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NÁPOLES / REGIÓN DE CAMPANIA. Orgullo y pasión

Miriam González

Si hay alguna región que pueda definir Italia, o al menos la que tiene todos los tópicos, es la de Campania. No en vano, aquí surgieron dos de los mitos contemporáneos más trasalpinos: la pizza y Sofía Loren. Como el título de una de sus primeras películas, en esta región se respira orgullo por la tierra y pasión por la vida. Muy a la italiana, lo tiene todo: desde calles empedradas con la ropa tendida al sol hasta paisajes para peliculeros, con playas y acantilados en el telón azul del Tirreno. Y muchas leyendas, casi una por rincón, modeladas en gran parte por los caprichos del Vesubio.

Casi es un poco atrevido decir que Campania es el alma de Italia. Quien más y quien menos, al pensar en el país trasalpino, se ha imaginado las postales que regala esta región. Es más, recorriendo sus calles y paisajes es inevitable quedar atrapado por el espíritu azzurro y volver a casa gesticulando con las manos más de lo habitual. Y es que si Italia, así en general, enamora, la región de Campania apasiona.

Por situar en el mapa, Campania es una de las veinte regiones en las que se divide Italia y que a su vez, se compone de cinco provincias: Avellino, Salerno, Nápoles, Benevento, Caserta y Salerno. Todas ellas con ese carácter tan particular y fascinante del sur del país. Y es una zona de golfos: en 350 km de costa sobre el mar Tirreno hay cinco de los grandes, además de islas tan seductoras como Capri, Ischia o Prócida.

¿Qué es lo que tiene esta región para ser tan sugerente? Aunque la gastronomía sea uno de sus puntos fuertes —y a los españoles se les gana por el estómago— no solo vive de la focaccia. También están los paisajes, la cultura, la historia, todas ellas poderosas razones. Pero quizá, lo que más peso tenga es que los turistas de nuestro país se sienten como en casa. Apenas hay que cruzar barrera cultural alguna, ni atravesar un océano para llegar al destino. Más aún desde que está tan cerca en cuestión de conexiones aéreas, con vuelos diarios directos desde Madrid operados por Iberia Express, y desde Barcelona, con Vueling. En poco más de dos horas se llega al aeropuerto de Nápoles, la capital de la provincia del mismo nombre y de Campania. Y empieza el espectáculo.

NÁPOLES, UNA CIUDAD DE LEYENDA

Hay quien dice que no hay término medio la primera vez que se escucha una ópera: o se ama o se detesta. Algo así pasa con Nápoles, aunque la diferencia es que la ciudad termina sí o sí atrapando. Quizá porque sus orígenes se deben, según una leyenda, a la tumba de Parténope: una sirena que encandilaba a los marineros y que hoy sigue tentando a todo el que pone un pie aquí.

Para los más rigurosos con la historia, los orígenes de Nápoles se remontan a la colonia griega de Neápolis. Después llegarían romanos, godos, bizantinos, franceses, tres siglos de españoles… Todos y cada uno dejaron su huella en el dialecto y en las calles de Nápoles. De hecho, es fácil encontrar rótulos de tiendas tan made in Spain como González o Rodríguez. Españoles y napolitanos hicieron tan buenas migas en los tiempos del Reino de las Dos Sicilias que son casi como primos hermanos.

Después del trasiego de conquistadores, la imagen de la Nápoles de hoy en día está entre el caos decadente con encanto y la ciudad en la que donde picas sale una ruina. Siempre mirando a ese mar de las sirenas de antaño y de reojo al Vesubio, otro de los protagonistas de la historia de la ciudad.

La guinda al pastel la ponen los napolitanos, tan auténticos, tan pasionales, tan orgullosos de su historia y tradiciones que preservan —con más cariño que convicción— las muchas, muchas leyendas y supersticiones que forman parte de su forma de ser. Y cómo les gustan sus mitos. En la ciudad con más iglesias del mundo —más de 400— el fútbol es una religión y Maradona es un dios con altar propio. A Sofía Loren le falta poco para salir en el emblema de la ciudad.

Sin duda, es a la imagen de esta mujer de bandera culeando por las calles del centro histórico —declarado por la Unesco como Patrimonio Universal— a la que Nápoles debe el apelativo de la “Italia auténtica”. De hecho, en un paseo por las estrechas calles del centro, enlazadas por la ropa tendida —más tópicos— esperas que por cualquier esquina salga la inmortal actriz para llevarte a comer a su pizzería.

