El tradicional mercado de alquiler de vehículos, de vital importancia tanto para el segmento turístico vacacional como para el business travel, ha visto como en apenas dos años la corriente de la economía colaborativa se ha colocado junto a su terreno de juego. El choque no ha sido ni mucho menos tan duro como en el mercado de los alojamientos, porque los consumidores potenciales no son los mismos. Pero teniendo en cuenta la feroz competencia y la vertiginosa evolución de estos sectores, cada cliente cuenta…
El pasado mes de agosto las calles de Barcelona fueron testigo del surgimiento de un nuevo servicio: Drivy. A grandes rasgos, se trata de una red social que pone en contacto a usuarios que necesitan un vehículo con dueños particulares que están dispuestos a alquilarlo a cambio de unos ingresos. Este servicio, original de una empresa francesa, está queda cubierto en todo momento por una póliza de seguros específica. A la hora de repartir, Drivy se queda con un porcentaje y todo lo demás es para el dueño del vehículo. Es decir, es un servicio privado de rent-a-car, inimaginable hace unos pocos años.
La irrupción de la economía colaborativa, con munición ilimitada proporcionada por las redes sociales, el cambio de mentalidad, la crisis e, incluso, el concepto millennial, ha afectado de forma clara al sector turístico. Airbnb, Uber, Cabify, BlaBlaCar… son nombres que para bien o para mal ya forman parte del acervo turístico. En el caso del business travel, por sus peculiaridades, el tsunami ha afectado en menor medida. Analicemos un sector que proporciona servicio tanto al mundo corporate como al vacacional: el rent-acar.
«Si bien es cierto que las nuevas formas de economía colaborativa representan una competencia para el sector del rent-a-car, el perfil de usuarios que las utilizan responden a unas necesidades diferentes a las del cliente que alquila un vehículo», explica Karsten Summers, director general de Enterprise Rent-A-Car en España. Según él, un viajero de negocios —con una agenda cerrada en varios puntos de una ciudad—, un cliente que necesita un coche de sustitución o una familia que se va una semana de vacaciones a la playa son perfiles de clientes de alquiler de coche. «Estas necesidades no podrían verse satisfechas con estas nuevas formas de economía colaborativa», asegura.
Más taxativo se muestra Ramón Biarnés, director comercial de Avis Budget Group para la región Iberia: «Son modelos de negocio diferentes que ofrecen otro tipo de producto. Se mueven en un sector similar, que es el de ofrecer soluciones de movilidad, pero deben ser considerados de manera independiente. Estos nuevos actores no forman parte de nuestro negocio, no satisfacen el mismo tipo de necesidades y como consecuencia no se dirigen al mismo público».
Es una tónica general, aunque algunos otros actores del sector creen más en su complementariedad: «Para nosotros estas empresas se presentan como un actor complementario a nuestra oferta de servicios y, al mismo tiempo, enriquecen la oferta global de movilidad para que los usuarios dispongan de la opción adecuada en función de sus necesidades», afirma José María González, director general de Europcar para España y Portugal.
El valor del chófer
Cabify es, según la propia empresa, un servicio de transporte de personas en vehículos de alta gama, con una calidad superior a la del taxi y con un sistema de tarificación fija. Sus responsables lo definen más o menos como un «chófer privado por minutos o la forma de viajar en business a precio económico». Esta compañía española, que inició su andadura en 2011, es uno de los grandes referentes de los nuevos modelos asociados al transporte, aunque no se puede encuadrar exactamente dentro de la llamada economía colaborativa.
En su caso, los vehículos son propiedad de los conductores o de las empresas para las que trabajan y los chóferes son autónomos o empleados de otras empresas, y se llevan una parte de los ingresos. Como curiosidad, todos ellos han de tener licencia de Vehículo de Turismo con Conductor (VTC) y su colaboración con Cabify depende, y mucho, de las opiniones de los viajeros acerca del servicio recibido, lo que beneficia al consumidor.
A diferencia de Uber, esta compañía acaba de sortear por ahora el embite judicial de las agrupaciones de taxistas madrileños y podrá seguir operando. Ha ganado una batalla, pero se prevé que la guerra en los juzgados continuará. Entre las principales denuncias que recibe está la de presunta venta de las licencias a los conductores, algo totalmente ilegal.
Combustible barato
Un ejemplo «puro» de economía colaborativa es BlaBlaCar (o similares como Amovens o Carpooling). Su concepto es sencillo: una persona que va a viajar con su coche publica sus intenciones en la web. Las personas que tengan que hacer ese viaje (o parte de él) se unen y entre todos comparten el precio del combustible. No hay una retribución, sino un reparto de costes. Esto le ha servido a esta compañía fundada por Fréderic Mazzella para extenderse por más de una docena de países.
