En el país del ‘No problem’ y del ‘Feel all right’ todo invita a sentarse debajo de una palmera y simplemente dejarse llevar para ver la vida pasar. Y siempre habrá algo que invite a prolongar ese rato porque, más allá de las míticas rastas, Jamaica ofrece los contrastes de una isla caribeña con mucho flow —anglosajón— a la que llegaron los conquistadores en busca de un oro que nunca hallaron y se encontraron con que el tesoro era descubrirla.
Quiso el destino que Errol Flynn, uno de los más célebres piratas de la gran pantalla, terminara pasando la mayor parte de los últimos años de su vida en Jamaica, antaño famosa por las historias de bucaneros. Seguramente, como para cualquiera que haya pisado la isla, porque era la idea más terrenal de paraíso. Tanto es así que llegó a decir que era más bella que ninguna mujer que hubiera conocido. Y fueron unas cuantas.
Un poco antes, Cristóbal Colón ya se había dejado seducir por la isla en su segundo viaje al Nuevo Mundo. O más bien por lo que supuestamente iba a encontrar allí, ya que el nombre taíno Xaymaca venía a decir que era una tierra bendecida por el oro. El almirante y demás conquistadores que llegaron después no encontraron ni una pepita, pero sí playas caribeñas de aguas cristalinas e imponentes montañas que llegan a superar los 2.000 m de altitud.
Unos cuantos siglos después, simplemente la idea de un viaje a Jamaica relaja tanto el cuerpo y la mente que es inevitable que salga una sonrisa en la cara y empezar a moverse a ritmo del mítico ‘One Love’ de Bob Marley. De hecho, la isla se ha convertido en el sueño de cualquier event planner: organizar una reunión en un destino con la etiqueta de ‘buen rollo’, que cuenta con una amplia infraestructura hotelera para todos los gustos (y bolsillos) y que va a la par de la oferta para incentivos.
EL GRAN RESORT: MO-BAY
Se puede empezar la aventura jamaicana desde el aeropuerto de Montego Bay, el más grande de la isla y a pocos minutos de la ciudad, situada al noroeste de Jamaica. Montego Bay, o Mo-Bay para los lugareños, es en sí el resort por excelencia, ya que a lo largo y ancho de sus dominios hay grandes complejos hoteleros que se intercalan entre palmeras y verdes praderas.
Para hacerse una idea de lo que fue Jamaica antaño, o al menos, poner un punto de esoterismo y extravagancia al viaje, hay que pasar por Rose Hall Great Hall. Cuenta la leyenda que esta mansión del siglo XVIII está habitada por el espíritu de la bruja blanca Anne Palmer, quien, entre otras lindezas, se dedicaba a matar a sus maridos y maltratar esclavos, hasta que uno de ellos terminó con su vida.
Más allá de las historias para no dormir, Rose Hall Great Hall se ha convertido en la principal atracción de Montego Bay y en la mejor forma de descubrir cómo era la vida en una plantación colonial. Además, se pueden organizar eventos en los jardines exteriores —el recinto cuenta con seis localizaciones distintas con capacidad para 1.000 personas— por lo que puede ser una muy buena opción para sentir la magia del Caribe. Atención, spoiler: los fans de la serie Outlander se pueden sentir un poco decepcionados si se esperan encontrar la mansión que sale en la tercera temporada. La realidad, sin duda, supera la ficción.
En el área de Rose Hall se encuentra el Centro de Convenciones de Montego Bay, el más nuevo del Caribe y el gran referente para eventos de la isla, con más de 13.000 m² de espacio. Dispone de 9 salas de reuniones de distintas capacidades, así como dos grandes espacios de exhibición, con algo más de 5.000 m² de superficie. Por su parte, el salón de baile puede albergar hasta 2.000 personas. Si se prefiere aprovechar la buena temperatura que acompaña al país durante todo el año, se pueden organizar eventos al aire libre en la terraza con vistas al mar o en The Courtyard.
Una de las principales ventajas de sus instalaciones es que están a escasos minutos de 4.000 habitaciones de hotel, por lo que las instalaciones MICE de los resorts pueden servir de apoyo para celebrar grandes convenciones. Para eventos de otras dimensiones, los propios hoteles ofrecen un buen número de espacios. Además, en Jamaica es posible sentirse como en casa mirando al Caribe, ya que cadenas como Meliá, RIU e Iberostar están aposentadas en el país desde hace tiempo, particularmente en la zona de Montego Bay.