Perderse por estas calles, arriesgándose a que una Vespa te lleve por delante, es un must  incuestionable. Y así se llega a Napoli Soterranea, una visita un tanto peculiar incluso para los especialistas del no-me-sorprende-nada; poco indicada para los que padecen de claustrofobia.  A 40 ms bajo el suelo, se extiende una intrincada red de pasadizos, túneles y cisternas que se han venido usando desde los griegos hasta la II Guerra Mundial. En los 476 km de túneles hay hasta los restos de un teatro romano —en el que según dicen, cantó Nerón mientras el Vesubio temblaba— y que se tiene que ir descubriendo dentro de casas hasta hace poco particulares.

Es el caldo de cultivo para esas leyendas que fascinan a los napolitanos. Como la del Monacello, el frailecillo pocero que se dedicaba a subir a las casas, cubo y cuerda en mano, para arramplar con todo  lo que hubiera de valor… o los happy hours entre curas y monjas en una cueva para compartir un vinito milagroso. Desde hace 30 años se puede hacer esta visita y desde hace algunos menos se está utilizando alguno de sus espacios para eventos muy exclusivos.

Si aún quedan más ganas de restos subterráneos, bajo el complejo de San Lorenzo Maggiore se extiende lo que fue el ágora griega y luego foro romano. Cuando empiecen a apretar las ganas de ver algo de luz, no se puede salir con mejores vistas que las de la iglesia y convento. Algunas de sus estancias son apabullantes en decoración, como la sala Capitular o la sala Sisto V. Esta última tiene una capacidad para eventos de hasta 500 personas, que tendrán que intentar no distraerse con los frescos de los techos y bóvedas.

Nada más salir, es imposible resistirse a una de las calles más emblemáticas y cucas de Nápoles, via San Gregorio Armeno, paraíso del caza souvenir y, sobre todo, de los coleccionistas de belenes. ¿Quién puede resistirse a tener en el pesebre un pastorcillo con la cara de Messi o de Putin? ¿O irse de Nápoles sin un cuerno de la suerte? Para que funcione, el cuornuciello  (ojo, no confundir con un pimiento) ha de ser regalado, de color rojo y estar hecho a mano. Otro de los top ventas es Pulcinella, un personaje de la Commedia dell´Arte que está por todas partes y que dicen,  interpreta “el genio, el talento, la astucia y el ingenio” de los napolitanos.

SERÁ POR HISTORIA…

Nápoles tiene tanta historia que sería imperdonable perderse el Museo Arqueológico Nacional. Ubicado en uno de los palacios más monumentales de la ciudad, ofrece a los visitantes la posibilidad de hacer un viaje en el tiempo visual a través de las colecciones de su interior. Hay que ir reloj en mano para no perder la noción del tiempo contemplando la colección Farnesio, los mosaicos de Pompeya y Herculano, restos del área del Vesubio…Aunque lo que nadie que entra olvida es el Gabinetto Segretto, donde se recoge la mayor oda a la lujuria romana. Si hace falta algún aliciente más para que pique la curiosidad, la entrada a esta sala de arte erótico estuvo censurada hasta el año 2000, casi antes de ayer.

Con todo, el museo es un venue de excepción para la celebración de eventos con glamur histórico. En el atrio, la capacidad es de 300 personas en cóctel. También en la planta baja, la estancia dominada por el tremendo Toro Farnesio  tiene la misma capacidad. Y aún más, el museo presume de tener la sala para eventos más grande de Europa para una institución de su naturaleza. Sus 56 m de largo y 25 de ancho, así como la altura del techo decorado con frescos de Bardellini hacen pensar que la sala Meridiana es, efectivamente, de las que baten récords. Para los eventos musicales, lo ideal son los jardines del museo con capacidad para 200 personas.

En una ciudad flanqueada por cuatro castillos no es raro pensar en organizar un evento con aires de antigua usanza. El Castel dell´Ovo es uno de esos sitios en los que merece la pena plantarse para ver un atardecer de los buenos, con las vistas del Tirreno de fondo. Por supuesto, esta fortaleza que parece que se mete en el mar tiene su leyenda. Dicen que aquí dentro Virgilio plantó un huevo —más bien lo metió en una jarra y ésta a su vez en una caja— y si en alguna ocasión la cáscara se rompe, supondrá la destrucción de Nápoles. Ergo, hay que  disfrutar del momento, que aún sigue todo más o menos en pie, y darse el gustazo de celebrar algún evento en alguna de sus cinco salas de reuniones, la más grande con capacidad para 250 personas.

