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Toulouse / ANA BELÉN LÓPEZ


«En Francia la gente sabe desconectar y dedicarse a sus aficiones»

Ana Belén López en la ribera del río Garonne.

La zaragozana Ana Belén López ejemplifica como nadie esa generación de jóvenes profesionales, especialmente mujeres, con muy buena preparación académica y conocimiento de idiomas que recorren Europa en distintos puestos de relevancia. Tras un periplo por Alemania y Polonia, esta aragonesa se encuentra ahora en la vibrante ciudad francesa, donde trabaja para la multinacional AMS.

Ana Belén López (Zaragoza, 1997) es graduada en Traducción y Comunicación Intercultural por la Universidad San Jorge de Zaragoza y justo ahora está terminando un máster en Traducción Médico-Sanitaria. Los idiomas no son ningún problema para esta maña que, tras varios años por Europa, ha recalado este año en la ciudad francesa de Toulouse, en la multinacional AMS. Sus labores están centradas en el reclutamiento de personal, en los recursos humanos, con el foco puesto en el mercado DACH (Alemania, Austria y Suiza).

Su primer contacto llegó por una vía habitual: las becas Erasmus. Gracias a este imprescindible plan de movilidad europeo, Ana Belén pudo disfrutar de un semestre en la ciudad alemana de Heidelberg. Después continuó con sus estudios y, una vez licenciada, emigró a Polonia —no siempre el flujo se produce a la inversa—. Allí vivió primero en la ciudad de Lodz y, después, en Cracovia.

Desembarco en Francia

La imagen que tenía de Toulouse ha coincidido bastante con la que tenía de antemano: «Es una ciudad cálida, alegre, con muchas opciones de ocio y de cultura, y no demasiado cara para lo que es Francia. Todo esto era lo que imaginaba, si bien es cierto que ha habido cosas que me han sorprendido, como la rapidez y la accesibilidad del transporte público», reconoce. Todavía se encuentra en fase de adaptación y, aunque ha de pasar más tiempo para lograrlo, asegura que lo tiene más fácil, porque «ya sé lo que es ser inmigrante y las dificultades que esto trae». Sin duda, el hecho de dominar el idioma francés es una gran ventaja.

En lo que respecta a su experiencia laboral, su caso es curioso, pues trabaja en Francia, pero está imbuida por el mercado germanófono. «Puedo afirmar que hay mucha burocracia de por medio en el trabajo, pero que está todo muy bien indicado para evitar cometer errores». Además, incide en la jerarquización existente en su empresa, una multinacional, que al final provoca que tengas relación solo con tus jefes inmediatamente superiores.

Lo que sí tiene claro Ana Belén del mercado laboral francés son sus buenos hábitos con respecto a los del español: «Me gusta que respeten su pausa en la jornada laboral y su tiempo libre: durante ese periodo, nada de trabajar. En España se nos inculca la cultura del sacrificio desde muy pequeñas y esto es contraproducente en mi opinión. En Francia la gente sabe desconectar y dedicarse a sus aficiones».

¿Entonces no hay presencialismo como en España? «Mi trabajo es en línea y tengo la opción de ir a un coworking si así lo deseo. Por lo que he escuchado de la gente cercana, los franceses sí son bastante presencialistas, pero se puede conciliar mejor que en España. Ya de entrada, la jornada laboral a tiempo completo es de 35 horas semanales, aunque puedes trabajar 40 a cambio de más días libres», afirma.

Una ciudad interesante

Toulouse es una ciudad muy atractiva para el visitante, pero también para el ciudadano. «La arquitectura es muy agradable de ver y hay muchos rincones con encanto, es ideal para perderse». En el día a día —explica— «hay muchas ofertas de trabajo y bastantes ayudas sociales si se necesitan». No obstante, como en todos sitios, no todo es perfecto, al menos para ella. «Un punto bastante negativo de esta ciudad es que hay mucha gente y es pequeña, por lo que los fines de semana se nota mucha aglomeración».

Una de las cosas que echa de menos de España son «las cafeterías que cierran más tarde de las cinco. «Pese a estar en el sur, hay muchos establecimientos que cierran a las cuatro de la tarde», explica. Luego se echan de menos otras cosas: «Me gustaría que estuviera un poco más cerca del mar o de los Pirineos, aunque tampoco está tan lejos».

La vecindad con España se nota. «Con respecto a cómo nos ven los franceses, no hay tantos estereotipos como en Polonia o en Alemania, especialmente en la región de Occitania. Nos ven como personas más fiesteras y tranquilas, un poco más extrovertidas de lo habitual. Muchos franceses nos consideran como gente muy ‘de casa’, que anteponemos la familia a todo lo demás», señala.

Lógicamente, esta traductora aragonesa tiene más fácil visitar España que cuando estaba en Alemania o Polonia. De hecho, en lo que respecta al transporte, Ana Belén refleja una tendencia: «Aunque me encanta volar, me he comprometido a evitarlo en la medida de lo posible y utilizar opciones más respetuosas con el medioambiente, como el tren y el autobús. Últimamente, al intentar buscar opciones más ecológicas, uso como aplicación para transporte Rome2Rio. En ella te salen todas las rutas y los precios aproximados. Es muy práctico». Tecnología y sostenibilidad, el mantra actual.

Ahora bien, Ana Belén se pone seria cuando habla de lo que no echa de menos de España: «Suena duro decirlo, pero no echo de menos la incertidumbre económica. Desde luego, una puede perder su trabajo en Francia, Polonia o en las Maldivas, está claro. No obstante, cuando vivía en Zaragoza, siempre tenía el sentimiento de que no iba a poder encontrar un trabajo con condiciones dignas para conciliar con mi vida personal y ser independiente al 100 %, y que, si lo encontraba, lo podría perder fácilmente o tendría que ser a base de contactos y enchufes». Sus palabras son comunes a muchas de las personas que han tenido que emigrar. «Por eso que no me imagino volviendo en un futuro próximo», concluye.