y venta de pasajes de transporte (MMITS) permitiría un ahorro de 13.000 millones de euros al año. Se sigue estudiando cómo acabar con las barreras, incompatibilidades y demás.
Salvando las distancias, la intermodalidad, al menos la utilización de al menos dos medios de transporte distintos con un mismo billete, ya se practica en España desde el 2015, merced a un acuerdo entre Renfe e Iberia. Contempla la posibilidad de conectarse con un billete único y combinado a más de 80 destinos internacionales con varias localidades de la red de AVE de Renfe —como Córdoba, Málaga, Sevilla, Valladolid y Zaragoza— hasta Madrid, y de allí enlazar a través de cercanías con la T4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas. El objetivo es conectar tren y avión con un solo billete.
Pero hay muchas más opciones. Sin ir más lejos, en la pasada edición de Fitur refrendaron su acuerdo intermodal Renfe y Alsa, en virtud del cual se ofrecen trayectos combinados con un solo billete. Así, quedan unidas de forma fácil localidades tan turísticas como Benidorm, Javea, Dénia, Andorra o Vielha, entre otras, con las ciudades con estación de AVE, larga o media distancia.
SOLUCIONES PARA LAS EMPRESAS
Ya en 2014 Uber creó Uber for Business, una aplicación específica para las empresas que querían usar los servicios de vehículos VTC para sus empleados. Cabify tampoco se ha quedado atrás con su división Cabify para Empresas. Otro ejemplo es Join Up, perteneciente al mundo del taxi, que está muy enfocada a empresas tanto con vehículos como con el servicio de aparcamientos. Y lo mismo sucede con Free Now for Business.
Prácticamente todas las soluciones de movilidad en vehículos —y por extensión a microdesplazamientos— basadas en la tecnología han creado divisiones corporativas o por lo menos tienen en cuenta que cada vez estas se acercan más a sus propuestas y postulados de sostenibilidad. Y eso sin mencionar a sectores más consolidados, como el rent-a-car, que desde hace décadas trabaja codo a codo con empresas, por lo que su incursión en el mundo del carsharing ha consolidado esta unión, como es el caso de Sixt Share.
Es cierto que no todas las opciones han calado en el mundo de la empresa, como compartir vehículos al estilo BlaBlaCar. En parte es debido a la complicación que supone la justificación de gastos. Por el contrario, las soluciones de movilidad actuales como las mencionadas anteriormente han superado estas dificultades y se han posicionado como un interesante recurso empresarial.
De lo que no hay duda es que la movilidad urbana se ha convertido en una maraña —en el buen sentido— de opciones para el ciudadano. Por un parte está el carsharing, el alquiler por minutos o kilómetros de vehículos que pueden ser recogidos sin ubicación fija, como ofrecen Free2Move, Wible, Zity, Share Now, GoTo y Sixt Share, o en una plaza de parking fija, el caso de Ubeqoo o Respiro.
Luego está el ride sharing, que se refiere a compartir el coche entre particulares —Free Now—, ride hailing, cuando los usuarios reservan un trayecto de coche mediante una aplicación, y ride pooling, en el que varios pasajeros comparten un conductor profesional. Además, están las flotas de motosharing, con operadores como GoTo, Avanza o Cooltra. Junto a ellos se encuentran los denominados servicios de última milla, es decir, aquel tramo que el usuario recorre antes de llegar a su destino, al bajar del autobús o del metro. También se denomina micromovilidad y lo conforman las bicicletas públicas o los patinetes eléctricos.
Aunque, si algo ha cambiado en los últimos años, guerras comerciales incluidas, ha sido el transporte con conductor. Por un lado, han surgido las aplicaciones para gestionar viajes en Vehículos de Turismo con Conductor —Cabify, Uber, Lync, Didi, Gett, Bost…—, cuya implantación no siempre ha sido fácil. De hecho, en Madrid hubo un enorme conflicto y en Barcelona directamente no están permitidas.
Para hacer frente al enorme daño que le han provocado, el sector del taxi ha movido ficha con propuestas tecnológicas como Free Now —respaldada por Daimler y BMW—, JoinUp, Taksee… Esta competencia, feroz en muchos casos, ha tenido un claro vencedor: el viajero, que ha visto multiplicadas sus alternativas. Y es que las fronteras están más que difusas, porque hay compañías de VTC que incluyen taxis en sus apps, por ejemplo, Uber; de taxi que incluyen carsharing, como Free Now con Share Now; o de rent-a-car con carsharing, como Sixt con Sixt Share.