En España, el enemigo declarado de BlaBlaCar es la patronal del transporte por carretera, Confebus. Al igual que lo sucedido con Cabify, la primera batalla en los juzgados se ha saldado con una victoria a favor de BlaBlaCar, que por el momento podrá seguir operando. El escaso beneficio que perciben los conductores, la falta de regularidad de los servicios de cada uno de ellos y la dificultad de demostrar que no se trata de «amistades» surgidas en las redes sociales han decantado la balanza a su favor.
Crisis y oportunidad
¿Por qué han tenido un desarrollo tan destacado este tipo de compañías? Crisis y oportunidad. «La crisis económica de los últimos años ha propiciado el nacimiento de negocios muy orientados al segmento low cost, en los que se da al precio mayor importancia que a la calidad del servicio ofertado. Sin embargo, diría que el 90 % del éxito de estas compañías reside en que han encontrado un nicho inexplotado. Haber encontrado y fidelizado a esos públicos es la clave de sus buenos resultados», reconoce Karsten Summers.
En esta línea, desde el sector se reconoce que se trata de una conjunción de varios factores, así como algo muy importante: la escucha activa a las necesidades del cliente. «A día de hoy se reclaman soluciones ágiles para cubrir desplazamientos en las ciudades y para viajar de un destino a otro de forma cómoda y a coste reducido. Pero también se demandan avances digitales que simplifiquen las gestiones de reserva y propuestas que sean responsables con el entorno», explica José María González.
«Estas empresas hacen que aumente la demanda abriéndose a nuevos públicos con necesidades y perfiles muy particulares. Buscan ofrecer vehículos de uso compartido y proponen una alternativa complementaria a los servicios tradicionales de alquiler. Se dirigen habitualmente a usuarios con un perfil más joven, que necesitan un vehículo de manera muy puntual para trasladarse de un punto a otro», matiza Ramón Biarnés.
Las armas del rent-a-car
Como manifiestan sus responsables, aunque no se trata de competencia directa, tampoco hay que olvidarse de mejorar y crecer. ¿Cuáles las armas del alquiler tradicional? «Dentro del grupo ofrecemos diferentes alternativas. Avis cuenta con una oferta premium dirigida a un viajero de negocios que busca el mejor servicio y atención, mientras que Budget ofrece una alta relación calidad-precio. Además, contamos con otros productos generados por la escucha de nuestros clientes. Esa es nuestra principal reacción: la escucha activa y la innovación para la implementación de nuevas soluciones. Un ejemplo claro de esto es Zipcar, una compañía de nuestro grupo que en España opera con el nombre de Avancar y que ofrece alquiler de vehículos por horas», explica Ramón Biarnés.
Por su parte, Europcar apuesta por el análisis. «Hemos lanzado una división dedicada a la innovación en movilidad a la que llamamos «El Laboratorio de Europcar». Tiene como objetivo analizar el mercado y buscar nuevas soluciones en todo el mundo, ya sean con clientes, socios o con consultores de tecnología o transporte. Por ello, se plantea como una incubadora de productos y servicios para enriquecer el portfolio de las soluciones en movilidad ya existentes en la compañía», detalla José María González.
Todas las novedades del programa de fidelización de Hertz Gold Plus Rewards o su sistema de compra de vehículos usados Rent2Buy; el sistema Keddy by Europcar para touroperadores y agencias de viaje; el servicio TravelPartner de asistencia de 24 horas para los clientes de Avis; los nuevos formatos de pago electrónico para touroperadores y agencias de Europcar; los recientes acuerdos de Enterprise Rent-a-car con compañías de gestión de viajes de empresa; o la expansión del servicio Meet & Greet de Sixt son solo ejemplos de la constante evolución de un sector que mira de reojo a sus «vecinos» de la nueva economía.
«Puesto que cada sector tiene una actividad y un nicho de mercado diferentes, ambos conviven en el presente y lo seguirán haciendo en el futuro, como ha ocurrido siempre con otras formas de movilidad», afirma Karsten Summers, quien no obstante deja un mensaje en el aire que merece ser tenido en cuenta: «Es cierto que las empresas de rent-a-car están continuamente adaptándose a las demandas de los clientes y, por tanto, no es de extrañar que empiecen a ofrecer servicios similares como diversificación de su negocio». Habrá que estar atentos.
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