Tras una época de trabajo como consultora en España, Sofía Vilá (Barcelona, 1988) decidió probar suerte en Australia, en concreto en Sídney. En esta ciudad, que considera «un sitio espectacular», vive con su familia y trabaja en el área digital del mayor empleador del país, Woolworths Group, una compañía de supermercados y gran consumo. Esta catalana lo tiene claro: las condiciones laborales y de conciliación están a años luz de las españolas, y no precisamente por encontrarse en las antípodas.
Tan solo tres días después de casarse, en 2014, la barcelonesa Sofía Vilá y su marido decidieron probar suerte en Australia. Pudieron hacerlo porque la profesión de él, ingeniero, estaba en el listado de las demandadas por el Gobierno. Sin embargo, ella, pese a haber trabajado en Barcelona y Madrid en el sector de la consultoría y tener un máster por Esade, lo tuvo más difícil. Los comienzos fueron duros. Hasta obtener el visado y luego la residencia tuvo un permiso de estudiante que solo le permitía un máximo de 25 horas en trabajos esporádicos. «Decidí que quería aprovechar el tiempo y estuve de comercial a puerta fría vendiendo una app de gestión de limpieza del hogar. Me acuerdo subiendo y bajando las cuestas de Sídney de casa en casa», rememora.
Tampoco las cosas fueron de color de rosa después. Una vez que obtuvo la residencia y fue contratada por su actual empresa, también reconoce que fue bastante duro, debido también al idioma. «Hablo bien inglés, pero es que el de aquí no se entiende; es muy complicado, ya que usan mucho slang y con un acento muy marcado. Al principio en la empresa no me enteraba de nada», explica entre risas.
Hablamos con ella de oportunidades y de relaciones laborales. «Con la pandemia, muchos de los trabajadores cualificados extranjeros se marcharon y, como luego cerraron las fronteras, ahora falta de todo. Es difícil obtener la residencia y la ciudadanía, pero si estás en la lista oficial de profesiones demandadas, ahora mismo hay muchísimo trabajo. Incluso si tu perfil no está en esa lista, también hay muchas oportunidades». Además, las condiciones son muy buenas. «Los sueldos son altos, te permiten ahorrar e invertir, algo impensable en España incluso en trabajos altamente cualificados. Aquí trabajas menos horas, vives mejor y ganas mucho más».
Ojo, el nivel de exigencia es máximo. «Durante mi jornada la intensidad de mi trabajo es enorme, solo paro para tomar un sándwich, pero a las cinco termino y puedo disfrutar. De hecho, aquí es muy importante la conciliación, se valora mucho».
Sofía trabaja en Big W, empresa parte del gigante Woolworths, en la división digital llevando el marketplace de la marca. Este grupo es la compañía con más empleados de Australia, cerca de 200.000, y que cuenta con el 40 % de la cuota de mercado del sector de gran consumo. Ella está contenta, ya que, como asegura, si lo haces bien, tienen mucha proyección. «Las relaciones laborales se basan en la meritocracia y las condiciones son muy buenas. Como hay tanta escasez de talento, la movilidad es muy alta; las empresas te incentivan, si haces bien tu trabajo, para que no te vayas a otra. Esa es la gran diferencia, mientras que en España tienes que pedir, aquí, si haces las cosas bien, te recompensan», incide convencida de esta ventaja.
Hay algo en lo que el mercado laboral español se impone: la cercanía, las relaciones más cercanas entre empleados. «No mezclan lo laboral con lo personal, en el sentido de, por ejemplo, tomar algo con los compañeros. Eso tan español…». No obstante, esto tiene que ver con el carácter del australiano. «En general, son bastante correctos, muy respetuosos, pero también más parados que los españoles, por eso es muy difícil socializar, algo sencillísimo en España».
UN SITIO FANTÁSTICO
Sofía no sabía qué hallaría en Sídney, pero la sorpresa no pudo ser más grata. «Lo cierto es que no tenía ni idea de cómo era Australia, y menos Sídney, más allá de lo típico de los canguros y los koalas o lo que pude encontrar buscando en Google. Pero cuando llegué me quedé alucinada, sobre todo por la naturaleza. La ciudad es absolutamente espectacular, con las zonas verdes, las playas… Es un sitio perfecto, porque estás en una gran ciudad, un centro financiero mundial, con todo lo que ello conlleva para trabajar, pero en un entorno increíble para vivir», asegura sin escatimar elogios.
Por supuesto, todo esto con un gran sueldo se lleva mejor. «Hay dos cosas muy caras: la vivienda y todo lo que tiene que ver con la restauración: restaurantes, bares, etc. Luego, en el supermercado, en el día a día, no lo notas demasiado. Además, como los sueldos son tan altos, se lleva bien. De hecho, te permite ahorrar, invertir, algo impensable con el sueldo que ganaba en España, que no daba para casi nada pese a trabajar muchísimo». Aunque hay algo que echa de menos en Sídney: «Una mayor oferta de restauración, porque aquí todo cierra muy temprano, y cultural, como la de Madrid, por ejemplo». Tampoco allí tienen un referente claro de lo que ofrece nuestro país. «Los australianos tienen en la mente los arquetipos de la siesta, la fiesta, la paella y poco más», reconoce.
Con respecto a otras ciudades, le gusta mucho Melbourne, con un nivel superior de opciones culturales y de ocio. «Es más europea», destaca. En su opinión, el sorprendente entorno natural de su ciudad favorece una especie de «buen rollo» que Sofía traslada a las relaciones personales y sociales… Todo lo contrario que en España, «donde todo es más deprimente, y con razón, por las malas condiciones laborales y la crispación. Aquí nadie habla de política, incluso les tienen que obligar para que vayan a votar», comenta divertida…
En este sentido, Sofía vive una curiosa paradoja. «De las diez cosas que quiero en mi vida, nueve se cumplen aquí a la perfección. El problema es que la primera —familia y amigos— está en España». Ella y su marido tienen claro que quieren volver en algún momento. Además, les gustaría que sus dos hijos vivieran en España, pero, claro, las condiciones laborales no serían ni de lejos las mismas. «Quizá en la parte digital, trabajando para startups internacionales en Barcelona, puede que la diferencia no fuese tan grande. Hacia ahí quiero orientarme». La tierra tira, y mucho.