Desde otro castillo, en este caso el de Sant Elmo, se puede contemplar Nápoles y su golfo casi a vista de pájaro. Situado sobre la colina de Vomero, es la fortificación más grande y extensa de la ciudad. Desde sus orígenes, allá en el siglo XIV, ha tenido distintos usos, sobre todo de tipo militar, por lo que su estructura es bastante recia. Es decir, el lugar ideal para visitar cuando el calor aprieta e imaginar los eventos que se pueden organizar en su amplísima Plaza de Armas. Además, el castillo dispone de seis salas de reuniones, con capacidad para albergar hasta 200 personas cada una y un auditorio para 500 personas.

FUERA ESTRÉS

En medio del jaleo que suele tener Nápoles, hay oasis que están encima de una colina y otros a ras del suelo. Como el convento de Santa Clara, en el que apetece entrar por devoción a los breaks tranquilitos. Para entretenerse un rato, el recinto alberga la mayor iglesia gótica de la ciudad y está a prueba de todo: terremotos, incendios, guerras o inundaciones; una superviviente nata. Aun así, lo que suele hacer salir un “¡oh!” detrás de otro es el claustro, todo con cerámica decorada. Tan bucólico es que hasta parece irreal un rincón así en un barrio como el de Spaccanapoli. Pocos entornos habrá más adecuados para celebrar un evento como aquí, donde el estrés nunca está en la lista de invitados. Dispone de cinco salas, con una capacidad máxima de 400 personas y la garantía de un ambiente relajado.

Y no, tampoco le falta relación con alguna leyenda a la Basílica de Santa Clara. De hecho se relaciona con la que mueve más corazones en Nápoles: la que tiene que ver con la sangre de San Genaro, que se licúa tres veces al año, una de ellas cuando se traslada desde la catedral  a Santa Clara el primer domingo de mayo. De no cumplirse, siempre se ha hablado de catástrofes naturales —teniendo el Vesubio tan cerca hay que echarse a temblar— o guerras. Para los escépticos: en diciembre el milagro no llegó a consumarse y meses después el equipo de fútbol de la ciudad se quedaba fuera de la Liga de Campeones. Al menos, el pasado 6 de mayo sí que hubo licuación y los napolitanos respiran más tranquilos, de momento.

El carácter de los locales y sus avatares van muy unidos a su música: la que suena desde siempre entre las vecinas que tienden la ropa de lado a lado de la calle —que incluso se utilizó como una especie de código secreto en tiempos de ocupación—, la célebre tarantela y, cómo no, la ópera. Tuvo que ser un napolitano, Enrico Caruso, quien llevara el alma italiana allende los mares, poniéndola por las nubes con el O sole mio. Sí, ésa que todos hemos cantado en la ducha alguna vez.

Pero mucho antes de los éxitos de Caruso, Nápoles contaba con uno de teatros más emblemáticos de la escena musical mundial, el Teatro San Carlo. Fue Carlos III quien promovió su construcción y en solo nueve meses se levantaría este gran palacio musical. Incendios por medio, es el teatro de ópera más antiguo del mundo. Evidentemente, los eventos musicales centran la actividad del recinto. Con un plus: se pueden organizar visitas exclusivas teatralizadas para grupos; cenas de gala en el elegantísimo Foyer de los Espejos, con capacidad para 350 comensales, y eventos a medida en el Palco Real, en el que se pueden sentar 24 personas.

Por cierto, el teatro está al lado de uno de los atractivos turísticos de Nápoles, la galería Umberto I. Sin las pretensiones de las de Milán, tiene el mismo estilo de bóvedas acristaladas bajo las que comprar el último grito en moda o tomarse un gelatto en condiciones. Otro imprescindible es un paseo en el metro, ya que bajo el subsuelo se puede disfrutar de 200 obras de arte. Una de las estaciones más representativas es la de Toledo, decorada bajo la supervisión del español Óscar Tusquets.

Cambiando totalmente de registro y a 10 minutos en coche del centro, la Ciudad de la Ciencia es el principal polo de la innovación de Nápoles. En sus 12.000 m² construidos en lo que fue una antigua fábrica, alberga un museo, un centro de congresos, un vivero de empresas y un planetario, lo que viene a ser un espacio multifuncional con bastantes opciones para eventos.