Y es que estas compañías son auténticamente multimodales, como la mencionada Free Now que, además de distintos tipos de taxis, ofrece en España carsharing (Share Now), motosharing (Cooltra) y patinetes eléctricos (Voi). En otros países cuenta con más marcas de vehículos de todo tipo. La compañía se ha comprometido a alcanzar cero emisiones netas de carbono en 2030. El año pasado tuvo un incremento espectacular de trayectos con vehículos eléctricos, cada vez más demandados por los taxistas.
Asimismo, cuenta con un servicio corporativo, Free Now for Business. «Ya estamos ofreciendo a nuestras empresas clientes un plan de beneficios de movilidad para sus empleados a través del cual pueden gastar una asignación mensual en diferentes medios de transporte, tanto para acudir a la oficina como para fines privados, afirma Jaime Rodríguez de Santiago, director general de la compañía en España. Es la «intermodalidad» profesional-personal en los desplazamientos.
Otra de las aplicaciones del sector del taxi que más ha crecido es Join Up, que ofrece taxi para empresas y movilidad de grupos y que fue la primera compañía en ofrecer un precio cerrado para taxis. Su flota alcanza los 25.000 vehículos en España, Portugal y Francia. Además, cuenta con un servicio de parking para empresas que actualmente cuenta con medio millar de clientes en más de 250 ciudades.
Por su parte, Cabify ofrece, además de transporte en VTC, motos y patinetes eléctricos (Movo), así como carsharing (Wible). Precisamente, el pasado año esta compañía lanzó Cabify Go!, una suscripción que permite ahorrar por la utilización de sus múltiples vehículos. No es una tarifa plana, sino que aporta un descuento del 10 % en Cabify, Cuanto Antes, Kids, Group y Plus. Además, ofrece un 30 % en sus servicios de moto, y de otro tipo en patinetes y carsharing con Wible que proporciona desde su plataforma. Surgida en 2010, esta compañía española opera también varios países latinoamericanos.
UN MERCADO EN MOVIMIENTO
Como se ha visto, además de los buenos propósitos ambientales, la movilidad se ha convertido en uno de los grandes nichos de mercado, de forma paralela al incremento de la sensibilidad ambiental y la consecuente limitación del tráfico privado en el interior de las grandes ciudades. Los anuncios del surgimiento o expansión de nuevos players en los distintos mercados no cesa, y España no es una excepción.
La compañía chilena CityBest, que opera en varios países latinoamericanos —Colombia, Perú y Argentina, entre otros— ha anunciado su desembarco en España en 2023 para competir con otras VTC como Uber y Cabify. Antes, en 2022 se espera la llegada de Gett, y hace poco lo ha hecho la reconvertida Taxify, cuyos coches circulan con la insignia Bolt. En principio, de otras como Lyft o Didi no se sabe nada, pero al tiempo… En lo que respecta a carsharing, marcas como Ubeqoo, Respiro, Zity, CarGo o Wible pueblan las calles más céntricas de las principales ciudades españolas.
En definitiva, una ciudad sostenible necesita una movilidad sostenible, y esto pasa por una ciudad inteligente con una movilidad inteligente. La intermodalidad se consolida como la realidad capaz de articular unos núcleos urbanos cada vez más grandes y poblados y que aumentan su consumo de energía y recursos. En esta ecuación no se pueden dejar de lado las empresas y la movilidad de sus miles y miles de trabajadores. De ahí que las distintas compañías del sector, tanto de VTC como de taxi, apuesten cada vez más por servicios específicos para las empresas, que demandan ahorro y eficacia, como siempre, pero ahora también sostenibilidad y contribución a una ciudad más humana.
ODS 11: CIUDADES Y COMUNIDADES SOSTENIBLES
Las ciudades tienen un Objetivo de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas específico: el 11, denominado «Ciudades y comunidades sostenibles». Lógicamente, hay otros que también están relacionados, como trabajo digno, mujer, alimentación, etc. Este ODS, que apunta como el resto a la Agenda 2030 de la ONU, entronca directamente con el concepto de ciudad inteligente, que será sostenible o no será, según los responsables medioambientales de todo el mundo.
