
Orlando Ayala procede de una familia humilde de Cali. De pequeño soñaba con ser piloto o arquitecto. Lo primero lo cumplió como aficionado. En cuanto a lo de construir casas, ahora se alegra de que la vida profesional le llevase por los senderos de la digitalización, primero en NCR y, más tarde, codo con codo con el mismísimo Bill Gates, como responsable mundial de Desarrollo de Negocio en Microsoft, entre otros puestos. Después de 25 años en la compañía, se jubiló en septiembre de 2016, al cumplir 60 años, y sigue viviendo en Seattle. El retiro no le ha alejado un ápice de su gran pasión por la tecnología, aunque de carácter profundamente humano.
NATALIA ROS / FERNANDO SAGASETA
¿La crisis del coronavirus es casual o causal?
Yo pienso que en la vida no hay nada casual. Si la pregunta alude al debate sobre si el virus surgió en un laboratorio, creo que no. El origen me parece más causal, desde ángulo de la interferencia del ser humano en ciertos ámbitos donde no debería hacerlo. Hemos empezado a meternos en el espacio de otros seres vivos que, desde un punto de vista evolutivo, es la causa de situaciones como la que estamos viviendo. Nos estamos preguntando si el mundo es viable y sostenible, cuando el ser humano ha creado un modelo económico de desarrollo y de acumulación de riqueza con esa capacidad de interferir en el equilibrio ecológico que puede causar esta pandemia y otras más que están por venir. Estoy convencido de que la pandemia ha sido provocada, no de una manera conspiratoria o consciente, sino por nuestra forma de avanzar en el orden global.
¿Cómo va a afectar a los flujos de viajeros de negocios y a la movilidad mundial?
No hay nada más sensorial que viajar. Exalta los cinco sentidos y alguno más, como la intuición. Eso va a permanecer. Es la gran noticia. Lo que va a cambiar mucho es la reflexión en torno al uso del tiempo. A través de la videoconferencia se pueden mantener contactos con tanta o mayor calidad como los presenciales. Hay algunos estudios que indican que el 30% de los empleados con posibilidad de teletrabajar no van a regresar a sus oficinas. Es posible que los presupuestos de viaje se reduzcan hasta un 40%. El tiempo que se puede ahorrar en traslados es enorme.
La idea transaccional del contacto humano ha cambiado para siempre. Muchos servicios y procesos rutinarios se pueden realizar sin una interacción presencial. Esto va a permitir introducir las relaciones humanas en aspectos que realmente aporten valor y eliminar intermediarios. Las empresas de turismo tendrán que encontrar otras fuentes de ingresos, y eso tiene que ver con personalizar las experiencias más aún. Todo ello tiene un componente económico, pero también emocional, unido a una necesidad de tener un respaldo profesional solvente que ofrezca seguridad. Lo cierto que es que la gran mayoría de las empresas turísticas se van a tener que reinventar.
Con respecto al miedo a viajar, tenemos una experiencia anterior: la del 11-S. A partir de ahora van avanzar los sistema de identificación, como el reconocimiento facial, que va a ser necesario cuando entres en un avión, en un hotel, en un museo… La industria turística necesita mover grandes volúmenes para ser viable. Por ello tiene que garantizar al máximo la seguridad. El pasaporte sanitario digital va a ser una realidad.
Usted emplea con frecuencia conceptos como la tecnología convergente o la tecnología cognitiva. ¿Qué significan exactamente?
Son dos conceptos críticos para la industria del turismo y tienen influencia en toda la cadena, desde los grandes consorcios hasta las pequeñas empresas de servicios turísticos. Por primera vez en la historia de la Humanidad tenemos los avances tecnológicos para integrar los cinco sentidos. De ahí viene el término de tecnología cognitiva. Las máquinas ya pueden interpretar los gestos para recibir y procesar información adicional. Lo más revolucionario es que las máquinas pueden aprender y generar respuestas para interactuar con el ser humano.
Vamos a dar un gran salto. Nunca a hubo un mejor momento para vivir. Las generaciones que vienen van a dar un salto espectacular si todo esto se gestiona bien. La gran disyuntiva es el sistema ético. La industria turística, tan conectada con las emociones, es un caldo de cultivo impresionante para todo esto.
La tecnología convergente significa que la vacuna contra el Covid19 podría llegar en un año, en lugar de los cinco, que es el periodo habitual para su desarrollo. Esto será posible por la intersección de convergencia tecnológica de cuatro disciplinas críticas de la ciencia y del conocimiento humano: biotecnología, nanotecnología, ciencias cognitivas y tecnología de la información. Además, la capacidad de computación ha crecido enormemente en los últimos tiempos.