El centro de congresos mantiene esa línea moderna de nave alargada de ladrillo y acero, y la versatilidad está asegurada dadas las características y dimensiones de las salas. Desde 820 personas en auditorio en la sala Newton, hasta las casi 300 de la sala Galileo. Puede acoger eventos de más de 2.000 asistentes, entre las 14 salas y los múltiples espacios disponibles. Como plus, los eventos cerca de las estrellas en el Planetario, con aforo de 120 personas.

MÁS ALLÁ DE NÁPOLES

De un palacio de congresos a otro más regio en Caserta, al norte de la capital. Y no uno cualquiera, sino de proporciones mareantes, ya que se trata de la residencia real más grande del mundo, con dos millones de metros cúbicos. En muchos aspectos recuerda al de Versalles y, al igual que los jardines, casi tan inabarcables como el propio palacio, forma parte del Patrimonio Universal de la Unesco. Es decir, el barroco Palacio Real de Caserta tiene tan buena carta de presentación que es una de esas visitas que sí o sí hay que hacer en Campania. Además, tanto la capilla como la Sala del Trono han servido en más de una ocasión para eventos institucionales o culturales. De hecho, el palacio cuenta con tres salas de reuniones, con una capacidad máxima de 500 personas. Por cierto, impresiona el paralelismo entre el lujo del interior con la grandeza de los jardines, toda una obra de arte, sobre todo la Gran Cascada.

En sentido contrario, tanto geográfico (hacia el sur de Nápoles) como de estilo, el Auditorio Oscar Niemeyer de Ravello se estrenó hace apenas 7 años. Se concibió como una sala de conciertos en la que se conoce como la “ciudad de la música” italiana, con el objetivo de integrarse en el paisaje. De hecho, muy en su línea, Niemeyer le dio a la estructura exterior forma de concha, y por su situación frente al mar, encaja bastante bien. El auditorio tiene capacidad para 400 personas y además, hay dos salas para 50 personas cada una.

RECOMENDADOS

CUORI SUL MARE, HACIA LA COSTA AMALFITANA

Sinuosas, casi imprevisibles… Se ha llegado a decir que son las curvas más seductoras del mundo. Y son las que nos llevan los corazones al mar (otro título de la Loren) por la costa Amalfitana. Ni que decir tiene que lo suyo es recorrerla sobre una Vespa, pero hay que tener en cuenta la merecida fama de los italianos al volante.

Entre acantilados y valles de limoneros se llega por carreteras de vértigo a Ravello. Su fama se debe en parte al festival de música que se celebra desde hace 65 años en Villa Rufolo, una buena excusa para llegar hasta aquí. La finca palaciega del s.XIII fue redescubierta por Virginia Woolf y su círculo de Bloomsbury, y otros personajes vip de la época se dejaron embaucar por los exquisitos jardines frente al mar, en los que se inspiró Wagner para su Parsifal. Por si fuera poco, el recinto es en sí mismo un venue  para eventos muy muy exclusivos.

Amalfi da nombre a esta costa que ha puesto a Campania en el mapa del top 5 de los que buscan un destino simplemente delicioso. Solo por hacerse una foto en la escalinata de su catedral, merece la pena. Si se va un poco más allá, hay que dejarse llevar por las callejuelas encaladas para pescar entre souvenirs algún modelo más fashion (y caro).

Siguiendo entre curvas se llega a Positano. Aunque aquí se llevara la gran decepción la protagonista de Bajo el sol de Toscana, quizá sea el pueblo con más encanto, construido literalmente sobre acantilados. Un laberinto de casas color pastel que merece recorrerse a pie, ya que por algunas calles no entran ni los coches.

Rayando en el tópico empalagosillo, recorrer la costa Amalfitana es un regalo para los sentidos con el lazo de Sorrento, ya en la provincia de Nápoles. Asentada sobre acantilados, la panorámica con el Vesubio y el golfo de Nápoles son una auténtica gozada mientras se disfruta del típico limoncello. Unos placeres —o parecidos— que disfrutaron personajes como Torquato Tasso, Dickens, Lord Byron o Ibsen, entre otros. Y es que la jet set de casi todas las épocas se han sentido atrapados  por la costa Amalfitana en general y por Sorrento en particular. Ahora con más razón desde que pueden atracar el yate cerca a la ida o vuelta de Capri.

