LA PALMA. La isla bonita

En el área noroccidental de las islas Canarias, a 85 kilómetros de Tenerife, se encuentra La Palma, comúnmente conocida como “La Isla Bonita” o “La Isla Verde”, por sus exuberantes bosques verdes y extraordinarias bellezas naturales. A pesar de su origen volcánico, La Palma se distingue de las demás por el verdor de sus bosques subtropicales y la abundancia de agua, pero también por su esfuerzo e interés en mejorar la oferta MICE, solo superada en el archipiélago por Gran Canaria y Tenerife. Una de sus bazas son las construcciones históricas de la capital, Santa Cruz, como sede de eventos.

Antes de la pandemia de la covid-19 el turismo de congresos en Canarias recibía a más de 200.000 visitantes anuales. El cincuenta por ciento de ellos se concentraba en Gran Canaria. Tras esta isla, Tenerife y La Palma completaban la oferta MICE del archipiélago. Concretamente en La Palma las autoridades del cabildo habían puesto a disposición un puñado de espacios cercanos entre sí alrededor de un lugar acotado, en un radio de 250 metros, y al aire libre en el centro de la capital, Santa Cruz de La Palma, declarado conjunto histórico-artístico desde 1975.

Esa propuesta sigue vigente y se complementa con otros dos espacios importantes en otros municipios de la isla. La primera es el Centro de Convenciones La Palma, ubicado en el hotel Teneguía Princess, en el municipio de Fuencaliente, al suroeste de la isla, que aporta el mayor número de metros cuadrados destinados a eventos y congresos gracias a sus cuatro salas de reuniones totalmente equipadas: San Antonio, de 483 m²; Tahuya (178 m²); San Juan (74 m²) y Tigualate (73 m²).

La segunda opción es el Museo Arqueológico Benahoarita, enclavado en el corazón de Los Llanos de Aridane, al oeste de la isla, que cuenta con una sala con capacidad para recibir a 197 participantes. El municipio sigue embarcado en un ambicioso proyecto, paralizado durante diez años y, más recientemente por la pandemia, que revitalizará su oferta muy pronto.

Se trata del Parque Cultural y Centro de Convenciones Islas Canarias, que dispondrá de una sala principal y dos salas polivalentes, previstos para utilizarse como teatro lírico y como teatro auditorio y polivalente, ya que esta construcción también dispondrá de más espacios destinados a otras manifestaciones artísticas y sociales, así como para exposiciones y eventos.

SANTA CRUZ, ‘ZONA MICE ABIERTA’

Es, sin embargo, Santa Cruz de La Palma la que encabeza con su ‘Zona MICE abierta’ la oferta de eventos, al haber adaptado algunas instalaciones de edificios emblemáticos e históricos de la isla, totalmente acondicionados para todo tipo de convocatorias, según las necesidades de  los organizadores. De ahí que las principales calles de la ciudad, como Real, O’Daly y Anselmo Pérez de Brito, además de la plaza de España, puedan ser escenarios de lujo para este segmento por sus valiosos palacios, casonas, teatros e iglesias.

Es el caso de la Casa Salazar, emplazada en el número 22 de O’Daly, con su elegante fachada y el escudo familiar, propiedad del Cabildo Insular de La Palma, que se hizo cargo de la rehabilitación del inmueble, convertido ahora en centro cultural de la isla. En sus instalaciones se celebran congresos, reuniones de trabajo y exposiciones itinerantes a lo largo de todo el año.

También del Museo Naval, el más visitado de la ciudad, situado en el sorprendente Barco de la Virgen, una fidedigna réplica de una de las carabelas de Cristóbal Colón, que alberga una importante colección de objetos, cartas, instrumental de navegación y maquetas.

Por su parte, el Centro de Interpretación de la Bajada de la Virgen, plantea un recorrido sensorial por la fiesta más emblemática de La Palma y algunas de sus tradiciones más queridas como la danza de enanos, el minué o la pandorga.

Completan esta lista de sedes culturales e históricas La Casa Massieu, que data de 1779,  ocupada hoy por el Espacio Cultural Cajacanarias, con una sala para recibir a 150 personas, el Teatro Chico, del año 1514, con capacidad  para 250 visitantes, el Real Club Náutico, un palacete de principios del s. XIX, el Castillo de Santa Catalina, que mira hacia la playa de la capital, y el Convento de San Francisco, construido en 1508, que es en la actualidad el Museo Insular de Bellas Artes, Ciencias Naturales y Etnografía, además de Archivo General de La Palma y la Biblioteca Insular, con varias salas y un patio interior que permiten realizar eventos o ferias al aire.

