Con casi 20 años de experiencia internacional, Marta se ha especializado en el emprendimiento y la inversión privada. Es una expatriada global, pues ha gestionado equipos en India, China, Reino Unido y Estados Unidos, donde trabajó en Silicon Valley, el epicentro californiano por excelencia de la innovación. Con su consultora 6 Cifras Digital ofrece formación para emprender gracias a las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Eso sí, hay cosas de España que no cambiaría por nada.
TEXTO ÁLVARO MARTÍN
Marta Emerson nació y creció en San Cugat (Barcelona) y es un ejemplo viviente de la realidad del business travel, los expatriados, el emprendimiento y la empresa global. Madre de dos hijas, experta en emprendimiento e inversiones, ha tenido tiempo en su vida de viajar una media de 150 días al año por diversos países de Asia, América y Europa para gestionar equipos, cerrar tratos con clientes y participar en diversas operaciones. En los últimos años ha impartido más de doscientas conferencias en ocho países.
Aunque ahora se halla en España por motivos familiares, hasta hace poco residió en el área de San Francisco. Allí, como vicepresidenta global de Scaale Inc y luego como directora de Cross Border Angels, trabajó en Silicon Valley, un lugar que le apasiona «por el ambiente emprendedor que se respira». Bien en medios de comunicación, en su canal de YouTube o en su web (martaemerson.com), esta catalana que ha vivido en España, Irlanda y Estados Unidos, licenciada en Periodismo por la UIC y MBA Internacional por La Salle, se dedica a mentorizar emprendedores. No en vano, ha puesto en pie hasta cinco proyectos propios, algunos realmente pioneros en su sector.
Su trabajo le ha llevado a países tan dispares como India, China, Kazajistán, Escandinavia o Chile. «Cuando trabajaba en la red privada de inversión, cada dos meses me pasaba dos semanas en San Francisco y otras dos en China e India, entre otros países. Me encargaba de inversión privada, emprendimiento e internacionalización», comenta. De hecho, antes de trasladarse a la costa oeste, fue cofundadora de Keiretsu Forum España, la primera red de business angels (inversores privados) que surgió en España.
CULTURAS DIFERENTES
Marta tiene anécdotas para aburrir. No es para menos tratándose de una mujer en entornos muy patriarcales, y encima embarazada… «Mis hijas han estado dentro de mi barriga en ocho países [risas]. Recuerdo, por ejemplo, que al acabar las conferencias en China me venía un montón de gente a preguntar, no sobre la charla, sino cómo me había dado permiso mi marido para estar allí, sola y con una tripa prominente».
De todas formas, tampoco considera haber sido discriminada por ser mujer. «Mi hándicap al inicio no era por el género, sino más bien por ser nueva, por no tener experiencia. Sí tuve un caso en Asia con un inversor que no me quería mirar, pero son cosas puntuales. De hecho, creo que ser mujer me ha dado más ventajas que perjuicios, en el sentido de que, como hay muy pocas en mi sector, enseguida se me conocía. Me dio visibilidad», reconoce.
En su larga trayectoria también ha aprendido mucho de los planteamientos locales. «Recuerdo que en India nos mostraron el proyecto de una app para llevar tuppers con comida a las empresas a la hora del almuerzo. Yo no lo veía nada claro, porque lo miraba con ojos occidentales. A mí me parecía que el tupper se lo lleva cada uno por la mañana. Pero no. En India la gente lo quiere recién hecho. Era una idea muy buena, tenía sentido. Por eso hay que abrir la mente».
Para Marta, documentarse bien a todos los niveles sobre el país que se va a visitar es esencial. «Cuando me subía a un avión tenía siempre un dosier con todos los datos políticos, económicos, culturales, deportivos… Primero, para estar informada, y segundo, porque tu interlocutor lo valora mucho. Luego allí es una batalla. Un ejemplo: en China tardamos seis meses en que nos aprobasen el contenido de la web, solo eso…». En su opinión, es muy importante contar con «gente local de confianza que conozca bien el ecosistema y que a la vez tenga experiencia internacional». También prefiere integrarse que hacer grupos cerrados con otros ‘expas’.
ESTADOS UNIDOS
En Estados Unidos nunca sintió problemas por su origen. «En California todo el mundo habla con acento, proceden de muchos sitios. A la gente no le importa de dónde eres, cosa que sí sucede más en Inglaterra. En Silicon Valley la gente te entiende. Al principio, la barrera idiomática es una dificultad, pero una vez que espabilas no hay ningún problema». Explica también que el covid ha desmantelado mucho la zona, donde además hay un problema endémico de vivienda, muy cara por el exceso de demanda.
De la cultura empresarial tiene muy buenas sensaciones. «La gente es eficiente, es rápida tomando decisiones… Si no les funcionas, no te montan un pollo, simplemente dejan de trabajar contigo. En Inglaterra, por ejemplo, sí son más de gritar. En India hay que apretar hasta el final, siempre parece que se va a romper la negociación. Y todo esto lo aprendí allí: por qué eran tan agresivos, por qué se iban de la sala… Lo que no se puede es ir con arrogancia. Lo inteligente es aprender cómo funciona la gente, adaptarte y aportar valor», asegura.
San Francisco —reconoce— es una ciudad muy buena para vivir, y más trabajando en un lugar mítico: «Silicon Valley es como el Disneyworld de los emprendedores, en fantástico. Es toda una experiencia cuando llegas, empiezas a hacer networking y comienzan a abrirte puertas, cosas que no pasan en España. Yo fui allí por un proyecto y decidí quedarme», explica. En este entorno, la cultura del emprendimiento está muy arraigada. «No es que todo sea más fácil, pero con dedicación es más factible conseguir cosas. En España es difícil saltar barreras, allí hay más oportunidades, pero hay que trabajar mucho. EE.UU. es muy competitivo».
Aunque las comparaciones son odiosas, Marta considera que España «es uno de los mejores países para vivir. El problema es que hay demasiados impuestos, corrupción y demás. Si no, sería perfecto». En cualquier caso, reconoce que siempre ha echado de menos nuestra comida. «Da igual dónde haya estado, no hay nada como ella».