Es la isla del amor, la de los farallones… y la del retiro soñado para la gente guapa y bien internacional. Todo eso es Capri y mucho más, porque la oportunidad de recorrer la Grotta Azzurra es una de esas cosas que hay que hacer en la vida. Los más afortunados llegan en yate privado. Para el común de los mortales salen barcos desde Sorrento y Nápoles cada poco tiempo. Y luego, el de San Fernando: un ratito a pie y otro caminando por las calles llenas de glamur y lujo. La parte más hippy chic de la isla es Anacapri, donde se llega por una carretera en la que, sin remedio, entra el vértigo por los precipicios de los costados.

 

 

HERCULANO Y POMPEYA

Agosto del año 79 d.C., una fecha grabada a fuego y lava para los habitantes de la región de Campania: el Vesubio se despertó escupiendo con tanto entusiasmo que arrasó con las poblaciones de alrededor. Más de 1.600 años después, bajo el reinado de Carlos III, se empezaron a desenterrar los restos de Pompeya y Herculano. Lo único bueno que hicieron las cenizas fue conservar casi tal cual las dos ciudades, por lo que no son de esos sitios arqueológicos en los que hay que imaginar lo que hubo, sino verlo directamente sobre el terreno. Es decir, absolutamente recomendable.

Herculano es la que más sufrió la acción devastadora del volcán, por lo que hubo que cavar hasta 26 m de profundidad para conocer sus secretos. Como contrapartida, está mejor conservada que Pompeya y al ser más pequeña, es más abarcable. No hay que irse sin visitar el Colegio de Sacerdotes de Augusto y el teatro.

Por su parte, Pompeya era el lugar de veraneo de los romanos pudientes y aún se puede intuir el lujo y la opulencia de las villas que ocuparon. El foro, templos, tiendas de comestibles, termas…, son solo alguno de los ejemplos de la cotidianidad romana que se pueden ver. Y lo mejor es tener un rato para perderse deambulando por las distintas calles de auténtica calzada romana. Lo que nadie debería dejarse en el tintero es la Villa de los Misterios, por los frescos y mosaicos de sus paredes, y el Prostíbulo, por razones obvias. Cuesta resistirse a descubrir que, efectivamente, hay oficios más antiguos que el propio mundo.

IMPERIAL HOTEL TRAMONTANO ****
Con insuperables vistas del golfo de Nápoles, es un hotel clásico, elegante, con historia (el ala más antigua es del siglo XVI) en el que según se entra se respira el aire señorial. En sus estancias se han alojado artistas, reinas y príncipes; lo más granado de la sociedad pudiente que ha pasado por Sorrento. Y en el restaurante brilla la gastronomía napolitana y mediterránea con opciones irresistibles no aptas para quien quiera mantener la línea. Ofrece además la posibilidad de organizar eventos en sus instalaciones, ya que dispone de salas de reuniones con capacidad hasta 200 personas.
Via Vittorio Veneto, 1. Sorrento
Tel. +39 081 878 2588
www.hoteltramontano.it


HILTON SORRENTO PALACE ****
Un hotel pensado para los que quieran organizar un evento en Campania y no moverse para nada. Situado a 10 min del centro histórico de Sorrento, tiene todo lo que se puede esperar de la cadena: funcionalidad y un diseño contemporáneo con mucho gusto, adaptado a la perfección al entorno de la costa sorrentina. Las suites y habitaciones están decoradas en un estilo moderno, muy Hilton. En cuanto a las salas de reuniones, el hotel se considera un centro de congresos en sí mismo. Además de varios espacios para eventos, dispone de 16 salas con distintas capacidades, que pueden llegar hasta las 1.500 plazas del Auditorio Sirene. Destaca la originalidad del salón Le Ginestre, que parece sacada de una antigua villa romana con piscina interior incluida.
Via Sant’Antonio, 13. Sorrento
Tel. +39 081 878 4141
www.hilton.com/Hilton/Sorrento


STARHOTEL TERMINUS ****
Situado en uno de los centros neurálgicos de Nápoles,  junto a la estación central de tren. Este hotel con 172 habitaciones y suites es una buena recomendación para alojarse en la capital y aprovechar sus instalaciones para celebrar alguna reunión. Dispone de ocho salas para eventos, con capacidad hasta 200 personas. Ideal para un city break o un viaje de trabajo.
Piazza Garibaldi, 91. Nápoles
Tel. +39 081 779 3111
www.starhotels.com