De entre todos los retos de este objetivo, que hacen mención a múltiples aspectos de la vida urbana, desde la alimentación a la construcción de edificios dignos, destacan los relacionados con la movilidad y la interconexión del transporte. Así, el reto 11.2 indica que en esta década se debe «proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos, y mejorar la seguridad vial, en particular mediante la ampliación del transporte público, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las de edad avanzada». El 11.6 habla de «reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, incluso prestando especial atención a la calidad del aire y la gestión de desechos municipales y de otro tipo». Es cierto que las ciudades generan el 60 % del PIB mundial, pero también producen el 70 % de las emisiones de carbono globales y gastan el 60 % de los recursos del planeta.
LA CAL Y LA ARENA DE LA MOVILIDAD
Como todo en la vida, la movilidad en general y el uso de los VTC tienen sus pros y sus contras, dependiendo del cristal con el que se miren. Por ejemplo, un aspecto positivo, como ha puesto de manifiesto un estudio realizado por Uber, es que un importante porcentaje de miembros de la denominada generación Z no tienen interés en sacarse el carné de conducir y, por tanto, de usar vehículo propio, ya que ven esa necesidad cubierta con los VTC, los taxis o las opciones de micromovilidad, amén del transporte público. Este estudio, realizado entre 2.500 usuarios españoles, también muestra otras causas de la negativa a obtener el carné, como el miedo a conducir o el coste de clases y tasas, así como la compra de un vehículo.
El reverso lo constituyen informes como el del UC Davis Institute of Transportation Studios, el cual, tras analizar datos de las principales ciudades de Estados Unidos, llegó a la conclusión de que plataformas como Uber y Lyft empeoran la fluidez del tráfico. Además, provocan que gran cantidad de viajeros sustituyan los paseos a pie, en transporte público o en bici por estos servicios. Según este análisis, frente a las primeras fórmulas de carsharing, que han atraído en ese país a unos 2 millones de usuarios y a unos 15 a escala mundial, los modelos de movilidad compartida han conquistado a unos 250 millones. No obstante, este estudio, denominado Disruptive Transportation: The Adoption, Utilization, and Impacts of Ride-Hailing in the United States hay que verlo con cuidado, según algunos expertos. No es lo mismo una ciudad norteamericana, donde el transporte público es muy escaso en comparación con el coche privado, que la realidad en Europa. Todo hay que analizarlo con perspectiva.
INTERÉS EMPRESARIAL Y AMBIENTAL
A inicios de año, la compañía Uber lanzó Uber Green, su división de vehículos 100 % eléctricos, y lo hizo de la mano de Repsol, su proveedor energético, y del Banco Santander, para facilitar a los autónomos financiación para acceder a este mercado. Este movimiento forma parte de un plan global por el que la compañía se ha comprometido a que en 2025 el 50 % de los desplazamientos en las capitales europeas más importantes se realicen con vehículos eléctricos. El horizonte es que en 2030 el porcentaje sea del 100 % en Europa y Norteamérica. La recarga de los vehículos eléctricos o híbridos se efectuará en los puntos de Repsol, que ofrecerá un importante descuento a sus conductores, además de ventajas en su app Waylet. Las grandes empresas son conscientes del presente y el futuro de las soluciones de movilidad urbana.
VTC CON PARKING EN AEROPUERTOS
La flota de Uber dejará de recoger clientes en la zona compartida de los aeropuertos españoles, al menos en tres de ellos: los de Madrid, Barcelona y Málaga, tras lograr las correspondientes adjudicaciones de aparcamientos propios por parte de AENA. En Madrid, el primero en estar operativo, la compañía contará con 36 plazas, entre el
parking de la T1, el Express de la T2 y el Preferente de la T4. En El Prat tendrá 44 plazas, distribuidas entre la T1, la T2 y el del Corredor Aéreo. Finalmente, en Málaga-Costa del Sol tendrá 36 plazas.
Mientras, la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) ha presentado un informe favorable a que los vehículos VTC, independientemente
de la compañía, puedan también efectuar envíos de paquetería, con la mercancía en el
maletero, siempre y cuando esta carga no supere las dos toneladas. Esta fue una propuesta hecha en su día por Cabify y que le fue denegada. •