
La inflación y la subida de los tipos de interés son realidades que, obviamente, pueden condicionar la recuperación del sector y la evolución positiva del turismo de negocios. También contamos con una guerra que, más allá de su impacto macroeconómico, nos enseña el lado más oscuro de la naturaleza humana. Teniendo en cuenta estas variables, y desde la perspectiva de la evolución del mercado, si hace tan solo seis o siete meses me hubieran anticipado la situación en la que nos íbamos a encontrar hoy, la hubiese firmado sin dudar.
Eran tiempos de enfermedad, miedo, rutas canceladas, hoteles vacíos y encuentros remotos. Algunos se animaban a afirmar que era el fin del business travel y el MICE; en definitiva, fin de la industria. Tras un otoño y un invierno en la oscuridad, salió el sol en primavera y empezó a brillar con más intensidad el B2C. Somos animales sociales y al mínimo atisbo de luz pudimos comprobar que no viajamos para escapar de la vida; viajamos para que la vida no se nos escape. Queremos vivir y donde hay vida hay viaje.
En el ámbito del business travel, hasta el momento soportado por pequeñas y medianas empresas, la reactivación fue más tímida, pero empezábamos a tener noticias alentadoras. Sectores clave comenzaban ponerse en marcha cada vez con mayor intensidad. Grandes empresas que hasta la fecha tenían prácticamente congelados sus viajes activaban también sus programas, no solo a nivel nacional, sino también internacional. Las reuniones y convenciones de empresa comenzaron a llegar con intensidad.
Y llegó el verano, un verano extraordinario que, con un componente muy elevado de cliente B2C, como es lógico, ha alcanzado o incluso superado cifras prepandemia. ¡Más que merecido premio después de dos años remando y apretando los dientes! Una vez acabado el periodo estival encarábamos el último cuatrimestre del año, temporada tradicionalmente B2B, para el turismo urbano, con ciertas dudas en cuanto a su recuperación ¿Sería un espejismo lo ocurrido en los meses previos a las vacaciones? La respuesta ahora es no.
En NH Hotel Group cerraremos septiembre como uno de los mejores meses B2B de nuestra historia. Parece que aquellos que pronosticaban la muerte de nuestra industria estaban equivocados. A pesar de la amenaza macroeconómica, estamos en una senda de mejora y consolidación del sector, con un futuro en cuanto a volumen muy similar al del pasado. Ahora bien, lo que sí ha cambiado y cambiará aún más es el comportamiento y las necesidades de la demanda, lo que a su vez nos ofrece una nueva oportunidad de evolucionar y adaptarnos. En definitiva, a salir de estos años siendo mejores y más fuertes.
Los tiempos como los que vivimos son esenciales para aprender otras formas de organizarnos y replantearnos hacia dónde queremos ir. Las decisiones que tomemos hoy tendrán un profundo impacto sobre el mundo del mañana. Y para afrontarlas creo que hay que tener en cuenta tres fundamentos imprescindibles. El primero es la proximidad, que implica reforzar la cercanía hacia nuestros clientes y partners para ir acompañados en la transformación. El segundo es la capacidad de aprender. Nunca el mundo ha cambiado tan rápido como lo está haciendo ahora. Para seguir aportando valor tenemos que ser más flexibles y adquirir nuevos conocimientos, además de adecuar nuestros procesos y propuestas de valor.
El tercero son las personas. Los hoteles no son sólo habitaciones, lobbies o salas de reuniones. Todo lo que hacemos está orientado por y para seres humanos, no solo para brindar un servicio extraordinario a nuestros clientes, sino también para atraer y retener talento. La vocación de servicio exige también comprensión, respeto, capacitación y oportunidades, formar profesionales que encarnen la cultura de su empresa y que hagan de nuestra industria una carrera atractiva y elegida por muchos.
EDUARDO YUNTA
Senior Global Director of Business Development & Sales NH Hotel Group, part of Minor Hotels