ONE LOVE, ONE HEART
En los resorts de Montego Bay y de todo el destino es casi una obligación dejarse llevar y probar el combinado más famoso del país: Bob Marley. Después, lo de moverse a ritmo de reggae será más fácil. Y si la sed por el rey de las rastas no se acaba ahí, la parada obligatoria es el museo de Bob Marley en Kingston, ubicado en la casa donde vivió hasta su muerte en 1981. La visita a su estudio de grabación, las paredes empapeladas de galardones y recuerdos o incluso la cocina invitan a sumergirse en peculiar movimiento rastafari, que culmina en un pequeño teatro con proyecciones sobre la vida del mito. Inevitable salir con la cantinela del ‘Feel All Right’ metido en la cabeza y no quitárselo hasta volver a España.
Y con el olor a ganja (marihuana) hasta la médula. En Jamaica su consumo es ilegal pero, como no podía ser de otra forma, en el museo de Bob Marley es un atrezzo más. La forma más natural para que salga espontáneo el ‘yeah mon’ (algo así como que todo va bien) o su sinónimo ‘no problem’.
Antes o después de esta inspiradora visita, también se puede aprovechar la estancia en Kingston para celebrar un evento en el Jamaica Pegasus, un hotel que domina las alturas de New Kingston y que dispone 12 espacios para reuniones, con capacidades desde 12 hasta 1.000 personas. Es quizá la opción más idónea en la capital jamaicana.
Para eventos de más envergadura, el Jamaica Conference Centre combina versatilidad con arquitectura local frente al mar. Dispone de cinco grandes salas, con capacidad para 1.600 personas y otras tres más pequeñas de apoyo, las Caucus Rooms, que pueden albergar hasta 70 invitados cada una. Además, el Harbour Lounge permite organizar cócteles con vistas al puerto de Kingston.
EL PARAÍSO DE OCHI
Como pronto vuelven las ganas de Caribe y naturaleza a borbotones, es el momento de poner rumbo a Ocho Ríos. Para ahorrar tiempo, que nadie se empeñe en buscarlos. No es más que una mala traducción que hicieron los ingleses del nombre ‘Las Chorreras’, puesto por Colón y los suyos a la zona, en honor a las cascadas del río Dunn. Los jamaicanos, que son muy de rebautizar, la llaman ‘Ochi’. Con el tiempo, se ha convertido en uno de los principales centros turísticos y figura entre los principales puertos de cruceros del Caribe, el paraíso para quienes van en busca del sol caribeño, practicando relaxing tumbing o bien para vivir la aventura en las montañas de Jamaica.
Las opciones para reuniones en ‘Ochi’ pasan por los hoteles, ya que la mayoría ofrecen mucha variedad de instalaciones para la celebración de eventos, especialmente los que tienen que ver con el ‘Sí, quiero’. Porque, obviamente, el entorno lo pone muy fácil para aceptar casi cualquier proposición y hacer el paquete completo de boda y luna de miel. Con las mismas, es muy sencillo celebrar un evento y aderezarlo con unas cuantas pizcas de bleisure.
Es el caso del hotel Moon Palace Jamaica Grande, a escasos cinco minutos del centro de Ocho Ríos. Es esa clase de establecimientos en los que a veces se agradecería un segway para recorrerlo. Cuenta con casi 2.000 m² de espacio disponible para eventos, con 15 salas que pueden albergar desde 60 a 960 personas. También cuenta con una zona de playa que se puede privatizar. La opción para no pringarse con la arena es la terraza Starlight, también con el horizonte del mar y con capacidad para 350 personas.
Con sus casi 11.000 km², la extensión de Jamaica —poco más que la de Navarra o la de Asturias— hace que sea muy abarcable desde cualquier lugar. Pero Ocho Ríos se presenta como el punto de partida ideal para descubrir maravillas naturales enmarcadas en las Blue Mountains, donde disfrutar de la isla desde la perspectiva del relax o de la aventura. O un poco de las dos cosas.
De hecho, a 20 minutos de Ocho Ríos está la playa de James Bond —literal—, ya que Ian Fleming vino hasta aquí para inspirarse y escribir los primeros pasos del agente secreto más famoso del mundo. Aunque no se puede esperar que Ursula Andress emerja del mar, sí que es un lugar indicado para relajarse y ver pececillos en sus aguas cristalinas.