NH NAPOLI AMBASSADOR ****
Se ubica en uno de los rascacielos más altos de Italia. Las 230 habitaciones comienzan a partir de la planta 16, por lo que hay aseguradas tranquilidad y buenas vistas de la ciudad, el mar y el Vesubio. Además, sin los agobios de  estar en el centro, se puede ir andando en poco tiempo al Teatro San Carlo y a la galería Umberto I. El hotel está pensado sobre todo para quienes viajan por trabajo y cuenta con siete salas de reuniones para organizar eventos hasta 180 personas.
Via Medina, 70. Nápoles
Tel. +39 081 410 5111
www.nh-hotels.it

PALAZZO CARACCIOLO MGALLERY BY SOFITEL ****
Ya por el nombre os podemos hacer una idea de lo que nos espera dentro. Un hotel que ocupa un antiguo palacio con ¡800 años de historia! Es de esos establecimientos con personalidad propia, con una decoración elegante y contemporánea, nada rancia. Además, el hotel está en el centro de Nápoles, rodeado de otros tantos edificios señoriales y no muy lejos de los anticuarios de Via Foria. Bonus track: el hotel ofrece la posibilidad de recorrer uno de los talleres de Via San Gregorio Armeno para aprender todo lo que hay que saber sobre el arte belenista.

Via Carbonara, 112. Nápoles
Tel. +39 081 016 0111
www.mgallery.sofitel.com


GRAND HOTEL VESUVIO *****L
Bruce Springsteen, Caruso, Grace Kelly… La lista de personalidades que se ha alojado en este exclusivo e histórico hotel es interminable. Quizá por ser el único de su categoría en el Paseo Marítimo de Nápoles, justo frente al Castel dell´Ovo. O igual porque desde que abrió sus puertas en 1882, este miembro de The Leading Hotels of the World no ha rebajado ni un ápice sus estándares de lujo y refinamiento. Con 160 habitaciones, 21 suites y servicios tan exclusivos como el de embarcación privada. Las vistas desde sus dos restaurantes panorámicos son de las mejores de Nápoles. Por si hiciera falta algo más, cuenta con Business Centre y un total de 450 m² de espacio para reuniones y eventos.
Via Partenope, 45. Nápoles
Tel. +39 081 764 0044
www.vesuvio.it

PALAZZO PETRUCCI
Gracias al buen hacer del chef Lino Scarello, este restaurante se convirtió en el primero de Nápoles en conseguir una estrella Michelin. En la carta no se descuida la gastronomía tradicional, con una vueltecita de tuerca de innovación. Los curiosones pueden ver cocinar en directo gracias al concepto wide open del establecimiento. Es más, si hay muchas ganas de aprender los trucos y secretos del chef, los miércoles y viernes el restaurante da la oportunidad de convertirse en stagier ocasional con la iniciativa “Un día en la cocina”.
Via Posillipo, 16. Nápoles
Tel. +39 081 575 7538
www.palazzopetrucciristorante.it

 

BRANDI
Que nadie espere grandes lujos en este restaurante, pero es una de las paradas casi ineludibles en un viaje a Nápoles. Cuenta la leyenda —cómo no— que  en 1889, cuando la reina Margarita de Saboya estaba de visita en la ciudad, pidió que le llevaran varias pizzas para probar. Raffaele Esposito, que regentaba el establecimiento, elaboró una pizza con los colores de la bandera italiana: rojo (tomate), blanco (mozzarella) y verde (albahaca). Como fue la que más le gustó a la reina, Esposito llamó Margarita a la más simple de todas, pero que tanto éxito tuvo. Una placa en el local recuerda este acontecimiento.
Salita Sant’Anna di Palazzo, 1-2. Nápoles
Tel. +39 081 41 6928
www.brandi.it

UN PIANO NEL CIELO
Un nombre tan sugerente ya es un buen principio para la experiencia que se puede disfrutar en el restaurante del hotel Casa Angelina, uno de los top de la región, tan blanco por fuera como por dentro. La panorámica, con los farallones de Capri al fondo, ya puede servir de alimento para los más sibaritas. En cualquier caso, ofrece un menú con exquisiteces en plan minimalista a base de cocina de mercado, con el máximo respeto a la materia prima. Como debe ser, maridado con las mejores referencias tanto italianas como internacionales, además de su impresionante carta con 28 tipos de agua.
Via Capriglione, 147. Praiano
Tel. +39 089 813 1333
www.unpianonelcielo.it