Todos estos monumentos  en encuentran en el casco viejo de Santa Cruz y a muy poca distancia unos de otros.

UNA VUELTA POR LA ISLA

El viaje a la Palma invita a explorar la isla de norte a sur y de este a oeste. Se accede a ella fácilmente a través de los ferries que operan desde otras islas canarias a través de su puerto en Santa Cruz, dotado con las más modernas infraestructuras, o por su aeropuerto, situado a 8 kilómetros de la capital. Este aeródromo, inaugurado en 1970, concentra pasajeros principalmente de Tenerife Norte, Gran Canaria, Madrid-Barajas, Bilbao y Barcelona, e internacionales, sobre todo de Alemania, Holanda, Francia, Bélgica y Reino Unido.

En cuanto a su capacidad de alojamientos, mantiene una excelente calidad, a pesar de que no sea tan amplia como la de Gran Canaria o Tenerife, con buenos hoteles desplegados por cuatro de sus municipios: Breña Baja, Fuencaliente, Los Llanos de Aridane y Barlovento.

La visita debe iniciarse por la ciudad histórica de Santa Cruz, fundada en 1493, que transcurre casi en paralelo a la Avenida Marítima, el lugar ideal para observar los típicos balcones llenos de flores y hermosas celosías, archifotografiados, pero siempre encantadores. Por el camino, algunas placitas, como la placeta Borrero, invitan a sentarse en las terrazas de sus bares y restaurantes para deleitarse con un barraquito, el delicioso café dulce típico de la isla, que se mezcla con licor, leche condensada, una corteza de limón o mandarina y canela.

Como La Palma no es una isla excesivamente grande, lo más aconsejable para recorrerla es alquilar un coche, aunque conviene tener mucha prudencia, sobre todo en las carreteras secundarias. Hacia el nordeste, la visita al Bosque de El Canal y los Tilos es indiscutible. El lugar impresiona porque se trata de uno de los escasos ecosistemas de laurisilva que se conservan en el mundo.

El acceso se encuentra por San Andrés y Sauces. Hay que destacar su cascada, tan espectacular como el sendero de los Nacientes de Marcos y Cordero, una ruta que atraviesa trece túneles con algunas cortinas de agua y que finaliza en el mirador del Espigón Atravesado, uno de los más hermosos de la isla.

En esa misma vertiente de la isla, pero más cerca incluso de Santa Cruz de La Palma, la ruta del Cubo de la Galga es un sendero fácil y sombreado para conocer todavía mejor el ecosistema de laurisilva canaria, cuyo origen arranca en el período Terciario, hace más de 20 millones de años. Sus 11 kilómetros se pueden recorrer en unas cuatro horas y permiten admirar un bosque verde genuino por el que resulta sencillo imaginarse un duende.

Si cruzamos el interior de la isla en dirección noroeste, la carretera conduce al Roque de los Muchachos, el punto más alto, con sus 2.426 metros. La cumbre que se ha convertido en un lugar privilegiado para la astronomía desde que la inauguración de su famoso observatorio en 1985. El prestigio mundial de sus telescopios es indiscutible, sobre todo el Isaac Newton, el primero en encontrar evidencias de la existencia de un agujero negro en nuestra galaxia.

Parecida fama, pero entre los amantes al trekking, ha alcanzado la Caldera de Taburiente, un impresionante cráter de 8 kilómetros de diámetro emplazado en una gran depresión rodeada de abruptas paredes que sobrepasan los 2.000 metros de altura. Dos túneles desde la capital facilitan el acceso hasta El Paso para adentrarse en este parque nacional desde 1954 ,que maravilla por sus barrancos cubiertos de pinos canarios y por los manantiales, fuentes y saltos de agua, como la cascada de Colores, teñida de color naranja por la concentración de sales de hierro. Hay más de una docena de rutas con distinto grado de dificultad y muchos miradores, por lo que es recomendable pasar antes por del centro de visitantes en El Paso para elegir el itinerario más adecuado.

Hacia el sur, lo mejor es acercarse a Fuencaliente para conocer una parte de la Ruta de los Volcanes, un sendero que ofrece una bella paleta de colores. Los rojos, ocres y negros terrenos yermos contrastan con los verdes y amarillos de los pinos y de los líquenes que se aferran a la todavía roca caliente.

En ese sector del itinerario los volcanes de San Antonio y Teneguía están conectados por un camino que permite imaginar cómo pudieron ser sus erupciones en 1677 y 1971. Desde un mirador se vislumbra la silueta de los faros de Teneguía y las salinas de Fuencaliente que, además de haberse convertido en refugio de las aves migratorias, producen una sal de calidad excelente.

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