Lo bueno de las aventuras en Jamaica es que se pueden vivir de forma controlada y, sobre todo, segura, pero con ese punto de ‘yo lo hice’. Es el caso de la experiencia Mystic Mountain, en la que un telesilla discurre a 300 m sobre el nivel del mar. Hasta aquí, todo tranquilo y especialmente indicado para disfrutar del bosque jamaicano. La cuestión es que una vez en la cima, se puede bajar de la misma forma sosegada, a través de un circuito de tirolina, por un río artificial con flotadores, o bien hacer parte del recorrido en bobsled, especie de trineos tropicales que circulan a toda velocidad. La experiencia es recomendable para subir la adrenalina a tope y para sentirse protagonista de la película Elegidos para el triunfo, que narra las aventuras del equipo jamaicano que logró triunfar en las Olimpiadas de invierno de Calgary.
Quizá sea la mejor metáfora de lo que es Jamaica y los jamaicanos, que se buscan las vueltas para que lo imposible sea posible, siempre con una sonrisa en la boca y la seguridad de que harán lo necesario para todo vaya bien.
RECOMENDADOS
RAFTING EN MARTHA BRAE
Igual lo del rafting echa atrás a los menos osados, pero lo más complicado de esta actividad es olvidarse del móvil o la cámara. Porque las ganas de hacer fotos van a ser constantes durante todo el recorrido en balsa a lo largo del río Martha Brae. El balsero contará la historia del río –con leyenda incluida sobre la indígena que engañó a los buscadores de oro españoles— y de cómo construyó la barcaza de 9 m de bambú él mismo. Y mientras, en las orillas, la tentación acecha con los más variopintos recuerdos ‘Made in Jamaica’. Y para los del postureo, no será complicado ponerse un rato al mando de la balsa. De hecho, el ‘capitán’ sabe el punto exacto donde las fotos quedan mejor. Un muy relajante paseo para intercalar entre reunión y reunión. Al fin y al cabo, si la reina Isabel II lo ha hecho, ¿por qué nosotros no?
HAMPDEN ESTATE, EL SABOR DEL RON
La ecuación isla caribeña y caña de azúcar tiene casi un único resultado: ron del bueno. Jamaica no iba a ser menos y la producción de azúcar es, junto al turismo y al cultivo del café, la principal actividad del país. Es casi inevitable caer en la tentación de beberse un buen trago de este espirituoso licor allí donde nace. Una de las destilerías con más solera, la de Hampden Estate, ofrece tours de 2 horas de duración en los que se enseña todo el proceso: desde la caña de azúcar hasta la copa de ron, pasando por unos cuantos alambiques. La fábrica no ha dejado de funcionar desde que un escocés llegara a estas tierras allá por 1753. La visita termina con un almuerzo y, cómo no, con una buena cata de las mejores referencias en distinto estado de elaboración.
FALMOUTH, UNA JOYA COLONIAL
Retrocediendo hasta finales del s. XVIII, el puerto de la próspera ciudad de Falmouth, en la costa norte, es el centro del comercio de la caña de azúcar. Tal fue su desarrollo urbanístico que tuvo agua corriente antes incluso que Nueva York. Hoy conserva gran parte del legado georgiano de entonces, con un aire colonial y decadente que hacen la visita muy apetecible. Más aún si se adereza con las delicatesen que ofrecen en los puestos de comida de los alrededores del mercado Albert George y alguien va presentando frutas tropicales pocas veces vistas a este lado del charco antes de probarlas. Entre bocado y bocado, el tour se introduce en la historia de la ciudad a través de edificios de la época georgiana que aún siguen en pie: la casa Barrett, la casa Davidson, el imponente Tribunal, la parroquia Trewlany de St. Peter o la residencia baptista. Una visita imprescindible para descubrir el pasado colonial de Jamaica en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, donde hoy recalan los cruceros más grandes del mundo.
IBEROSTAR GRAND HOTEL ROSE HALL
Un cinco estrellas ‘adults only’ con líneas mediterráneas para sentirse como en casa a la orilla del Caribe y con todo el lujo de la clase Premium de la firma, que incluye mayordomo en sus 295 suites. Para eventos, dispone de un centro de convenciones que puede albergar a 1.200 personas, en varias salas. Además, el hotel es parte del mega complejo de Iberostar en Montego Bay, del que también forman parte Iberostar Rose Hall Beach (366 habitaciones) e Iberostar Rose Hall Suites, con 319 habitaciones.