La tecnología “no tiene corazón ni conciencia”, pero sí es capaz de generar experiencias que tocan directamente a la parte emocional del ser humano…
Esa es la gran maravilla. La ciencia está trabajando por primera vez con la parte izquierda y la parte derecha del cerebro para crear estas emociones. La capacidad de presenciar fenómenos únicos de la naturaleza gracias a la tecnología no invasiva, como el experimento con el colibrí robotizado que espía a las mariposas sin espantarlas, abre un campo inmenso para las experiencias turísticas que se pueden vivir sin salir de casa, pero creando las expectativas necesarias para hacerlo de forma real. Incita a movilizarse. La realidad virtual permite una inmersión cada vez más realista. La intersección entre la tecnología y las emociones está en su fase inicial y será capaz de transformar el mundo, inclusive la protección del planeta.
¿Cuál es la revolución que viene en el mundo de los viajes, teniendo en cuenta estos avances?
La gran mayoría de las industrias, y el turismo no va a ser una excepción, van a ser productoras de contenidos originales y personalizados. Otra cosa es cómo hacerlo viable económicamente. El análisis del cliente y de sus preferencias se puede mapear cada vez con más precisión para crear experiencias únicas y muy personalizadas. El autoservicio también va a ser muy importante. Se eliminarán las transacciones entre humanos que no aporten verdadero valor. También cobrarán mucha importancia los servicios relacionados con la higiene.
La pandemia ha acelerado todo este proceso al menos 20 años, el salto que vamos a dar a nuevas formas de entretenimiento, mucho más inmersivas y personalizadas… Los intermediarios que no aporten valor desaparecerán. El poder va a estar centralizado en el turista, no en el que crea la experiencia.
¿Cómo van a influir en la privacidad y en el control de los ciudadanos?
Este es uno de los grandes dilemas. En sus libros, el profesor Yuval Noah Harari habla de una potencial distopía si esto no se gestiona bien. ¿Nos llegarán a ofrecer hijos más inteligentes o con los ojos del color de nuestra preferencia? Estamos asistiendo a una gran batalla entre la seguridad y la privacidad. A raíz de la pandemia hemos entregado parte de nuestra privacidad. Las aplicaciones para el control de la pandemia generan muchas suspicacias. Todo esto tiene consecuencias cósmicas.
El nuevo orden social se tiene que construir teniendo en cuenta que el registro del comportamiento humano y sus gustos sea gestionado de la misma forma en que se plantean los derechos humanos fundamentales. Hay mucho desacuerdo en esto. La capacidad de personalización a gran escala está en muy pocas manos: cuatro empresas en Estados Unidos y otras tantas en China, que son su competencia. El resto del mundo está fuera. Son los que acumulado el Big Data mundial. Vamos dejando huellas por todos los sitios sin nuestro consentimiento. Es un gran peligro porque, por un lado, la humanidad está en disposición de resolver grandes problemas, como la equidad o la inclusión. Pero la condición humana de generar riqueza material a cualquier coste nos puede llevar a la destrucción. El nuevo orden económico que algunos expertos auguran es lo que llaman capitalismo del comportamiento.
Ese mundo hiperconectado o hipertecnificado, ¿favorece o impide la formación de grandes oligopolios económicos mundiales?
La humanidad nunca ha tenido unos oligopolios tan fuertes, pero la intervención sobre ellos tiene que ser inteligente, no a las bravas. El intervencionismo también mata la innovación. Europa no es puntera en tecnología, pero sí ha avanzado mucho en la protección de datos. Estados Unidos no ha querido hacerlo, porque a las compañías que acumulan la información no les interesa. Los algoritmos están creados para crear riqueza para ellos. La crisis financiera de 2008 surgió por los algoritmos que generaron la ilusión a la gente de que podría tener un casa que no podía pagar.
Mirando al futuro, ¿cuál es su recomendación?
Leer y leer, informarse. Tener una estrategia sobre la forma de alimentar el cerebro es fundamental. La desinformación es tan brutal. Hay que hacer un ejercicio formal, sistemático y disciplinado para buscar la información y construir tu propio criterio. El mundo se está moviendo extremadamente rápido. Hay que dotar la vida de contexto. Todo pasa muy rápido: No hay tiempo para reflexionar. La pandemia ha puesto a la gente a pensar, y eso es positivo. A pesar del dolor a corto plazo, puede que haya más cosas positivas que negativas. Nunca ha habido tantas posibilidades de aprender, investigar y crear que hoy. Dejemos a las máquinas ser máquinas y al ser humano ser humano. Que alguien me explique en qué lugar de mi cuerpo está el alma y la conciencia.