Hablamos de un sector —el turístico en general y el de business travel en particular, el que más aporta a la riqueza española— totalmente paralizado en los pasados meses y que ahora, poco a poco, comienza a recuperarse. Queda mucho, varios años según los analistas, para la recuperación, y para lograrla es fundamental una oferta segura, competitiva y adaptada al nuevo cliente que han traído la alerta sanitaria, el confinamiento y el teletrabajo. Manos a la obra.
Hagamos números. Según el World Travel & Tourism Council (WTTC) el turismo es el sector económico que más riqueza aporta a la economía española, con un total de 176.000 millones de euros anuales, es decir, el 14,6 % del pib. Son casi 2,8 millones de puestos de trabajo.
Si nos referimos al business travel, basta con indicar que, según GEBTA, las empresas españolas invierten en viajes de negocios 12.800 millones de euros… Estas cifras son tan voluminosas como grave ha sido el impacto de la covid-19 en la actividad de este sector. Algunos expertos cifran en cerca de 125.000 millones las pérdidas acumuladas desde que empezaran a llegar de China noticias de un extraño virus desconocido hasta la fecha.
La industria, a escala mundial, se halla en una encrucijada, puesto que no solo se trata de una crisis económica de enormes dimensiones, como sucediera en 2008, sino que a ello se añade la incertidumbre sobre la evolución de la enfermedad, así como las restricciones nacionales y regionales que atacan directamente a una característica fundamental de la industria: la movilidad.
Un nuevo comienzo
Todos los agentes implicados, incluido el propio viajero, son conscientes de que ya nada será igual. No solo por la asunción de nuevos protocolos de seguridad y normas sanitarias, sino también porque el cliente ha cambiado durante estos meses.
La industria se halla en la actualidad en una exhaustiva monitorización, no solo de la actualidad sanitaria y legislativa, sino de su principal activo: el cliente. Una muestra es la gran cantidad de investigaciones que empresas e instituciones están llevando a cabo para trazar radiografías del «viajero post-covid».
Es posible un nuevo comienzo, la industria ha superado graves baches en las últimas décadas, pero resultan necesarias dos grandes realidades. En primer lugar, las ayudas estatales y supranacionales, como las de la UE. Colectivos como las líneas aéreas, los alojamientos, los centros de reuniones o la oferta complementaria demandan desde hace meses no ya líneas de préstamos a buenas condiciones, sino ayudas directas.
Los expertos cifran, refiriéndose al business travel, la recuperación de los niveles de 2019 en tres o cuatro años y ubican el comienzo real de la remontada a mediados del 2021. Es mucho tiempo desde febrero-marzo de 2020 y la ayuda resulta fundamental.
La prolongación de los expedientes temporales de regulación de empleo es una de las medidas más conocidas, pero es solo una variable. Es muy difícil hacer planes económicos y previsiones cuando, por ejemplo, todavía no se ha generalizado una vacuna, que está más cerca, pero todavía no ha llegado.
Además, a la ausencia de actividad, las restricciones de movilidad, la morosidad y la disminución de las capacidades se une la obligatoria reconversión para adaptarse a las medidas higiénico-sanitarias para garantizar al máximo la seguridad y que suponen una fuerte inversión.
Lógicamente, este gasto no se discute, porque precisamente este aspecto, la seguridad, se ha convertido en fundamental para el nuevo viajero a la hora de decantarse por uno u otro destino o proveedor.
Un ejemplo significativo es el protagonizado por una veintena de agencias especializadas en viajes de incentivos y eventos que se han unido para crear el sello «Covid Safe Incentive & Event», con protocolos de seguridad sanitaria y jurídica para todo el itinerario hasta la total apertura del mercado. Entre sus iniciativas está el denominado ‘pasaporte sanitario’ para grupos de incentivos, un registro digital de los aspectos sanitarios de relevancia del viajero.
En lo que se refiere a los grandes centros de reuniones y ferias, prácticamente todas, como por ejemplo las mastodónticas Ifema (Madrid) y Fira (Barcelona), disponen ya de protocolos y medidas que les han permitido acoger distintas actividades, como una manera de tratar de recuperar su nivel de negocio. Es un comienzo.