Branch Developments Rose Hall Main Road
Little River. Montego Bay
Tel. (+1) 876 680 0000
www.iberostar.com
RIU PALACE JAMAICA
Otro establecimiento solo para adultos en el que la prioridad es que los huéspedes se olviden de dónde vienen y, sobre todo, cuándo tienen que volver. En régimen de ‘todo incluido’, destaca por sus infinity pools para relajarse mirando al horizonte, además de una zona de playa con tumbonas por doquier y un completo programa de actividades. En las habitaciones, el blanco es el protagonista, como ocurre con tanta frecuencia en el Caribe. Completa sus instalaciones con una sala para eventos, con capacidad para 160 personas.
Mahoe Bay. Rose Hall
Ironshore. Montego Bay
Tel. (+1) 876 940 8022
www.riu.com
HOLIDAY INN RESORT MONTEGO BAY
Un complejo de cuatro estrellas con todo lo necesario para no tener que salir de él durante la estancia en Jamaica. Por la distribución de las habitaciones, tiene ese toque de hotel caribeño en el que, a pesar de las dimensiones —518 habitaciones— parece que todo está cerca. Y para los que quieran un poco de privacidad, también dispone de un área ‘adults only’. Cuenta además con espacios para eventos de hasta 1.500 personas. También se puede privatizar un islote a pocos metros de la playa del hotel.
Rosehall Parish, A1. Montego Bay
Tel. (+1) 876 953 2485
www.ihg.com
MOON PALACE JAMAICA
La cadena mexicana tiene una amplia experiencia en la gestión de complejos caribeños y ha trasladado su know how a este resort de Ocho Ríos. El hotel, de cinco estrellas y ‘todo incluido’, dispone de 700 habitaciones en las que es fácil sentirse el rey del mambo cuando se ve la panorámica del Caribe desde la ventana. Para los más osados, el cuenta con un simulador de surf para vivir la sensación de estar en la cresta de la ola.
Main St. Ocho Ríos
Tel. (+1) 800 986 5632
www.moonpalace.com
MELIÁ BRACO VILLAGE
Un exclusivo cinco estrellas con playa privada y todo el sabor jamaicano. Las habitaciones respiran Meliá por los cuatro costados con un toque colonial. Y quienes deseen amanecer casi sobre el Caribe, The Level ofrece villas privadas frente al mar. Para eventos medianos, dispone de dos salas interiores que se pueden complementar con jardines o espacios en la misma playa, con capacidad para 400 personas.
A1 Braco. Montego Bay Coast
Tel. (+1) 876 618 0582
www.melia.com
SCOTCHIE´S JERK CENTRE
Nadie debería irse de Jamaica sin probar la auténtica gastronomía local: el jerk. El origen de esta particular forma de preparar el pollo o el cerdo se remonta a los cimarrones —esclavos huidos a las montañas— quienes, para no desvelar dónde se escondían, hacían agujeros en la tierra para cocinar y lo tapaban con ramas. Lo que ha llegado a nuestros días es carne ahumada, que se elabora tapándola con chapas de uralita. Ojo: suele picar bastante, porque el adobado incluye pimienta jamaicana, la que se pone en los gin tonics. Hay casi tantas formas de preparar el jerk como habitantes. Vale la pena probar, al menos.
Falmouth Road, 876. Montego Bay
Tel. (+1) 876 794 9457
STUSH IN THE BUSH
Un concepto diferente que une, según su propia definición, lo chic y lo rastafari. Ahí es nada. Si ya suena un poco peculiar, habría que añadir el concepto ‘vegetariano sexy’ para hacerse una idea de lo que puede encontrar en este restaurante en medio de las montañas de St. Ann. Muy recomendable incluso para los carnívoros de pura cepa, que seguramente se sorprenderán con el acierto del establecimiento para combinar verduras y conseguir un sabor muy parecido a la carne o al pescado. Todo empezó con la historia de amor de los dueños, Lisa y Chris, que le siguen poniendo mucho amor a cada plato que ponen en la mesa, directamente desde el huerto.
St. Ann. Ocho Ríos
Tel. (+1) 876 562 9760
www.stushinthebush.com