El Sustainable Aviation Fuel (SAF), el combustible sostenible para aviación, supone uno de los grandes retos de la industria para las próximas décadas, parejo al proceso global de descarbonización y lucha contra el calentamiento global. La apuesta es clara, pero todavía no resulta fácil.
El mundo se encuentra inmerso en una frenética carrera contra el calentamiento global y una de las claves es la descarbonización, la eliminación de gases de efecto invernadero, los temidos GEI. Uno de los sectores comprometidos en este propósito es el aéreo, responsable del 2-3 % de las emisiones contaminantes. Las medidas puestas en marcha son muchas: nuevos modelos de aeronave más eficientes, reciclaje, disminución de peso, supresión de rutas cortas, eliminación de plásticos de un solo uso, compensación de la huella de carbono… Pero, sin duda, la más trascendental para la industria es la progresiva implantación del Sustainable Aviation Fuel (SAF).
Desde el punto de vista científico, este tipo de combustible no utilizan fuentes fósiles como petróleo o gas en su fabricación y supone un importante ahorro de dióxido de carbono (CO2) en comparación con el carburante convencional, el queroseno, un ahorro que actualmente ronda el 20 % y subiendo, dado que los procedimientos van mejorando progresivamente. El motivo es que se fabrican a partir de residuos, por ejemplo, aceite de uso doméstico, pero también aceite de palma, sebo, semillas oleaginosas. De hecho, solo se consideran SAF aquellos combustibles que reduzcan como mínimo a la mitad los GEI.
El pasado mes de junio, el fabricante aeronáutico ART, la compañía sueca Braathens Regional Airlines y Neste, uno de los principales proveedores de SAF, hicieron posible el primer vuelo comercial de carácter regional que utilizó este combustible al 100 %. Es cierto que en el segmento internacional queda todavía mucho por andar, pero las principales compañías ya llevan años de trabajo. Son ellas las que están investigando y buscando alianzas con los productores.
Sin ir más lejos, Lufthansa y Shell han firmado recientemente un acuerdo de suministro por 1,8 millones de toneladas de SAF desde 2024. La petrolera anglo-holandesa se ha marcado un objetivo global de suministrar el 10 % en este tipo de combustible en 2030. Por su parte, British Airways, del Grupo IAG, fue una de las pioneras, gracias al uso del biocombustible creado por Phillips 66 Limited, con base en desechos orgánicos. Prácticamente todas las grandes compañías con sede europea están avanzando en este sentido.
Al otro lado del Atlántico, las norteamericanas American Airlines y Delta apuestan fuerte desde hace años. En el caso de AA, se ha aliado con Cemvita Factory para investigación, mientras que Delta Airlines ha hecho lo propio con GEVO, su proveedor de SAF, que genera Jet Synthetic Paraffinic Kerosone. El acuerdo contempla recibir 75 millones de galones al año durante siete ejercicios.
El mercado asiático tampoco se queda atrás. Cathay Pacific, la aerolínea de Hong Kong, ya invirtió en 2014 en Fulcrum Bioenergy, con la adquisición de 1,1 millones de toneladas de SAF en una década. Además, gracias a un acuerdo con Airbus, desde 2016 ha recibido más de 40 aviones que usan biocombustible combinado. Por su parte, Singapore Airlines y su filial Scoot usarán este tipo de carburante, en mayor o menor grado, en todos sus vuelos a partir del tercer trimestre de 2022.
Se trata de un mercado en plena ebullición. Emirates y GE Aviation realizarán una prueba con un Boeing 777-300ER y 100 % combustible SAF. Su primer vuelo impulsado por SAF fue en 2017, desde Chicago. Además, como curiosidad, la compañía emiratí recibió su primer A380 propulsado por SAF en diciembre de 2020.
COLABORACIÓN NECESARIA
Está claro es que la industria está comprometida. Una muestra es Clean Skies for Tomorrow, alianza establecida por el Foro Económico Mundial, que apoya la transición hacia los biocombustibles. Sin embargo, no es tan sencillo como cambiar el contenido de los camiones cisterna a pie de pista. Las compañías se quejan de que la certificación actual no permite la utilización al 100 % de los no fósiles, aunque ya se han hecho pruebas positivas que progresivamente se va incrementando. Para conseguirlo son necesarias inversiones millonarias. Y aquí es donde solicitan a las administraciones, las mismas que ponen los plazos, ayudas para un sector ya de por sí vapuleado en los últimos años.
«La capacidad de lograr nuestros objetivos de emisiones netas cero y luchar contra el cambio climático no depende únicamente de las aerolíneas. Solicitamos el apoyo de las partes interesadas para que sea una realidad, desde los responsables políticos, al sector energético, los fabricantes de aviones y motores e incluso nuestros clientes, que desean reducir la huella de carbono. Solo uniendo nuestras fuerzas podremos alcanzar este ambicioso objetivo», afirmó Augustus Tang, director ejecutivo de Cathay Pacific tras anunciar que su compañía se comprometía a usar un 10 % de SAF en 2030.
La industria parece comprometida a todos los niveles: la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ha marcado el año 2027 para el obligado cumplimiento en los vuelos internacionales del esquema ISCC CORSIA, esto es, el Plan de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Comercial. Petroleras como Repsol ya se han adelantado para cumplir con estos estándares de la industria. Todos suma hacia ese horizonte idílico de 2050.
LA IMPLICACIÓN DEL BUSINESS TRAVEL
American Express Global Business Travel (Amex GBT), una de las principales agencias corporativas del mundo, ha lanzado un programa en colaboración con Shell Aviation para potenciar el uso de SAF en los viajes de negocios. Este proyecto se materializa a través de la plataforma Avelia, una de las principales soluciones digitales relacionadas con este tipo de combustible y que aplica la tecnología blockchain. El primer cliente de Amex GBT que se ha unido al programa piloto ha sido la empresa AON. La agencia está en conversaciones con el resto de clientes nacionales e internacionales para que se unan a la iniciativa.