LA SCIALUPPA
Situado en Borgo Marineri (Pueblo de marineros) de Nápoles, una de las zonas que cada vez cuenta con más adeptos para salir a cenar. Al lado del puerto y del Castel dell´Ovo, evidentemente su carta está llena de productos frescos del mar y mucha buena pasta; una fórmula sencilla que les funciona desde 1880. Engancha también por el ambiente marinero y típicamente napolitano. Y porque lo más natural es estar cenando a la luz de las velas y aparezca alguien para cantar una serenata tradicional.
Piazzetta Marinari, 5. Nápoles
Tel. +39 081 764 5333
www.lascialuppa.net

IDIOMA
El italiano es la lengua oficial de Campania, un idioma bastante asequible para los españoles, sobre todo si el interlocutor no habla demasiado deprisa. Además, se habla el napolitano, un dialecto con bastantes influencias de todos los pueblos que han pasado por la región. En la práctica, es casi imposible entender el napolitano, ya que ni ellos mismos a veces se entienden con las distintas variedades de cada provincia.

ACCESIBILIDAD
Lo más fácil y rápido es llegar vía aérea al aeropuerto de Nápoles-Capodichino, situado a unos 10 km de la capital de Campania. Para llegar al centro de Nápoles, se puede optar por el servicio de transporte público Alibus, que conecta el aeropuerto con la ciudad cada 30 minutos (4 €/trayecto). Si se elige taxi, la carrera hasta el centro cuesta una media de 16 €. Para ir a Sorrento y las localidades de la costa Amalfitana hay varias opciones. Por carretera, para disfrutar de las curvas; en barco, ya que hay varios que funcionan casi tipo taxi desde Sorrento y Nápoles; o en tren. La línea Circumvesuviana conecta el centro de Nápoles con Sorrento, haciendo paradas en Pompeya y Herculano.

TRÁFICO
Así en general, el tráfico, sobre todo en Nápoles, es un tanto caótico. Conviene salir con tiempo para ir a cualquier sitio porque es muy fácil encontrarse con un atasco de esos que hacen perder los nervios. Por cierto, no es un prejuicio, es una realidad: los italianos no son tan mirados al volante como los españoles —por decirlo de forma suave— por lo que la idea de alquilar un coche puede resultar un tanto audaz, aunque suene muy romántico conducir por las estrechas curvas de la Costa Amalfitana. En Nápoles, el metro puede ser una buena opción para ir del centro a la zona de Vomero. En la actualidad, la red metropolitana cuenta con dos líneas y han comenzado las obras de una tercera. El problema es que en cuanto que cavan un par de metros aparece algún resto arqueológico, por lo que cualquier obra dura una eternidad.

SEGURIDAD
En Nápoles, cuya área metropolitana supera los 3 millones de personas, hay que tomar precauciones en ciertos barrios y por la noche, como en cualquier gran ciudad. El Barrio Español es uno de los que peor fama tenían hasta hace relativamente poco tiempo, pero se ha recuperado bastante y ahora no hay ningún problema para pasear por sus calles de día.

CLIMA

Por su situación al sur de Italia, el clima de Campania es de tipo mediterráneo, sobre todo en las zonas de costa. En el interior es más tirando a continental. En cualquier caso, el mar hace de regulador y no se alcanzan temperaturas extremas ni en verano ni en invierno. Eso sí, la humedad se nota y mucho. Mejor evitar julio y agosto, tanto por la llegada masiva de turistas, sobre todo a bordo de cruceros, como por las temperaturas propias de esos meses.

GASTRONOMÍA
Varias zonas de Italia se disputan la pizza, pero lo que está claro es que la primera Margarita salió de un horno napolitano. Como en el resto de Italia, la gastronomía es muy variada. En el caso de Campania, está muy influida por la cercanía al mar, por lo que es frecuente encontrar estupendos platos frutti di mare. Sin embargo, si por algo se conoce esta región es por el limoncello, una bebida hecha a base de la maceración de limones. ¡Ojo!, es de los licores que entran muy bien hasta que uno se levanta de la mesa, aunque según dicen los entendidos no debe tener más de 36º. Y siempre es mejor tomarlo frío.

Más información
ENIT Italia
www.enit.it

MICE in Campania
www.miceincampania.it

Ente Provinciali per il Turismo
www.eptnapoli.info

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