Por otra parte, uno de los sectores más golpeados, junto con el transporte en todas sus vertientes, es el alojativo. Y está trabajando duro para remontar. El mayo veían la luz los doce protocolos para la era post-covid elaborados por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) en colaboración con la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT) y con el visto bueno del Ministerio de Sanidad.
Gestión del riesgo, organización del personal, áreas de pisos y limpieza, instalaciones para uso del personal, medidas informativas, servicios de recepción y recogida, zona de cafeterías y restaurantes, habitaciones, zonas de uso común, gimnasios, ascensores, piscinas, áreas de recreo infantiles, animación, plan de limpieza, eventos… Todas las zonas, servicios y áreas de actividad han de cumplir una serie de indicaciones para garantizar la total seguridad de clientes y empleados.
En lo que se refiere al MICE, en las zonas de uso común se tiene que delimitar bien el aforo, así como abordar una exhaustiva la limpieza y desinfección. Los eventos definen claramente las zonas en las que tendrá lugar, con control de aforo y distancias. La ventilación es obligatoria y el material debe ser desinfectado o retirado si no es indispensable. Nada es suficiente.
La iniciativa privada también está siendo fundamental: «Stay Safe with Meliá»; «We Care About You», de Barceló Hotel Group; «Feel Safe at NH»; «Global Safe Site», de Abba Hotels; «Allsafe», de Accor; «Vincci Care»; o «Volver», de Sercotel Hotel Group, son solo algunos ejemplos de programas específicos implantados por las compañías hoteleras para garantizar la máxima seguridad y confort de sus huéspedes.
Dificultades aéreas
El sector de las aerolíneas es, sin duda, uno de los mayores perjudicados. La restricción de operaciones, sobre todo en el largo radio, así como las distintas medidas de cuarentena impuestas por algunos de los más importantes países han supuesto un enorme destrozo en una industria que precisamente basa su rentabilidad en una actividad non-stop.
Pese a que diversos estudios indican que el interior de un avión no es necesariamente un punto más peligroso para sufrir un contagio de coronavirus y de que se han puesto en marcha importantes medidas (ventilación, restricción de movilidad, uso de mascarillas…), todavía queda mucho para la recuperación. Los famosos corredores sanitarios y la progresiva apertura de destinos pueden suavizar una situación que ha dejado a miles de aviones en tierra, pero falta mucho.
Ver para creer… como todo lo sucedido desde marzo. No obstante, la industria se ha conjurado para superar una de las crisis más importantes de su historia. Hay mucho en juego y el nuevo cliente espera volver a disfrutar del viaje. La vuelta a la bendita normalidad.
¿EVENTOS PRESENCIALES O VIRTUALES?
El MICE ha sido, como el resto del turismo, un sector duramente golpeado por esta crisis. Y de forma doble, pues a la crisis sanitaria se ha unido la empresarial, que ha llevado a la cancelación de miles de eventos y reuniones. No obstante, 2021 se vislumbra como el horizonte de la recuperación, siempre con estrictos protocolos y con unas líneas de organización y comercialización que, como reconocen los expertos, nunca volverán a ser las mismas.
«De cara a 2021, las empresas necesitan de una nueva estrategia, diferente a la que tienen ahora. El engagement es el punto más complejo en términos estratégicos, puesto que para lograrlo de manera exitosa hay que seguir metodologías validadas», afirma Óscar Cerezales, presidente ejecutivo de la División Corporate de MCI Group.
Esta compañía ha realizado una encuesta entre profesionales de diversos sectores de España y Latam. Seis de cada diez afirman que, si la situación sanitaria no empeora, y teniendo en cuenta la evolución actual, a partir de mediados de 2021 organizarán eventos presenciales.
Estos se contraponen a los virtuales que, según este estudio, tienen para los organizadores tres grandes beneficios: ahorro de costes, incremento de la audiencia potencial y facilidad de acceso para el participante. Eso sí, los inconvenientes detectados que más afectan al desarrollo de la actividad son incapacidad de construir relaciones y hacer networking, disminución de la interacción con la audiencia y falta o pérdida de atención de los participantes.