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Dos o tres viajes al año a Latinoamérica, visitas constantes a Madrid y París… Desde el cuartel general de Puig en Barcelona, Lourdes Sopranis está sometida al trasiego de una gran multinacional que vende sus productos nada menos que en 130 países. Tras su paso por empresas como Henkel, Myrurgia y Panrico, los doce años en una de las compañías de referencia en el mundo de la moda y la perfumería le aportan un plus de glamour a sus desplazamientos.
¿Los viajes de trabajo son un plato degusto para usted o intenta evitarlos en la medida de lo posible?Depende del motivo del viaje, de la compañía y del momento. La verdad es que no intento evitarlos, pero sí trato de ajustar la agenda y organizarlos bien para que sean lo más productivos y amenos posible.
¿Cómo consigue conciliar su vida personal y familiar con los desplazamientos que surgen?
Es lo más difícil. Nunca se llegan a conciliar del todo. Intentas dejar las cosas organizadas en casa lo mejor posible teniendo en cuenta tu ausencia. Aun así, siempre surgen imprevistos que hay que solucionar como buenamente se puede a distancia.
¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta de viajar?
Lo que más, conocer nuevos sitios. Cambiar de aires. Es un gran estímulo. Los viajes también sirven para conocer mejor a los compañeros, tanto los que trabajan contigo como los que están en otras filiales. Además, es una oportunidad de vivir la realidad de los mercados que visitas desde su perspectiva, entender mejor sus necesidades y las formas diferentes de trabajar.
¿Prefiere hacerlo sola o junto a compañeros de trabajo?
Prefiero viajar acompañada siempre, sobre todo en vuelos largos e intercontinentales. Los países que no conozco me producen cierta sensación de inseguridad, lo reconozco. Viajando acompañada todo parece más fácil. Si es dentro de España, no me importa tanto hacerlo sola. Es todo más familiar y reconocible, y los desplazamientos son más cortos y con menos tiempos muertos.
¿Qué es lo primero que mira cuando llega a la habitación de un hotel?
Primero, la cama. Me gusta que sea grande y sobre todo me fijo en el colchón, lo pruebo para ver si es cómodo. Un buen colchón me parece crucial para descansar bien. La almohada la llevo yo. Va siempre conmigo. El baño me gusta que esté muy limpio y cuanto más nuevo, mejor. Las amenities están bien, pero no son para mí algo definitivo. Mi neceser suele ir bien surtido por si acaso.
¿Qué servicios extras no pueden faltar?
Un buen masaje. Suelo llegar contracturada en los viajes largos. El servicio de habitaciones las 24 horas también es algo que viene muy bien. Lo que me parece totalmente incomprensible a día de hoy es que siga habiendo hoteles sin wi-fi gratuito. Es un servicio básico que debería funcionar sin claves y en todos los espacios.
¿Recuerda algún destino que le haya impactado especialmente y que no se le habría ocurrido visitar en un viaje de placer?
Sí, Sri Lanka. Lo conocí en un viaje de trabajo, en un rodaje de un spot publicitario, y volvería sin duda en unas vacaciones. Me cautivó. Hasta entonces mis viajes de placer habían sido siempre a destinos más urbanos o más europeos. Pero Sri Lanka me impactó en todos los sentidos, sobre todo la gente. No tienen nada y sonríen constantemente, son extremadamente hospitalarios. Y luego está la naturaleza, tan inmensa y desbordante… Es otro mundo y te hace pensar.
¿Le gusta experimentar con la gastronomía local o prefiere los platos conocidos?
Me gusta experimentar, pero intento combinar. Mi estómago no aguanta ciertas gastronomías locales. Llevo muy mal el picante y la comida muy especiada. Eso sí, cuando vuelvo de un viaje largo vengo soñando con unos buenos huevos fritos con patatas y un buen jamón.
¿Recuerda alguna incidencia o anécdota en alguno de sus desplazamientos?
Estando en Buenos Aires, en una ocasión tuve ocho horas de retraso. Viajaba sola. Por no quedarme tanto tiempo en el aeropuerto, volví al hotel en un transfer organizado por la compañía aérea. De regreso para tomar el vuelo cogí un taxi que me llevó por una ruta alternativa, atravesando zonas deprimidas de la ciudad, porque el conductor decía que había mucho atasco en la autopista. No me preguntes por qué, pero me agobié, me asusté. Llegó un momento en que pensé que si me secuestraban no me encontraría nadie. No fue así, pero desde entonces procuro no ir sola en viajes largos o a ciertos destinos.
¿Cómo utiliza sus tarjetas de fidelización? ¿Se pueden obtener beneficios interesantes?
Las utilizo, pero no les saco todo el partido que podría. No tengo tiempo para leerme todos los beneficios y las promociones con las que te bombardean.
¿Qué echa de menos en la política de viajes de su empresa? Aparte del necesario ahorro, ¿tienen en cuenta la comodidad del viajero?
No siempre se mira por la comodidad del viajero. El ahorro de costes tiene mucho peso, sobre todo hoy en día, y eso implica a veces horarios incómodos, limitaciones a la hora de elegir compañía o que el hotel no esté cerca del lugar donde vas a reunirte. Sin embargo, tengo que decir que en los viajes largos viajamos en Business, y eso se agradece enormemente. Debería ser obligatorio en todas las empresas.
¿Cuáles son sus trucos para preparar el equipaje?
Es lo que más pereza me da. Siempre lo dejo para última hora. Intento llevar ropa que no se arrugue demasiado y pienso en el tipo de reunión, los eventos programados… Ah, y siempre llevo algún que otro “por-si-acaso”.
¿Ha hecho alguna vez una amistad interesante durante un viaje de negocios?
Sí, pero no con desconocidos, sino con gente con la que viajaba o con la que tenía que verme por trabajo. Es una oportunidad para conocer a la gente en otras facetas, menos profesionales, más personales.
¿Cree que el uso de móviles a bordo del avión o del tren es más una ventaja o un inconveniente?
Un inconveniente, sin duda. La gente no sabe usarlos. Durante el trayecto, lo que me apetece es desconectar…
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